Cumbre Vieja cumple 100 horas de destrucción imparable
Los reyes visitan La Palma cuatro días después y prometen "la ayuda de todos" a una isla cada día más arrasada y con serios problemas para acoger a los miles de evacuados.
La Palma. Han pasado 100 horas desde que Cumbre Vieja entrase en erupción. Desde entonces el paisaje de la lava y la ceniza dominando buena parte de la isla es una constante. Este jueves, superado el cuarto día de desastre, el volcán ha vuelto a subir en su grado de violencia, con fuertes expulsiones desde media tarde.
El magma continúa llevándose por delante casas, campos y todo cuanto se cruza en su lento pero constante avance. Hasta el epicentro del drama se han desplazado los reyes, para compartir un mensaje de esperanza con los vecinos.
Felipe VI y Letizia se han desplazado a varios puntos de La Palma para conocer el operativo y prometer la ayuda de todo el país. “Entre todos vamos a ayudar a recomponer sus vidas”, ha expresado el monarca, en una jornada que también ha contado con la presencia de Pedro Sánchez.
Pasan las horas pero en el ambiente quedan aún muchas dudas acerca de la evolución de un fenómeno que se prevé duradero. Alrededor de las 18:20 (17:20 hora canaria), se ha incrementado la frecuencia de explosiones y existe la sospecha de que se pueda abrir una nueva boca de fuego al registrarse nuevas deformaciones del terreno, confiesan los equipos de emergencias. El riesgo asociado es que se produzca una copiosa lluvia de ceniza en las próximas horas.
El balance confirmado de daños es enorme, pero apenas una parte de lo que las autoridades se temen. Más de 6.000 desalojados, en torno a 400 casas destruidas y 220 hectáreas de cultivo, mayoritariamente platanero, principal sustento de La Palma, arrasadas. En solo un día, el porcentaje de zona consumida se ha incrementado un 30%. De los más de 80.000 residentes en la isla, alrededor del 20% ha sufrido algún tipo de afectación. Los efectos de Cumbre Vieja ya superan los causados por la erupción del volcán de Teneguía en 1971.
La inmensa nube de ceniza se ha elevado hasta los 3.500 metros, obligando, por primera vez, a restringir el tráfico aéreo, si bien no ha sido necesario aún suspender vuelos. En cambio, la lava se ha estancado en su lentísimo paso de cuatro metros por hora, un frenazo que complica la situación. Al perder fuerza en su empuje frontal, comienza a expandirse a lo ancho, con un diámetro de hasta 600 metros, lo que multiplica su efecto devastador.
El cálculo más actualizado, de la directora del Instituto Geográfico Nacional (IGN) en Canarias, María José Blanco, apunta a que el contacto del magma con el mar no se producirá ni esta noche ni durante el viernes. Si es que se produce, porque aún está lejos, a dos kilómetros.
Lo que tampoco se prevé es la temida lluvia ácida por la presencia de dióxido de azufre en la atmósfera. Blanco añade que “no es esperable” que se produzca gracias al efecto ‘limpiador’ de los vientos alisios, por lo que la calidad del aire es buena.
El rey ofrece “la ayuda de todos”
Felipe VI y Letizia han compartido la jornada con los responsables del operativo y con los paisanos, que les han transmitido su dolor por la pérdida de “casi todo lo que tenían”, como ha reconocido emocionado el rey al pisar uno de los epicentros del desastre.
Sobre el terreno, ha remarcado que “todos vamos a ayudar a recomponer sus vidas”. “Tenemos que hacer todo lo que esté en nuestras manos para sacar adelante a estas familias, preservar su seguridad, garantizar su mañana”, ha explicado Felipe VI en un mensaje de esperanza al pueblo de La Palma, que “no está solo”.
El problema del alojamiento y otros peligros
La isla vive un contraste entre los miles que han perdido sus casas o, al menos, no pueden acceder a ellas, y la cantidad de profesionales, turistas y curiosos que han viajado a ella, generando una situación de colapso hotelero que indigna a los locales, algunos obligados a pasar la noche en sus vehículos.
En un intento de reacción urgente, el Gobierno canario ha acelerado la gestión para comprar 280 viviendas en las que acoger a una primera parte de las 6.000 personas que se ven fuera de sus hogares.
Esa vía de urgencia no es suficiente, asumen desde el Ejecutivo autonómico, y se plantean otras soluciones temporales como fletar cruceros que faenan por las aguas del archipiélago para acoger a los evacuados durante unos días.
Por el camino de lava no solo quedan casas y cultivos. Los colegios de numerosas poblaciones palmeñas han quedado devastados, dejando sin centros a centenares de niños. La ayuda con material escolar ha comenzado a llegar gracias a donaciones de otros puntos.
También preocupa la supervivencia de la flora y fauna locales. La lluvia de ceniza, advierten desde el Plan de Emergencias Volcánicas de Canarias (Pevolca), “podría estar afectando ya al ecosistema marino” en la costa suroeste, lo que llevaría a “cambios drásticos” en la productividad del fondo marino.
También han alzado la voz asociaciones de aves como SEO Bird Life que calculan que la erupción ha afectado a unas 34 especies diferentes “por la exposición del humo y los gases tóxicos”. Entre ellas, el busardo ratonero, el cernícalo vulgar, el gavilán canario y otras nocturnas como el búho chico, el pinzón vulgar canario o el reyezuelo sencillo.
Los apoyos, logísticos y sentimentales, no cesan mientras continúa la lucha para lograr minimizar en lo posible un drama que aún no ve su final.