Y Putin cogió su fusil (literalmente): un gesto más allá de la foto
El presidente ruso visita un centro de formación militar en las últimos compases de la movilización parcial y en un momento crítico para Rusia en la guerra.
Vladimir Putin ha cogido el fusil, literalmente, en su primera visita (conocida) a un centro de reservistas rusos. El presidente ha visitado un polígono militar en la región de Riazán del Distrito Militar Occidental, a unos 200 kilómetros al sureste de Moscú.
Allí se ha puesto unas gafas y cascos protectores para echarse al suelo y disparar un fusil de francotirador ruso Dragunov (SVD) de calibre 7,62 milímetros. Las imágenes difundidas por la televisión publica Zvezda, controlada por el Ministerio de Defensa, muestran al todopoderoso líder probando puntería y saludando cariñoso a las tropas.
Es mucho más que un gesto de cara a la galería, habitual en otros tiempos en relación a la figura de Putin, al que le encanta figurar en escenas de lo más diversas. La visita de Putin llega coincidiendo con los que deberían ser los últimos días de la fase de movilización parcial, de acuerdo con su propio anuncio del pasado viernes.
Entonces, en un mensaje a la nación, adelantó que la llamada a filas y formación de los reservistas duraría acabaría en “unas dos semanas”. Además, ocurre en un momento crítico en la guerra, con Ucrania recuperando terreno desde hace meses y a punto de asaltar plazas claves en el Donbás y en el sur.
Más allá del buscado momento televisivo, Putin ha inspeccionado la coordinación de las unidades de combate y preparación del personal. También ha observado cómo los militares movilizados practicaban un curso de asalto a nivel de escuadrón y combatían los vehículos blindados del enemigo simulado en espacios reducidos.
El jefe del Kremlin decretó el 21 de septiembre la movilización de 300.000 reservistas para enviarlos a Ucrania, de los que algo más de 200.000 ya se han integrado en las filas del Ejército. Sin embargo, no está siendo un proceso fácil, entre denuncias de la escasa formación, la selección no objetiva de los soldados y el incumplimiento de las propias limitaciones marcadas por el Gobierno. La situación de caos fue tal, que tanto el portavoz como el propio Putin acabaron por admitir “errores” en el procedimiento.
Algunos reservistas se han quejado de que solo han disparado pocas balas antes de tener que ir a la zona de combate. Aprovechando las imágenes de Putin, el ministerio dirigido Serguéi Shoiugú, asegura que cada soldado empleará al menos 600 balas y cinco granadas durante el entrenamiento.