Un verano de fiesta y alarma por pinchazos: “No vamos con más cuidado porque más no podemos tener”
Tras la alerta ante nuevas formas de sumisión química a mujeres, queda el mensaje habitual dirigido a ellas: "Nos dicen ‘tenéis que cuidaros’, pero no se educa a los tíos".
“Hace unos años fue la Manada y las violaciones en grupo, este año han sido los pinchazos, y el próximo, vete a saber”. La frase sale de boca de Carlota, una chica de 29 años que lleva un rato hablando con cuatro amigas sobre la percepción que han tenido este verano al salir de fiesta, en un contexto de cierta alarma social ante el goteo de casos de mujeres pinchadas por desconocidos en discotecas o festivales.
Por supuesto, las cinco amigas están al tanto de los casos y las noticias publicadas en los últimos meses sobre el tema. Le han dedicado reflexión y debate, y la conclusión es casi unánime: “No hemos salido con más cuidado porque ya no podemos tener más ”. “Vamos juntas al baño, intentamos no dejar a una amiga sola, nos alejamos de los grupos de tíos que tienen pinta de gritarte algo en un festival…”, describe Carlota. “Lo siguiente sería no salir”, añade Nuria.
No les gusta plantearlo como un “miedo”, pero reconocen que desde que tienen uso de razón salen de fiesta con “precauciones”. “Lleva habiendo agresiones toda la vida”, resumen.
Lucía, una de las cinco amigas que participa de la charla, admite que sí le han afectado las noticias sobre estos pinchazos. “Somos conscientes de que cuando salimos de fiesta corremos más riesgo que los hombres”, comienza. “Si de por sí sufro ansiedad, es una mierda tener que salir ahora con una paranoia que ya no es tanto paranoia sino realidad”, plantea la joven.
A estas alturas, se ha teorizado mucho –y desde muchas perspectivas– sobre cómo abordar los casos de pinchazos a mujeres en el ocio nocturno: si se debían tomar como casos de sumisión química, si había que desescalar la alarma porque total, en muchos casos no se encontraban sustancias inoculadas, si se trataba de un reto viral o de una ¿moda? que acabaría pasando, si convenía dejar de darle tanto bombo porque funcionaba como una barrera más a la libertad de las mujeres…
Dudas sobre el ‘método’ y algo claro: va contra las mujeres
Cuando se pregunta por esta cuestión a Pau Crespo, sociólogo, criminólogo y director del Máster Universitario en Intervención Interdisciplinar en Violencia de Género de la VIU, reconoce que lo que más le ha llamado la atención de este fenómeno es la falta de información sobre los perpetradores. “No tenemos nada”, dice. “No sabemos si está habiendo un mejoramiento o evolución del método ‘tradicional’ de sumisión química con la bebida, si estamos ante un movimiento en contra de las libertades de las mujeres que busca expulsarlas del espacio público y atemorizarlas, si hay que sumarle el efecto imitación”, enumera Crespo.
A principios de agosto, el ministro del Interior, Fernando Grande-Marlaska, anunció que había un total de 60 denuncias por pinchazos en toda España. El 16 de agosto, el Servicio Andaluz de Salud comunicó que había atendido hasta 96 posibles casos de pinchazos para sumisión química sólo en la región, 87 de ellos en mujeres.
Las autoridades municipales o autonómicas han ido contabilizando casos según se iban celebrando las fiestas estivales, pero todavía no hay un veredicto claro. Cierto es que en muchos casos no se han encontrado sustancias toxicológicas inyectadas en las denunciantes, pero eso no quita que el ‘mero’ pinchazo ya es violencia y delito, que se está amedrentando a las mujeres y que, más allá de los pinchazos, las agresiones por sumisión química ‘tradicionales’ se siguen produciendo.
De nuevo, el foco se pone en ellas: “Tened cuidado”
Tanto las jóvenes citadas anteriormente como especialistas en este tema comparten una crítica similar: una vez más, se está poniendo el foco sobre las mujeres. Así, el mensaje que ha quedado tras la alarma va dirigido a ellas –‘tened cuidado’– mientras que se obvia a los agresores o a los chicos en general. Catalina Perazzo, directora de Incidencia Social y Política de la organización Save The Children, advierte: “Nos preocupa que se genere la idea de que son las chicas las que se tienen que comportar de una manera distinta para protegerse de esto”.
Elisa, una de las chicas que comparte reflexiones con sus amigas mientras pasan unos días de casa rural, cuenta que le “asusta un poco” la manera en que se ha difundido el tema de los pinchazos en redes sociales. “Sólo he encontrado información respecto del pánico, tipo ‘¡Chicas, cuidado!’, en lugar de qué es lo que hay que hacer si ocurre, dónde hay que llamar o si hay puntos violeta en tal sitio”, dice. “Es sumar paranoia a un miedo que ya existe”, zanja.
“No sé cómo habría que hacerlo exactamente, pero creo que la difusión de noticias que se hizo fue nociva”, opina también Maru, que este verano ha salido “bastante” y no ha tenido miedo, aclara.
Michael, que a sus 17 años ha empezado a salir por la capital desde una localidad de la periferia madrileña, reconoce que en su grupo de amigos y amigas también han hablado del asunto, sobre todo por los casos “que se han hecho virales”; y les “preocupa”, dice. De momento, optan por alejarse de las zonas más masificadas de las fiestas.
“Ha habido preocupación”
Como presidente de la Federación Nacional de Empresarios de Ocio y Espectáculos, Ramón Mas coincide en que este verano “ha habido preocupación” entre las mujeres. No considera que las chicas hayan dejado de salir de noche, pero Mas ha notado esa percepción, sobre todo cuando comenzó la alarma social por los pinchazos.
