Valverde no es el culpable de los males del Barça
Hay diversas y convincentes razones para exculpar al entrenador extremeño.
Ríos de tinta han corrido culpabilizando a Valverde del mal juego del Barcelona. Pareciera como si el plantel hubiera renunciado a sus esencias por insistencia del técnico extremeño, quien supuestamente no tiene el manido ADN Barça. Nada más lejos de la realidad. El equipo no se encuentra a sí mismo por diferentes causas, si bien la responsabilidad de su preparador no es mayor que la de la directiva o la de los propios jugadores. No obstante, hay diversas y convincentes razones para exculpar a Valverde.
Planteamiento coherente sin éxito
El entrenador dispone un mediocampo con el que la mayoría de los hinchas comulgan: Busquests, De Jong y Arthur (cuando a este último sus recurrentes ausencias no le impiden jugar). Y sin embargo, el equipo no juega todo lo coral que debiera, apenas se asocia y deja la iniciativa casi siempre al rival. Se refugia y sale al contragolpe, mitigando con ello las enormes cualidades de De Jong, quien no brilla igual que en el Ajax. No hemos visto aún las grandes virtudes del fabuloso centrocampista tulipán, una de las grandes revelaciones en la pasada edición de la Champions. Él mismo se ha preguntado en una reciente entrevista el motivo por el que el Barcelona un día juega bien y otro mal, sin hallar una verdadera causa al entuerto. Mientras, Valverde, cuando ha intentado espolear a la plantilla e introducir cambios en la medular –sirva de ejemplo el último choque ante el Alavés, con las entradas de Vidal y Aleñá– no ha obtenido los resultados deseados. Tampoco ha funcionado Rakitic, a quien se vio superado en los duelos ante la Real Sociedad y el Real Madrid.
Envejecimiento del vestuario. La media de edad es de 26,6 años, aunque no es una cifra altísima, sí que lo es la de su núcleo duro, el famoso “club de amigos”: Messi, Suárez y Piqué tienen 32; Busquets 31 y Jordi Alba 30. Rakitic y Vidal también sobrepasan la treintena. Por su parte, las piezas que debían rejuvenecer el engranaje –Griezmann, Arthur, De Jong, Dembélé, Lenglet y Junior– no terminan de dar un paso al frente y el equipo se resiente. Se le ve alicaído y sin energía en muchos tramos de los encuentros. Los varapalos de Roma y Liverpool escocieron enormemente a la plantilla, que parece seguir afectada por esas eliminaciones, como si la rutina de ganar el campeonato doméstico no tuviera el reconocimiento ni la valía que se le atribuye a la Copa de Europa.
Eternas comparaciones con el Barça de Pep. El recuerdo de aquella etapa permanece latente en el imaginario colectivo de los culés. Fue tan espectacular que su huella permanece indeleble, y por ende, es complicado que el aficionado azulgrana no rememore tal época y la añore. Es preciso ser objetivo y apreciar lo que hay hoy. Xavi, Iniesta y un joven Busquets son irrepetibles. Jugadores de época. No es fácil encontrar en la cantera futbolistas de ese calado y trascendencia, y por tanto la parroquia azulgrana no debería exigir que el plantel de Valverde jugara como aquél.