Trump y la "brecha de los hombres blancos"

Trump y la "brecha de los hombres blancos"

Los hombres tienen una visión más individualista y buscan al votar un interés más particular.

Donald Trump. Jonathan Ernst / Reuters

La casualidad tiene más de argumento que de razón, por eso los mismos que hablan de la igualdad como un riesgo y de las mujeres como una amenaza son los que defienden el modelo de sociedad que otorga privilegios a los hombres a costa de quitarle derechos a las mujeres, y luego lo presentan como si se tratara del “orden natural”.

Y no sólo lo hacen con las palabras en las tertulias y redes sociales, sino que también lo llevan a cabo con hechos ante cualquier situación que permita reforzar el modelo, como ocurre a la hora de votar a aquellos hombres que prometen mantener su fortaleza y la bandera de la masculinidad en todo lo alto.

En un artículo de Michael Sokolove (The New York Times, 23-10-20), explica que la mayoría de los votantes de Donald Trump son “hombres blancos”, aunque, tal y como veremos,  hay que añadir otros adjetivos para definirlos mejor, como, por ejemplo, el de “heterosexual”, una referencia que les encanta utilizar para enfatizar que la esencia de su masculinidad está en la virilidad tradicional.

El análisis sobre las encuestas indica que el 48% de los hombres volverían a votar a Trump, mientras que sólo lo haría el 35% de las mujeres. Y si se analiza el indicador sobre la raza, resulta que el 53% de los hombres blancos votaría a Trump y el 41% a Joe Biden, una diferencia de 12 puntos. Por su parte, el apoyo de los hombres negros al actual presidente es del 11% y el de los hispanos el 35%, mientras que el apoyo de las mujeres de cualquier grupo (negras, hispanas y blancas) es mucho más bajo (6%, 23% y 35%, respectivamente).

Las marcadas diferencias entre hombres y mujeres se producen incluso en las familias y en los mismos espacios de convivencia, lo cual refleja la profundidad de ese posicionamiento y el tipo de elementos sobre los que está construido. Y lo que en cierto modo sorprende, es que dichas diferencias no se deben a una distorsión de los acontecimientos, sino a las distintas prioridades y valor que hombres y mujeres dan a los problemas sociales y a las iniciativas para abordarlos.

Los hombres tienen una visión más individualista y buscan al votar un interés más particular

El artículo describe que tanto hombres como mujeres reconocen los mismos problemas, sin embargo, la trascendencia que unos y otras dan a esos hechos para definir qué es “lo que en verdad importa” y su actitud ante esa conclusión, es completamente distinta.

Y ese diferente posicionamiento entre las mujeres y los hombres no es algo anecdótico ni menor, como hemos comentado en más de una ocasión a partir de lo que reflejan los estudios del CIS. Las diferencias son esenciales, y mientras las mujeres buscan a través la política el bienestar del país, y utilizan su voto pensando en el beneficio para la nación y su comunidad; los hombres, en cambio, tienen una visión más individualista y buscan al votar un interés más particular, tal y como destaca Michael Skolove tras el análisis de los estudios sobre el tema.

Esta situación es la que lo lleva a concluir que no se debe hablar de “brecha de género” al referirnos al voto en las elecciones americanas, como si se tratara de algo abstracto y general, sino que hay que denominarla “brecha de hombres blancos”, pues son ellos los que la generan.

Dos días después, el mismo medio publicó otro artículo, en este caso de Charles M. Blow, titulado El ejército de hombres blancos cabreados de Trump (The New York Times, 25-10-20), en el que escribe, “el patriarcado blanco, racista, sexista, xenófobo y todos aquellos que se benefician o aspiran a él están en una batalla contra el resto de nosotros, no sólo por el presente, sino por el futuro del mismo”.

Esa es la clave de lo que sucede con las posiciones conservadoras impregnadas en su esencia por el machismo, con independencia del lugar del planeta al que nos refiramos. La ultraderecha hace gala de ese machismo exhibicionista tan de moda en la actualidad en cualquier sitio, pero sólo es la punta de lanza de ese otro machismo silencioso y anónimo que define la normalidad y determina la realidad.

Porque el machismo es “abuso de poder”, de ahí su injusticia social, no sólo sexismo. El sexismo es su esencia y del que aprendió que lo que en un principio hizo con las mujeres podría hacerlo con cualquier otro grupo de personas, con la única condición de definirlo previamente como “diferente e inferior”. Por eso es importante ponerle adjetivos al “hombre” (heterosexual, racista, xenófobo, homófobo…) a la hora de entender todas sus discriminaciones y violencias.

Detrás de estas políticas y de todos los votos que las sustentan están los hombres, y entre ellos los hombres blancos, heterosexuales, sexistas, racistas, xenófobos, homófobos… a la cabeza

Lo triste de esta situación es comprobar que el elemento que ha permitido visibilizar el problema en EEUU ha sido el racismo, sin que el sexismo haya levantado una conciencia crítica similar a pesar de su omnipresencia. Por eso las sociedades en general permanecen ciegas ante el sexismo, la violencia de género y toda la injusticia social que aún hoy sufren las mujeres, porque quien mira es el mismo que define el paisaje. Y esa realidad aún hoy resulta difícil de reconocer, hasta el punto de que los avances que se producen en Igualdad dan lugar a reacciones por parte de los sectores más conservadores y machistas con el fin evitar medidas dirigidas a erradicar esa situación.

Lo vemos en España con los planteamientos de la ultraderecha y la complicidad de la derecha, como, por ejemplo, ha ocurrido en Andalucía al cambiar el teléfono contra la violencia de género para pasar a llamarlo “contra la violencia intrafamiliar”. ¿Ustedes creen que en EEUU, a pesar de Trump, se hubiera permitido cambiar un teléfono “contra el racismo” para denominarlo “contra la discriminación”, y decir que en ella se incluye el racismo?

Esos pequeños pasos del machismo son grandes muros para alcanzar la igualdad, porque a la dificultad de avanzar se une el retroceso en la conciencia.

Por eso detrás de estas políticas y de todos los votos que las sustentan están los hombres, y entre ellos los hombres blancos, heterosexuales, sexistas, racistas, xenófobos, homófobos… a la cabeza.

Nada es casualidad cuando el machismo es la causa.

MOSTRAR BIOGRAFíA

Aunque parezca extraño, soy Médico Forense, también Profesor de Medicina Legal de la Universidad de Granada, Especialista en Medicina Legal y Forense, y Máster en Bioética y Derecho Médico. He trabajado en el análisis del ADN en identificación humana, el análisis forense de la Sábana Santa, y en el estudio de la violencia, de manera muy especial de la violencia de género, circunstancia que llevó a que me nombraran Delegado del Gobierno para la Violencia de Género en el Ministerio de Igualdad. Los artículos que publica aquí también aparecen en su blog, pero tiene otro blog, donde escribe sobre la vida desde un ángulo mucho más literario.