Después “fue muy efectivo que el ministro [Marlaska] saliera a hablar y dijera que esto iba a tener consecuencias, que es un delito y no una broma”, sostiene. También lo fue, en su opinión, el establecimiento de protocolos en las discotecas: “Cuando ocurría [un pinchazo], se acompañaba [a la víctima] a la puerta, venía la policía con una ambulancia medicalizada, se le hacía una primera prueba y se la llevaba a un hospital para hacerle una segunda prueba”, apunta Mas.
A finales de julio, la patronal del ocio nocturno y el Ministerio de Igualdad dieron un paso al frente firmando un acuerdo por el que se comprometen a crear una mesa de trabajo para elaborar protocolos de actuación, formar al personal y establecer puntos violeta contra la violencia machista en discotecas. Ya extendidos en fiestas populares de casi toda la geografía española, los puntos violeta –que promueve Igualdad– tratan de dar a los asistentes “información necesaria para saber cómo actuar ante un caso de violencia contra las mujeres”, explica la web del Ministerio.
Ramón Mas asegura que en el ocio nocturno son “conscientes de que trabajamos con un sector de gente joven, donde se socializa” y que quieren “aumentar la seguridad de los espacios de ocio, que las clientas se sientan seguras y sepan qué pueden hacer en caso de que ocurra algo así”. “Era de recibo alinearnos con el Ministerio de Igualdad y posicionarnos en este punto”, afirma el presidente de la patronal.
Festivales de verano, bajo la lupa
Según datos del Ministerio del Interior que recoge Save the Children, las denuncias por casos de violencia sexual hacia la infancia y la adolescencia han aumentado más de un 70% en la última década, con un factor claro de estacionalidad por el que los mayores picos de delitos sexuales se producen en julio y agosto.
Organizaciones como Save the Children han optado por estar presentes este verano en algunos de los festivales más multitudinarios como punto de información para los asistentes. Su objetivo es dar pautas para prevenir e identificar distintas formas de violencia, derribar mitos del amor romántico e informar sobre los recursos donde pedir asesoramiento y ayuda. Atendiendo a los últimos estudios, la ONG ha detectado al menos dos tendencias preocupantes: no es ya sólo que la violencia de género tenga una “elevada incidencia” entre los más jóvenes, sino que uno de cada cinco adolescentes niega la existencia de la violencia machista y la considera un “invento ideológico”.
“Hace falta poner el foco en la educación y en el tema de roles, y consideramos que el espacio de los festivales ofrece una buena oportunidad para llegar a un público muy específico”, explica Catalina Perazzo, de Save the Children. Entretanto, se toparon con la cuestión de los pinchazos, lo cual les hizo confirmar una vez más la necesidad de actuar.
La organización apuesta por la prevención de las violencias –más allá de si incluyen o no sustancias químicas–, partiendo de que “se está jugando con el miedo [de las chicas] y reproduciendo unos roles sexistas que vemos desde hace tiempo en nuestros estudios”, apunta Perazzo. “Vemos que las propias adolescentes son las que se movilizan para hacer red y elevar la voz frente a esto”, dice, mientras que para los chicos la conclusión no es tan clara.
Dónde queda la educación preventiva
Carlota, la joven de 29 años cuyo testimonio abre este reportaje, lo expresa con otras palabras: “Me jode mucho cuando nos dicen ‘tenéis que cuidaros’ y no se educa a los tíos”. “No hay que quitarle importancia”, sostiene. “Al final, los tíos no están saliendo con miedo a que les pinchen o a que les violen; es otra vez las mujeres con miedo”, lanza.
Uno de los puntos que contempla la Ley de Garantía Integral de la Libertad Sexual (‘sólo sí es sí’), aprobada esta semana, es la inclusión de educación afectivo-sexual en todos los niveles educativos, algo que aplauden los expertos. Desde pequeños, hay que ir formando a los niños y niñas “en la autonomía del cuerpo, en las emociones, el consentimiento, que no tengan que recurrir a la pornografía para ‘aprender’, que entiendan lo que es una relación sana”, defiende convencida Catalina Perazzo.
“Otra vez mujeres protegiendo a mujeres”: toca cambiar el foco
Para Pau Crespo, frente a las agresiones sexuales sólo caben dos opciones. “Se puede volver al enfoque del miedo, paternalista y limitante que se aplicó tras los crímenes de Alcàsser por el que las mujeres dejan de acudir a los espacios, o se puede recurrir a la vía preventiva y educativa transversal, que es la que corresponde, tanto para los profesionales como en los centros educativos”, explica.
Todas las fuentes consultadas coinciden en que en los últimos tiempos ha aumentado la visibilidad de este tipo de violencias en casi todos los ámbitos, y eso es positivo. Pero el regusto siempre acaba siendo amargo. “Está genial que se pongan muchos puntos violeta en festivales y demás, pero, al final, están organizados por colectivos feministas”, señala Carlota. “Creemos que tendrían que establecerse por parte del propio festival y de las autoridades públicas, que organicen a gente formada en género que resuelva bien los problemas”, defiende la joven. “Que no sea otra vez mujeres protegiendo a mujeres, que queremos pasárnoslo bien, y punto”, resume.
Aunque elude hablar de “miedo”, Carlota reconoce que “últimamente” sólo sale “por bares LGTB”. “Es otro rollo, me siento mucho más segura en ambientes LGTB”, dice.
De nuevo, la responsabilidad, las decisiones y las limitaciones recaen sobre las mujeres. Y mientras, algunas de las medidas que toman las discotecas son repartir tapas para evitar que te echen droga en la copa o dar vasos de plástico con un mensaje en morado: “Cuida de tu bebida”.