Una bala israelí destruye el sueño de un ciclista que iba a competir en los Juegos de Asia
Alaa Al-Daly, de 21 años, ha perdido su pierna tras los disparos del Ejército. Ni siquiera nueve operaciones han evitado la amputación.
El pasado 4 de mayo comenzó el Giro de Italia... pero no en Italia. La ronda ciclista arrancó en Jerusalén, en la zona israelí de la ciudad, para discurrir en las siguientes etapas por Tel Aviv y el desierto del Negev. Sin embargo, en paralelo a la fiesta a la sombra de las murallas centenarias, lejos del amadrinamiento de la top model israelí Bar Refaeli y de los 12 millones de euros pagados para lograr el inicio de la carrera tan lejos de la bota italiana, otra historia de ciclismo salía a la luz, menos rosa, con menos glamour y más dolor: es la de Alaa Al-Daly, un ciclista palestino de Gaza, al que han tenido que amputar una pierna tras los disparos que el pasado 30 de marzo recibió por parte del Ejército de Israel. Su sueño de competir ha acabado por ahora.
Como puedes leer en este tuit de Raquel Martí, directora ejecutiva de UNRWA España (la Agencia de Naciones Unidas para los Refugiados Palestinos), el joven, de 21 años, llevaba tiempo entrenándose en la Franja para representar a su país, Palestina, en los Juegos Asiáticos.
Según la agencia Reuters, el deportista participó en las protestas que se iniciaron hace ya mes y medio con motivo del 70 aniversario de la Nakba o catástrofe palestina, dentro de la campaña de 46 días de la Gran Marcha del Retorno, cuando recibió un disparo. El chico se encontraba preparando ya los Juegos Asiáticos, que se celebran este agosto en Yakarta (Indonesia), pero como las nueve operaciones a que fue sometido no han tenido éxito, al final ha habido que amputarle la pierna derecha. Y eso que soñaba hasta con el medallero, dice.
Al parecer, el daño era severo tanto en los huesos como en los tejidos, toda vez que recibió un disparo con balas explosivas, una modalidad que emplean las IDF israelíes que buscan precisamente hacer el máximo daño, pues se fragmentan y explotan cuando impactan en la carne. Su uso está prohibido por el derecho internacional, de hecho, y denunciado por Naciones Unidas en estas semanas de cargas.
En bicicleta llegó Alaa a la protesta, junto con varios amigos; sostiene que iba desarmado y que no portaba ni piedras, un clásico en las manifestaciones de jóvenes palestinos. Se encontraba a unos 200 metros de la valla de separación cuando fue atacado. Su familia pidió un permiso para que lo sacaran de Gaza y fuera atendido en Jerusalén Este o en Cisjordania, donde hay mejores hospitales, pero Israel no concedió ese permiso, sostienen los allegados.
"En el momento en que me dispararon y caí al suelo, supe que nunca podría montar en una bicicleta de nuevo", señala. "He estado entrenando durante meses, durante al menos seis horas al día para representar a mi equipo y levantar la bandera de mi país, Palestina, en los Juegos Asiáticos", se lamenta.
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Con varias medallas en su haber, Al-Dali, que reside en la ciudad sureña de Rafah, es miembro de la Federación de Motorsport, Motocicleta y Bicicletas de Palestina. Solo el año pasado, ganó tres premios locales, incluida la medalla de bronce en la Liga de Tokio 2, una carrera organizada por el Comité Olímpico Palestino en asociación con el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) y el gobierno de Japón.
Por el momento, al menos 40 gazatíes han muerto por estos ataques y otros cinco atletas han perdido las piernas debido a las heridas causadas por municiones explosivas.