Vox y el deterioro de las libertades públicas
¿Supone la entrevista a Abascal un blanqueo a Vox desde RTVE? No. ¿Supone contribuir al deterioro democrático desde RTVE? Sí.
Las primeras palabras de este artículo surgieron hace casi dos años, un tiempo que puede parecer excesivo, no lo es. Combatir los mensajes que atentan la convivencia cívica y los derechos fundamentales no es un debate de trazo grueso, sí debe serlo calmado e integrador. Aquí no vale hablar con las palabras del asno. La ultraderecha es un movimiento de contexto mundial, europeo, nacional. Hablamos de Vox. Hablamos del compromiso de los medios de comunicación. Centraremos parte del análisis respecto a cuál debe ser el comportamiento del principal medio público de comunicación de España, RTVE.
Hace casi dos años publicaba aquí, en El Huffington Post, Piotr Stasinski. El entonces editor jefe del diario polaco Cazeta Wyborcza alertaba sobre el deterioro de la convivencia que se sufría en Polonia. Sucedía de manera paralela al ascenso del partido ultraconservador Ley y Justicia. Una dinámica de odio en la que se enmarcó el asesinato del alcalde de Gdansk (Polonia), Pawel Adamowicz. Se denunció entonces la responsabilidad de los medios de comunicación en la difusión de mensajes del odio. Pasa el tiempo y el problema se agudiza. La reciente matanza de Hanau, en Alemania, viene a subrayar este drama.
Nos encontramos, mucho más allá del periodismo, ante un debate de la sociedad en su conjunto. Que los medios difundan mensajes de odio es un problema que nos atañe a todos, porque de todos es la democracia que se deteriora, porque a todos corresponde la defensa de la calidad de las libertades públicas, libertades que (en un excesivo acomodo y sin acabar de entender el riesgo) parecemos aceptar como definitivas. Si los mensajes del odio son un ilícito penal significa que son un delito y ésta es una realidad apodíctica, incontestable.
El Secretario General de Vox, Javier Ortega Smith, ha difamado a las Trece Rosas en Los Desayunos de TVE. En la misma cadena ha difamado a los inmigrantes Rocío Monasterio. También en TVE ha difamado Santiago Abascal al colectivo de mujeres maltratadas. Los tres y de manera reiterada han difamado a las personas integradas en los colectivos LGTBI. No estamos ante ofensas mitineras o feromonacionalistas. Estamos ante repugnantes difamaciones que, a través de TVE, han llegado a millones y millones de espectadores. La Corporación pública parece aquí priorizar el ejercicio de la libertad de expresión frente a valores de convivencia que, al menos, tienen la misma relevancia que la libertad citada.
No ver, no oír, no decir. La escultura de los tres monos sabios, de Hidari Jindoro, no debe ser un refugio para la imprudencia. No debe serlo porque ahí avanza el deterioro de las sociedades. Así lo considera el derecho, así lo entiende la jurisprudencia consolidada del Tribunal Constitucional y del Tribunal Europeo de los Derechos Humanos. Por todas, la sentencia de julio 2009 del TEDH dice: “Los discursos políticos que incitan al odio basado en prejuicios religiosos, étnicos o culturales, representan un peligro para la paz social y la estabilidad política de los Estados democráticos”. Más recientemente la Fiscalía General del Estado en la circular 7/2019 de 14 de mayo, y sobre la referencia del artículo 510 del Código Penal, traslada a todos los fiscales de España que el discurso del odio no está amparado por la libertad de expresión y ésta no se puede colocar en un plano de superioridad cuando se trata (la libertad de expresión) de una conducta orientada hacia la discriminación sectaria frente a un determinado grupo de la sociedad.
En España tenemos dificultades para entender, en su plenitud y dentro del marco europeo, cómo debe ser el desarrollo del derecho de las libertades de información y expresión (las televisiones públicas de Alemania y Bélgica tienen interesantes normativas al respecto). Quizás sea el momento de reconocerlo. Nos encontramos ante un escenario complejo y en el que tenemos mucho que trabajar. Ambos derechos, expresión e información, no son una bagatela regalada por la democracia, muy al contrario. Nos encontramos ante fundamentos básicos para la construcción del sistema de libertades en España. De ahí que sea tan importante procurar su cuidado.
Expuesto lo mollar vamos con lo no menor. RTVE está reconociendo a Vox en un plano de igualdad institucional, de acuerdo a su representación política. Lo ha hecho con especial gravedad al emitir la entrevista de Santiago Abascal el pasado 13 de febrero. Cuando una semana antes la mayoría del Congreso de los Diputados había acordado dejar fuera a Vox de las comisiones parlamentarias se estaba lanzando un mensaje muy importante a la ciudadanía, un mensaje en la línea de lo que está haciendo Angela Merkel en Alemania respecto al partido ultraderechista (con amplísima representación parlamentaria) Alternativa para Alemania (AfD).
¿Supone la entrevista a Abascal un blanqueo a Vox desde RTVE? No. ¿Supone contribuir al deterioro democrático desde RTVE? Sí. La Administradora única de RTVE, Rosa María Mateo, debe dar instrucciones precisas recordando lo que aquí subrayamos, que la libertad de expresión, como el conjunto de las libertades públicas, se tiene que ejercer, siempre y sin excepciones, bajo las obligaciones del ordenamiento jurídico.
Como decíamos, es éste un artículo iniciado hace dos años. Desde aquella fecha, y desde CCOO en RTVE, estamos trabajando en esta cuestión dentro del interno de la empresa. Aquí enmarcamos e invitamos a consultar el trabajo de investigación, de la Universidad de Cambridge, de los profesores Justin Murphy y Daniel Devine (marzo 2018). Estamos ante el trabajo académico más importante realizado hasta ahora en Europa sobre la responsabilidad de los medios de comunicación en el auge de los partidos que defienden principios contrarios a los que sustentan las democracias occidentales. De sus tres conclusiones destacamos la primera. Una mayor cobertura informativa a un partido político, se demuestra en esta investigación, tiene relación directa con el incremento del apoyo social al mismo. Dicho queda, como invitación a la toma de postura de los medios de comunicación, de todos, también de RTVE. No pretendemos la expresada conclusión como una expresión momista, sí, y sobre todo, como llamada a un debate y asunción de responsabilidades en el que la democracia nos necesita a muchos.
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