Uno de cada cuatro adolescentes sufre depresión o ansiedad por el aislamiento
La exposición a sentimientos de miedo e incertidumbre ha supuesto un estrés añadido, según los expertos.
Las consecuencias emocionales y psicológicas derivadas de un año de aislamiento intermitente por el coronavirus están sobre la mesa. Uno de cada cuatro adolescentes sufre depresión o ansiedad por esta causa, han alertado los expertos sanitarios, según ha recogido el centro La Salud de Valencia.
“La adolescencia es una etapa de transición entre la infancia y la edad adulta que abarca desde los 10 a los 19 años, donde se produce un importante cambio a nivel físico y también psicológico y, por lo tanto, es un periodo de mayor vulnerabilidad ante problemas de salud mental”, ha explicado la doctora Gemma Ochando, psiquiatra infantil y juvenil de La Salud, según recoge Europa Press.
En esta pandemia muchos adolescentes han estado expuestos a sentimientos de miedo e incertidumbre. Los cambios en la rutina por el cierre de los centros escolares o la incorporación posterior en un ambiente de preocupación o tensión por los nuevos contagios tras su incorporación a las aulas, ha supuesto un estrés añadido a muchos de ellos.
“Las clases han pasado a ser semipresenciales, de manera que unos días acuden al centro escolar y otros días la clase es online. Esto puede conllevar dificultades en el sueño por cambio en los horarios y rutinas y las consiguientes repercusiones que puede conllevar la falta de un sueño adecuado en el aprendizaje escolar”.
Derecho a la salud mental
Este jueves Amnistía Internacional ha denunciado la nefasta gestión de la atención primaria durante la pandemia en España, que ha vulnerado el derecho a la salud física y mental.
Además, este miércoles el diputado de Más País Íñigo Errejón ha recordado en el Congreso que el 65% de la población tiene síntomas de ansiedad o cuadros depresivos, que el suicidio es ya la primera causa de muerte no natural doblando a los accidentes de tráfico y que el sistema ha registrado un 130% más de consultas sobre depresión, malestar emocional y ansiedad y se ha disparado el consumo de medicamentos al respecto.
Aumento de los posibles estresores
Entre los adolescentes “han aumentado los posibles estresores como son la vivencia de una posibilidad de contagio a ellos mismos o a sus familiares queridos, con sentimiento de impotencia al no poder protegerlos”. Así como “la incertidumbre generalizada sobre el futuro, el desempleo o las dificultades económicas que está conllevando la pandemia en la economía general, o la exposición excesiva a noticias inquietantes y poco adaptadas a su edad”, ha señalado Ochando.
Uno de los cambios más importantes a esta edad que ha conllevado la pandemia por coronavirus ha sido la alteración de las relaciones interpersonales. Ahora los jóvenes pasan más tiempo en casa con la familia que en la calle con personas de su edad. Ha disminuido el tiempo de contacto con los iguales, tan importantes en la formación de la identidad personal a esta edad.
Igualmente, se ha reducido la capacidad de conocer nuevos amigos o compañeros de su edad al limitar todas las salidas y actividades durante todos los meses que ha durado el confinamiento y las posteriores restricciones de movilidad. Desde el centro sanitario subrayan la importancia de que a esta edad la duración en meses de las restricciones supone un mayor impacto que en otras edades posteriores de la vida.
Pero no sólo ha disminuido la capacidad de esparcimiento al aire libre en compañía de amigos, añaden, sino que se ha producido también una imposibilidad para practicar deporte colectivo o actividades culturales, con la consiguiente disminución del ejercicio físico, aumento del sendentarismo, aumento del riesgo cardiovascular, peor comportamiento y condición física y menor autoestima.
“Por otra parte ―ha apuntado la doctora Ochando―, se ha producido también un distanciamiento de sus seres queridos no convivientes (abuelos, primos, tíos) con la preocupación de que pueda pasarles algo y el miedo a la pérdida. Estos miedos pueden surgir también de desinformaciones, rumores o bulos que no son siempre fundados, por lo que los padres han tenido que hacer una tarea añadida de informar a sus hijos ante la avalancha de noticias inquietantes recibidas”.
La especialista agrega que el aburrimiento y la disponibilidad de más tiempo en casa “han conllevado un aumento en el uso y abuso de la tecnología, que en algunos casos ha hecho agravar la dependencia a los dispositivos electrónicos”. “Aunque no todo ha sido negativo en este aspecto, ya que se ha convertido en una forma de comunicación con los amigos”, ha matizado.
Reforzar lazos afectivos
La situación de confinamiento y las restricciones a la movilidad que están viviendo los adolescentes puede haber aumentado los conflictos en casa al haber un mayor tiempo de convivencia intrafamiliar en un espacio limitado; pero ha supuesto también una oportunidad para reforzar lazos afectivos.
En esta línea, el Centro para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC) de Estados Unidos ha elaborado unas guías donde ofrece algunos consejos y herramientas útiles para mejorar la convivencia con los adolescentes (kit de recursos para padres Covid-19).
A nivel sanitario, también se han visto interrumpidas terapias y tratamientos específicos, lo que ha podido suponer una disminución en el seguimiento de patologías mentales, entre otras, y un empeoramiento de los síntomas en aquellos adolescentes que ya presentaban dificultades. Un estudio realizado en Reino Unido ha puesto de relieve que el 32% de los jóvenes con problemas de salud mental preexistente había empeorado en los últimos meses.
A pesar de todo esto, ha aseverado la doctora, “la experiencia en crisis humanitarias refleja que la mayoría de niños y adolescentes presenta una alta capacidad de resiliencia, o habilidad para superar la adversidad, sin desarrollar problemas de salud mental”. “Pero, esta capacidad de superación no elimina la necesidad de acompañar a los niños y adolescentes en este proceso”.
Por ello, Ochando pide a las autoridades “que tomen conciencia de las posibles repercusiones del distanciamiento social y de las restricciones en las relaciones entre los adolescentes y en su desarrollo social”.