Verónica Casado: "Algunos nutricionistas son unos charlatanes"
La mejor médico de familia del mundo insiste en que la salud de los españoles es buena, y da las claves para seguir mejorándola.
¿Cuál es el secreto para tener una buena salud? La pregunta parece compleja pero Verónica Casado, Mejor Médico de Familia según la Organización Mundial de Médicos de Familia (WONCA), tiene muy clara su respuesta: “Ser feliz”.
Con este breve consejo cierra su entrevista con El HuffPost Life. “Cuando acababa la consulta les decía siempre a mis pacientes: ‘Por favor, sé feliz’. Porque una persona feliz intenta tener una visión positiva de las cosas, se ríe, tiene mejores relaciones sociales... y su salud mejora”, añade.
Habla en pasado porque en julio fue fichada como consejera de Sanidad de la Junta de Castilla y León por Ciudadanos. Pero esta charla no va de política, hoy la conversación va de medicina y prevención. La especialista acaba de publicar el libro Las reglas de la salud (Espasa), que pretende ser una guía para estar sano. O mejor dicho, seguir estándolo. Casado es una firme defensora de que en este tema ‘España va bien’. Muy bien.
¿Cómo definiría la salud de los españoles?
Creo que es muy buena y no solamente lo creo yo. Está el Informe Bloomberg de 2018, que decía que España es el país más saludable del mundo en una comparativa de 169 países. Al meterse en las tripas del estudio, te das cuenta de que lo relacionan con dos cosas: por un lado con la alimentación, la dieta mediterránea, y por otro, con nuestra atención primaria de calidad. Y es cierto. Desde hace años hay muchos investigadores de sistemas sanitarios que dicen que los países que tienen una atención primaria potente tienen mejores niveles de salud y menores tasas de morbimortalidad [mortalidad por enfermedades], por eso creo que somos una población sana. ¿Que podemos mejorar algunas cosas? Por supuesto, sino no hubiera escrito el libro, pero básicamente es una población sana.
¿Mucho mejor ahora que cuando empezó hace 30 años?
Claramente es mejor. Cuando vas a los indicadores clave del Sistema Nacional de Salud y ves cómo han evolucionado los de morbimortalidad evitable imputables a la atención primaria, todos y cada uno han mejorado. Eso quiere decir que el nivel de salud ha mejorado y ahí tiene mucho que ver haber incorporado las actividades de promoción y prevención en la atención primaria. Cuando un paciente viene porque tiene un catarro o un dolor de estómago, y tú aprovechas para ver si se ha hecho el test de sangre oculta en heces o para valorar si fuma o si bebe alcohol. Esas actividades tienen mucho impacto sobre la salud.
¿Eso está directamente relacionado con lo que se dice en el libro de que la mayor parte de los problemas de salud en España se solucionan en atención primaria?
Sí. Entre el 85 y 93% de todas las demandas que tenemos en atención primaria se quedan en atención primaria porque se solucionan aquí.
Antes decía que había cosas que se podían mejorar, ¿cuáles?
La salud nos preocupa y hay muchas cosas en que hemos mejorado. Somos menos sedentarios, hacemos más ejercicio, comemos mejor, aunque incorporamos algunas cosas como las comidas preparadas o las comidas muy calóricas que no son demasiado correctas, el tabaquismo ha bajado... Aunque aquí hago una llamada porque los datos en mujeres se han estabilizado. Debemos tener perspectiva de género, hay que conseguir que las mujeres también disminuyan su hábito de tabaco y no solo los hombres. Las mujeres fumadores también tienen infartos y también tienen cáncer de pulmón. En alcohol, no sé si es porque somos un país productor, pero tenemos una media de consumo excesivo. Y también las adicciones. Todo eso nos dice que tenemos que seguir trabajando para que nuestra salud siga siendo buena.
Y en la automedicación, ¿tenemos que mejorar?
Es curioso porque tenemos los dos polos. En algunos casos tenemos tanto miedo a la automedicación que con un catarro nos vamos corriendo al médico cuando sabemos que se pasa a los siete días con médico, sin médico y a pesar del médico, y que el tratamiento es un analgésico y un antitérmico. Eso lo podemos hacer, los problemas banales, los más frecuentes, se pueden resolver con consejos prácticos. Hay que potenciar el autocuidado y saber en qué momento me tengo que preocupar.
¿Ahí está el motivo de que las consultas estén llenas?
Claro. Muchas veces preguntaba a mis pacientes: ‘¿Tú crees que tu abuela iría por este motivo al médico?’. El asunto es que si se nos llenan las consultas de problemas banales acaban perdiendo los paciente que tiene más necesidades, porque su enfermedad es crónica, porque tiene múltiples patologías, porque toma muchos medicamentos, porque es un paciente anciano, porque es un paciente inmovilizado en domicilio, porque tiene cáncer o porque precisa cuidados paliativos. Hay que intentar usar bien el sistema sanitario, porque si no lo usamos bien sobresaturamos y no damos la tan buena respuesta que podría darse.
¿Nos pasamos yendo al médico o nos quedamos cortos? ¿Hay término medio?
Afortunadamente hay gente que está en el medio, pero es cierto que hay gente hiperfrecuentadora y hay otras personas que nos necesitan y a veces por falta de tiempo o por miedo no vienen a vernos. Tan malo es una cosa como la otra. Sí que es verdad que tenemos que abrir un poco la manera de ver a los pacientes porque yo he tenido casos de personas que venían mucho con alguna dolencia y luego en el fondo lo que estaban diciendo es que había un problema familiar que no se atrevían a contar, que había soledad o que había un condicionamiento social.
