Un brutal ataque talibán contra una base militar en Afganistán deja 140 muertos
Diez extremistas, con uniformes, ingresaron a la hora de la oración y acribillaron a los soldados.
El Gobierno de Afganistán decretó hoy domingo como día de luto nacional por la muerte el viernes de 138 soldados en un ataque talibán a una base militar en el norte del país. Es uno de los golpes más duros contra el Ejército local y demuestra que los extremistas ultraislámicos aún tienen un enorme poder de acción.
"Día de luto nacional: homenaje a los honorables y valientes soldados musulmanes del Ejército muertos durante el rezo del viernes", anunció hoy la oficina del presidente afgano, Ashraf Gani, en un mensaje en su cuenta oficial de Twitter.
Gani remarcó, según un comunicado, que "cada soldado es un héroe" al tener la "opción" de servir al país "por un mejor futuro" y recordó que ayer visitó en la provincia de Balkh, donde ocurrió el ataque, a algunos de los 67 soldados heridos.
En una reunión de emergencia el sábado, el presidente afgano contactó por videoconferencia con los gobernadores de las 34 provincias del país, además de algunos jefes de Policía y otras autoridades, sobre la situación de seguridad en el país.
El ataque de diez insurgentes vestidos con uniformes del Ejército (dos de ellos se inmolaron y el resto murieron en combate) se produjo hacia el mediodía, cuando los soldados abandonaban la mezquita dentro de la base militar tras las oraciones del viernes.
Según el presidente afgano, los insurgentes realizan este tipo de ataques contra "civiles, mezquitas, académicos, mujeres, jóvenes y niños" porque las fuerzas de seguridad han infligido "un número de bajas sin precedentes a los enemigos" en el campo de batalla.
Gani, que reconoció que Afganistán atraviesa "una etapa crítica", dijo que lo que está sucediendo no es una guerra "interna", sino que se está llevando a cabo una "campaña internacional" perpetrada por grupos terroristas para "desestabilizar" el país.
"Los grupos minoritarios no pueden cambiar nuestro objetivo", añadió, al tiempo que pidió a los talibanes que opten por el diálogo y no las armas.
"El Afganistán de hoy no es el de ayer, si realmente aceptáis el reto, venid a discutir y negociar con la gente, no a matarla", pidió a los talibanes el mandatario afgano.
ASÍ FUE EL ATAQUE
El asalto comenzó en la tarde del viernes, a la hora de la oración, y los enfrentamientos se extendieron por cinco horas. Los atacantes eran 10, vestidos con uniformes militar, lo que confundió a las tropas cuando llegaron en dos vehículos. Siete fueron abatidos, dos se hicieron estallar con explosivos que llevaban en el cuerpo, y el último fue detenido.
"Llegaron a bordo de Humvees y de camiones del ejército afgano y estaban vestidos con uniformes militares. Es evidente que tenían infiltrados en la base, si no ¿cómo habrían podido entrar?", comentaba un oficial. Los soldados fueron atacados en dos lugares donde se concentraban en ese momento: la mezquita, ya que era la hora de oración, y la cantina de la base. En ambos lugares estaban desarmados.
El presidente afgano, que visitó el cuartel militar para seguir de cerca la investigación de lo sucedido, calificó de "cobarde" el ataque porque se produjo cuando los soldados "participaban del rezo de los viernes". "Los atacantes son infieles", sentenció. También el Director Ejecutivo afgano, Abdulá Abdulá, remarcó el hecho de que los talibanes apuntaran a una mezquita. "El ataque en lugares sagrados está prohibido en todas las creencias", señaló.
Los talibanes lograron infiltrarse dentro del cuartel con cierta facilidad, hasta que uno de los puestos de control los detuvo. Allí se inmoló uno de los atacantes. Inmediatamente los restantes se dirigieron a la mezquita, donde ya estaban saliendo los soldados desarmados, y les dispararon indiscriminadamente. Otro grupo se dirigió a la cantina, acribillando a los que estaban allí.
Cuando los demás soldados afganos reaccionaron ya había decenas de cadáveres por el predio. A partir de ahí se dieron enfrentamientos intensos en distintos lugares de la base. El hecho de que los talibanes tuvieran uniformes militares generó confusión en la tropa.
Los talibanes, que reclaman la partida de todas las tropas extranjeras de Afganistán, reivindicaron inmediatamente el ataque en un comunicado firmado por su portavoz, Zabihulah Muyahid, quien aseguró que mataron a "más de un centenar de soldados". Los extremistas destacaron que cuatro de los diez comandos que participaron del ataque habían servido "durante mucho tiempo" en el Ejército afgano, y que por eso disponían "de toda la información" necesaria para perpetrar con éxito la operación.
El ataque de ayer fue el más contundente contra el Ejército afgano desde que el 1 de enero de 2015 la OTAN puso fin a su misión de combate en Afganistán, tras ceder de manera gradual a las Fuerzas Armadas del país la responsabilidad de mantener la seguridad.
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UNA DIANA HABITUAL
Según datos revelados por Estados Unidos, entre enero y noviembre del año pasado murieron al menos 6.785 miembros de las fuerzas de seguridad afganas, que constan de 352.000 efectivos e incluyen al Ejército y la Policía.
La OTAN continúa en Afganistán con alrededor de 13.000 efectivos en tareas de asesoramiento y capacitación, mientras que Estados Unidos mantiene a alrededor de 8.400 soldados, especialmente en tareas antiterroristas.
Desde el fin de la misión de combate de la Alianza Atlántica la violencia ha aumentado en el país asiático impulsada por el avance de los insurgentes, que han reducido el territorio en manos del Gobierno a apenas un 57% del total, según datos de EEUU.