Así planean condenar a Trump con la ayuda de sus seguidores
Al menos cinco de los asaltantes han declarado que seguían las órdenes de su presidente cuando irrumpieron en el Capitolio.
Las declaraciones de los fanáticos de Donald Trump que participaron en el letal asalto al Capitolio el 6 de enero pueden jugarle una mala pasada al ya expresidente durante su segundo impeachment.
Al menos cinco de los asaltantes han declarado que seguían las órdenes de su presidente cuando asaltaron el edificio gubernamental para impedir la certificación de la victoria electoral de Joe Biden. Esos comentarios, que han quedado registrados en entrevistas con la prensa y con agentes federales, pueden convertirse en la piedra angular de la acusación de los demócratas.
“Yo solo estaba obedeciendo a mi presidente. Solo hice lo que nos había pedido. Nos pidió que viajáramos [a Washington, D.C.]. Nos pidió que fuéramos allí”, declaró Jenna Ryan, una agente inmobiliaria de Texas que publicó una foto en Twitter posando frente a una de las ventanas rotas del Capitolio.
Jacob Chansley, el ‘vikingo’ del Capitolio, también ha apuntado a Donald Trump.
Chansley llamó al FBI el día siguiente de la insurrección y les dijo a los agentes que había actuado “a petición del presidente, que había solicitado que todos los patriotas fueran a Washington, D.C. el 6 de enero de 2021”, según ha quedado registrado en los documentos judiciales.
El abogado de Chansley trató de conseguir, en vano, un indulto para su cliente antes de que Trump terminara su mandato, alegando que Chansley “sentía que estaba respondiendo a la llamada de nuestro presidente”. Las autoridades, por su parte, señalan que Chansley le dejó una nota amenazante en el Capitolio al entonces vicepresidente, Mike Pence: “Es cuestión de tiempo, pero se hará justicia”.
Trump es el primer presidente de la historia que afronta dos impeachments y el primero también en afrontar este juicio político tras haber dejado el cargo. En esta ocasión, se le acusa de “incitar a la violencia contra el Gobierno de los Estados Unidos”. Butch Bowers, el que será su abogado durante el impeachment, no ha querido hacer declaraciones a la edición estadounidense del HuffPost.
Los argumentos de apertura empezarán la semana del 8 de febrero, ya que los demócratas del Congreso consideran necesario que el país entero reflexione bien sobre lo que ha sucedido antes de seguir adelante.
Durante semanas, Trump animó a sus seguidores a combatir el resultado electoral y les instó a viajar al Capitolio el 6 de enero para presionar a Mike Pence para que no certificara la victoria de Biden. El entonces presidente se dirigió a la multitud de seguidores que habían acudido y, poco después, estos asaltaron el Capitolio.
“Jamás nos rendiremos. Jamás cederemos. Las cosas no funcionan así. No cedes cuando te han robado. Nuestro país ya ha tenido suficiente. No les consentiremos nada más”, dijo Trump.
Luego les dijo: “Si no lucháis duro, dejaréis de tener un país”, y les pidió que marcharan al Capitolio “de forma pacífica y patriota” para hacerse oír.
Trump no ha asumido ninguna responsabilidad por haber fomentado la violencia e incluso dijo días después: “La gente piensa que lo que dije fue totalmente apropiado”.
A diferencia de un juicio criminal, en el que existen reglas muy estrictas que determinan lo que es una prueba y lo que no, el Senado puede considerar como prueba todo lo que le parezca oportuno. Y si demuestran que las palabras de Trump surtieron un efecto real, mejor aún. Los académicos dan por hecho que se utilizará como prueba en el juicio político.
“Utilizar las declaraciones de esas personas sería una forma de demostrar que, si la gente hizo y dijo lo que Trump hizo y dijo, es razonable pensar que Trump podía prever que esas personas iban a interpretar sus palabras tal y como lo hicieron”, explica Frank Bowman, catedrático de Derecho Constitucional en la Universidad de Missouri.
Un bombero retirado de Pensilvania le dijo a un amigo que había viajado a Washington, D.C. con un grupo de gente y que esa gente escuchó el discurso de Trump y seguidamente “siguió las instrucciones del presidente” y fueron al Capitolio, según consta en los documentos judiciales. A ese hombre, Robert Sanford, se le acusa de lanzar un extintor que golpeó a tres agentes de policía.
Otro hombre, Robert Bauer, les dijo a los agentes del FBI que había “marchado al Capitolio porque lo dijo el presidente Trump”, según han redactado las autoridades. Su primo, Edward Hemenway, le dijo al FBI que tanto él como Bauer habían ido al Capitolio después de que Trump dijera “algo sobre tomar Pennsylvania Avenue”, la calle del Capitolio.
A fecha del 22 de enero, ya había más de 130 asaltantes enfrentándose a cargos penales, y los fiscales han asegurado que el número (y la gravedad de los cargos) va a seguir creciendo.
La mayoría de los arrestados se enfrentan a delitos como entrada ilegal en un edificio gubernamental y conducta desordenada, pero los fiscales han empezado hace poco a presentar cargos de conspiración contra tres miembros de un grupo paramilitar que, según las autoridades, planificó el ataque. Un grupo especial de fiscales está examinando si presentar también cargos de sedición, que acarrea penas de hasta 20 años de prisión, contra cualquiera de los asaltantes.
Son necesarios dos tercios de los votos del Senado para condenar a Donald Trump. Y aunque varios republicanos han criticado las palabras de Trump, todavía no se sabe cuántos están dispuestos a votar a favor de condenarle.
“Aunque las declaraciones de estas personas refuerzan la acusación, creo que Donald Trump se ha beneficiado de un Partido Republicano que no ha estado dispuesto a estudiar las pruebas”, comenta Michael Gerhardt, catedrático de Derecho en la Universidad de Carolina del Norte, que ya testificó en las audiencias del primer impeachment a Trump en 2019.
“Se mantuvieron a su lado durante todo ese juicio político. Siguieron pensando que la llamada al presidente de Ucrania fue perfecta y estoy seguro de que piensan que lo que dijo también fue perfecto. No hay nada que me haga pensar lo contrario”, advierte Gerhardt.
Este artículo fue publicado originalmente en el HuffPost Estados Unidos y ha sido traducido del inglés por Daniel Templeman Sauco.