¿Qué es lo que médicamente más le preocupa de cara al futuro?
Hay dos elementos que a mí me preocupan especialmente que son el tema de no vacunarse, porque pueden volver a aparecer enfermedades que eran más raro que estuvieran y que parecía que estaban erradicadas, y el mal uso de los antibióticos. Este mal uso hace que podamos tener resistencia y lo que puede hacer es que antibióticos que antes curaban enfermedades ya no sirvan. Aquí puede haber problemas.
Hace poco la OMS clasificó el síndrome de estar quemado (burn-out) como una enfermedad mental. ¿Lleva eso a consulta?
Sí, lleva y con frecuencia. Lo cierto es que hemos tenido muchísimas consultas en relación a ese tema, con profesionales quemados y personas acosadas y sometidas a determinado tipo de violencia. Todas esas cosas son frecuentes y es importante que estemos atentos porque si no las vemos y no las hacemos visibles, pueden hacer que la persona tenga una carga de sufrimiento muy importante.
¿Y eso se traduce también en enfermedad física?
Claro, casi siempre. Salvo que tengas mucha confianza con tus pacientes, normalmente empieza con síntomas mal definidos ‘me duele la cabeza’, ‘estoy triste’, ‘he perdido peso’, ‘me duele el estómago’... Son simples quejas y malestares que no dicen nada hasta que un momento determinado preguntas: ‘¿Qué tal te va en casa? ¿Qué tal te va en el trabajo?’. Ahí es donde empiezas a encontrar que detrás de esos malestares hay problemas psicosociales.
Entre las 20 reglas de la salud se incluye la importancia de dedicarse tiempo, ¿por qué?
Cuando tenemos una vida en la que vamos corriendo a todas partes y no estamos con la gente que nos quiere y a la que queremos… al final nos termina pasando factura. Es muy importante que seamos capaces de autocuidarnos, querernos, mimarnos. Es probablemente una de las reglas más importantes para la salud. Dedicar tiempo a uno mismo, tener una actitud positiva ante la vida, tener una pasión, algo por lo que luchar es absolutamente clave. Luego la última regla es reírse. Hacerlo todos los días. El poder curativo de la risa es evidente.
Antes hablaba de la importancia de la alimentación y es verdad que en los últimos años hemos experimentado un boom de nutricionistas. ¿Es tan terrible nuestra alimentación?
Esas cosas me dan mucho miedo porque como en todo hay gente que sabe muchísimo y que son grandísimos nutricionistas y otros que son charlatanes. Hay que tener muchísimo cuidado. Al final lo mejor sigue siendo la pirámide de los alimentos. Somos un país que tiene muchísima suerte porque tiene mucha fruta y muchas verduras, y esa tiene que ser la base fundamental de nuestra alimentación. Dedicar tiempo a cocinar y a la dieta mediterránea también es una manera de autocuidarnos.
¿Entonces no lo hacemos tan tan tan mal como nos dicen?
Para nada, si lo hiciéramos tan mal el informe Bloomberg no nos hubiera situado en el primer lugar. Eso no quiere decir que a veces por la vida que llevamos nos comemos una hamburguesa, una pizza o una fabada preparada. De manera puntual no pasa nada pero donde estén unas buenas lentejas, un buen pescado o una buena ración de verduras... nuestra alimentación es mucho más equilibrada.
En salud, ¿qué es prevenir?
La clave. Es tener hábitos saludables como consumir poco alcohol, hacer ejercicio, etc. Pero también es hacer seguimiento de los factores de riesgo cardiovascular, tomarme la tensión cada equis tiempo para ver si soy hipertenso, controlarse si tengo familiares diabéticos… Y también hacerme determinadas pruebas que son poblacionales para evitar tres tipos de cáncer —cuello de útero, colon y mama—, que son hacerse citologías, hacerse mamografías y hacerse la sangre oculta en heces.
¿Tanto prevenir puede llevar a la obsesión?
No tienen nada que ver. Hay que diferenciar prevenir de los chequeos. Los chequeos en sí mismos ya están muy devaluados porque incluso pueden introducir agobios a la persona. Lo que tenemos que saber es qué hacer en cada tramo de edad para tener una mejor salud. Por mucho que me quiera hacer una colonoscopia todos los años o me quiera hacer una placa de torax no me va a prevenir de una enfermedad. Lo que me previene es hacer ciertas cosas, tener unos hábitos saludables, y hacer lo que sabemos que debemos hacer para detectar de manera precoz determinados problemas de salud como puede ser un cáncer.
¿La mejor receta para tener una buena salud?
Ser feliz. Cuando acababa la consulta le decía a mis pacientes: ‘Por favor, sé feliz’. Cuando una persona feliz intenta tener una visión positiva de las cosas, intenta aceptar las cosas que no le gustan y no puede cambiar, se ríe y tiene vida social, su salud mejora. Hay personas que pueden tener varios achaques pero se pueden sentir sanos porque están perfectamente adaptadas, tienen sus problemas controlados y son felices. Y hay otras personas que no tienen ninguna enfermedad definida pero tienen múltiples malestares y se sientan enfermos.