Tokio, el mejor premio
La energía de nuestros deportistas y el empeño por hacer realidad sus sueños se convierten en la ilusión de todos, y nos unen en un escudo y unos colores.
Hay destinos a los que parece imposible llegar a veces. Son tantos los obstáculos, las barreras y las dificultades, que alcanzar ese horizonte final se torna en una quimera. Hace algo más de un año veíamos con inquietud la celebración de los Juegos Olímpicos y Paralímpicos de Tokio, pero sin certeza de que acabasen celebrándose. Hoy todo eso quedo atrás. La angustia y la incertidumbre se han disipado y la mayor competición deportiva a nivel mundial nos va a volver a dar la emoción y el estímulo que el deporte siempre aporta.
Pero llegar hasta aquí no ha sido fácil. La pandemia de la COVID-19 hizo que el mundo se paralizara y con él nuestras vidas al completo. Todos nos tuvimos que recluir en casa, deteniendo nuestras costumbres, nuestras rutinas. Fue muy duro, pero supimos adaptarnos con esa capacidad de resiliencia que todos tenemos y que sacamos de lo más hondo de nosotros. Y especialmente lo hicieron los deportistas, aquellos que vieron que su trabajo de tantos años se frenaba en seco. Primero con un confinamiento que alteraba por completo sus entrenamientos y, segundo, con la necesaria suspensión de la competición para la que llevaban tanto tiempo preparándose.
Aun así, el ingenio, la fuerza y las ganas de seguir hicieron que adaptaran a la nueva realidad sus formas avanzar pese a tanta excepcionalidad. Fueron pasando las semanas y desde el Gobierno, a través del Consejo Superior de Deportes, trabajamos denodadamente para que pudieran ir poco a poco volviendo a retomar sus planes de preparación. Se elaboraron detallados protocolos sanitarios, un programa específico para que los deportistas que iban a competir en el país nipón tuvieran la posibilidad de entrenarse sin que la incidencia de la pandemia les afectase, y se abrieron, por fases y con un control estricto, los centros de Alto Rendimiento.
Medidas para paliar las restricciones de movilidad, pero también medidas de índole económica. Porque el deporte y los deportistas son prioridad para este Ejecutivo y su dotación presupuestaria es esencial si se quiere garantizar su buen y exitoso desarrollo. Se han mantenido las becas ADO, claves para una buena preparación olímpica, con una dotación de 7,2 millones de euros; se han destinado 4,7 millones de euros al Comité Olímpico Español (COE) y 1,9 al (Comité Paralímpico Español) para la participación en los Juegos, lo que supone un 400% con respecto a la anterior asignación y la mayor otorgada en la historia del deporte español tras Barcelona 92; y se han equiparado y aumentado los premios que obtienen por medallas tanto los olímpicos como los paralímpicos.
El mejor ejemplo de que el deporte es eje fundamental de las políticas públicas actuales es que España es el único país que lo ha incluido en el Plan de Recuperación, Transformación y Resiliencia, al que se destinarán los fondos europeos y que para el ámbito deportivo contemplan una cantidad de 300 millones de euros para los próximos años. Un esfuerzo comprometido con el deporte y con lo que representa. Porque todo lo que aporta a nivel económico, social y cultural merece una gestión acorde a tan alto impacto en nuestro país.
Un país que en las próximas semanas tendrá puesta su mirada en Tokio. Con esperanza, con ilusión y con ganas de emociones compartidas. Porque la energía de nuestros deportistas, y el empeño por hacer realidad sus sueños se convierten en la ilusión de todos, y nos unen en un escudo y unos colores. Una unidad poderosa que nos hace por unos días, invencibles. Por eso, mi máximo reconocimiento a todos los que lo hacen posible.
Sí, estamos al final del camino, estamos en Tokio, todo un premio si volvemos la vista atrás y vemos los pasos que hemos dado para llegar hasta allí. Pero lo mejor es que ahora pueden llegar reconocimientos mayores en forma de medallas, de diplomas o de finales. Estamos ante la realidad, lejos queda ya la incertidumbre. La competición será atípica, sin duda, pero la ilusión y las ganas de los deportistas por dar lo mejor de sí mismos será la misma de siempre. Mi admiración por todos ellos, por querer llegar más lejos, más rápido, y más alto a pesar de las dificultades. Que nuestro aliento les acompañe en el momento de la verdad.