¿Una recuperación asimétrica o excluyente?
Como mostraba 'The Economist', hasta que no acabemos con el virus debemos entender que seguiremos viviendo en la economía del 90%.
Los informes que tratan de recoger el comportamiento experimentado por la economía española durante esta fase de reactivación, así como el impacto de la pandemia en la economía y en los agentes socioeconómicos, muestran signos que no gustan a los mandatarios en el Gobierno. La reactivación de la economía europea, recogida para casi todos los países en las expectativas que mostraba el indicador compuesto de la OCDE, por ejemplo, comienza a darse; con un claro descuelgue de la economía española de esta. Y es que, por desgracia para nuestro país, los indicadores siguen ensombreciendo un futuro que, a la luz de los datos, se torna muy incierto.
Como recogen todos los informes al respecto, la economía española ha sido, probablemente, la economía más golpeada por la pandemia que hoy nos acontece. Y no solo estamos hablando en términos económicos, sino también en materia sanitaria. En este sentido, hablamos de un deterioro que deja a la economía española en una situación muy complicada, teniendo que afrontar la pandemia sin capacidad de recurrir a un fondo de maniobra que, como muestran las cuentas públicas, es inexistente; sin la capacidad de poder seguir incrementando una deuda que ya marca récords en su registro; así como, con el reto de crear más empleo que ninguna otra economía, ya sea por haber registrado la mayor destrucción de empleo del bloque comunitario, o por presentar, y ya de partida, una de las mayores tasas de paro estructural del conjunto de países que integran la Unión Europea.
En estos momentos, si uno se para a analizar todos los indicadores que se han mostrado al respecto, como digo, podemos observar ese claro descuelgue al que hacemos alusión. A día de hoy, la economía española es la economía que más empleo ha destruido con la crisis, pues, pese al menor acoplamiento de este respecto a crisis pasadas, se observa un claro deterioro que, sumado al ya existente, deja una situación muy preocupante para el país y su población activa. Por otro lado, comienza a preocupar la situación que muestra el mercado laboral, así como esa tendencia en la que, como siempre muestra la economía española, se observa una recuperación del empleo mucho más gradual que en otras economías homólogas. Lo que, si agregamos con el dato anterior, nos deja en una situación más complicada aún.
Si a esto le sumamos el deterioro que registran las previsiones, la contracción del PIB durante el segundo trimestre, así como los pronósticos que, como el de la OCDE, dejan a España como la economía más potencialmente afectada de darse un nuevo confinamiento, estamos hablando de un gran reto que, ante los precedentes y la dificultad que presenta la gobernabilidad en el país, deja un mal sabor de boca en aquellos gobernantes que tratan de aplicar respuestas para evitar el colapso al que se enfrentan dichas economías.
Y es que, pese a que, como recogen los indicadores, la disipación de las medidas de distanciamiento social han permitido la reapertura de sectores tan destacados como la industria, muchos economistas olvidan que están hablando de un sector que representa, en el mejor de los casos, el 16% del PIB. Y es que, pese a su mayor contribución en materia de empleo, es un sector entre otros sectores que, de igual forma, contribuyen al PIB español. En este sentido, otros sectores como puede ser el sector turístico, con una contribución cercana al 15% del PIB, se han visto en la obligación de, por ser negocios que requieren de la proximidad del individuo, quedarse estancados, a la espera de que el virus comience a dejar de ser una amenaza social.
Y es que, como recoge el último informe del Banco de España, hablamos de un 25% de empresas españolas que se encuentran en situación de quiebra técnica, así como una gran cuantía de personas que siguen sin salir de los ERTEs, o han perdido su empleo, todos ellos, y ellas, ligados a sectores que, como los citados, no encuentran cabida en esta nueva normalidad.
En este contexto, como dijo el propio The Economist, debemos saber que, hasta que el virus no se disipe por completo, la economía, incluyendo aquí a todas las economías del planeta, no funcionará a su máximo rendimiento. La posibilidad de que se den rebrotes, en un escenario en el que la alta tasa de contagio sigue siendo la principal característica que dota de peligrosidad al virus, sigue lastrando la reactivación de sectores que, como el turismo o el transporte, supeditan una gran parte de la economía española. Tal es el grado que, teniendo en cuenta la contribución indirecta y servicios auxiliares, estaríamos hablando de cerca del 25% del PIB.
Por esta razón, no sirve de nada seguir hablando de recuperación económica, cuando dejamos de lado sectores que, como el turismo, presentan una gran contribución a nuestro PIB o, por otro lado, se trata de convivir con un virus que, por la naturaleza que presenta, no permite la convivencia. Pues debemos saber que hablar de recuperación económica no es posible hasta que dicho virus se extinga; hablar de recuperación económica es entender el funcionamiento de nuestra economía; hablar de recuperación económica es no desechar nuestro modelo productivo; de la misma forma que, por último, hablar de recuperación económica, como decían nuestros gobernantes, incluye no dejar a nadie atrás, ni al 10%.