Lo que Simone Biles puede enseñarle al resto de deportistas con su ejemplo
Dos psicólogos especializados analizan qué hay detrás de los problemas de salud mental de la estrella americana y el modo de enfrentarse a ellos.
Simone Biles ha hecho “clic”. No ha sido su pierna derecha ni su tobillo, como inicialmente ha creído (¿o hecho creer?) el equipo de gimnasia de EEUU. Lo que ha fallado en la megaestrella de estos Juegos Olímpicos ha sido otra cosa: la salud mental, como ha reconocido ella misma, que ya venía dando avisos horas antes de competir.
Un mal salto nada más arrancar la final de gimnasia artística por equipos fue el detonante de una retirada que ha puesto la competición patas arriba, no solo la del martes. Este miércoles se ha conocido también su retirada de la final individual de mañana. Aún queda por conocer si intervendrá en las otras cuatro que aparecen en su programa desde el domingo (salto, asimétricas, suelo y barra fija, del 1 al 3 de agosto). El equipo de gimnasia de EEUU explica que la decisión en base a las revisiones diarias a las que someterá a su representante. Compita en ellas o no, su ejemplo puede servir de inspiración para el resto de deportistas, como explican psicólogos deportivos a El HuffPost.
“Que en estos Juegos no haya tantos perfiles mediáticos, Naomi Osaka y pocos más, le ha penalizado. Verse en todos los focos ha podido quizás con ella”, confiesa el psicólogo deportivo Cristhian Fernández. Explica que el salto deficiente “solo le ha dado la información que ya tenía en la cabeza y que le fuerza a centrarse en lo negativo. En otro momento sería capaz de rehacerse, pero ya se veía que no estaba a su mejor nivel mental”.
Incapaz de rehacerse tras la crisis del martes, Biles no estará en la final individual por aparatos. Fernández, conocedor de las dificultades para reactivar su estado en una situación así, planteaba como posibles soluciones de última hora labores de “reenfoque, de diálogo interno, de motivación personal y desde sus entrenadores”. No obstante, ese “mal momento que ya arrastraba” ha pesado más por ahora. En el horizonte, cuatro finales más y la posibilidad, en este punto remota, de “liberarse al haberse quitado esa mochila de piedras por la presión de tener que ganar todo”, como lo llama el especialista.
Su colega Yolanda Cuevas se adentra en otro término habitual entre los preparadores al conocer el ‘caso Biles’: la resiliencia, la conocida habilidad para levantarse en los malos momentos. Para ella, “el deportista necesita la adversidad para entrenar esa habilidad” y cree que episodios como el vivido en el pabellón de gimnasia pueden servir de inspiración al resto de deportistas.
La propia Biles reconocía en sus redes horas antes de competir que sentía “el peso del mundo sobre mis hombros. Sé que lo olvido y hago que parezca que la presión no me afecta, pero maldita sea, a veces es difícil”. Tras su abandono, añadía en la rueda de prensa posterior lo mal que lleva la cantidad de tuits, menciones y titulares con su nombre.
Ante eso, lo principal es, comenta Cuevas, “el autocuidado y la autorregulación para no perderse entre críticas y alabanzas”. Aplaude las palabras de la joven estrella sobre la importancia de cuidarse por encima de competir. “Este es un buen ejemplo para otros deportistas: nada más importante que proteger nuestro equilibrio emocional... Parece más importante una lesión física que una emocional y así nos va”, añade muy enfáticamente la psicóloga.
El caso de la gimnasta, que cita como referente a Naomi Osaka por ser otra estrella que ha puesto de relieve sus problemas de salud mental (y que casualmente cayó eliminada el mismo día). La tenista japonesa, encargada de encender el pebetero olímpico, abandonó meses atrás Roland Garros porque no era capaz de hablar con la prensa. Admitió públicamente su ansiedad y haber vivido episodios depresivos.
Dos “valientes” que han roto el “tabú de la salud mental” al que tantos otros se enfrentan en silencio por miedo a la incomprensión, explica Cristhian Fernández. A su terapia le llegan casos idénticos, independientemente de que sea en otro nivel de repercusión. El problema está muy presente y rara vez se trata antes de que estalle, lamenta: “Algún deportista ha venido sin una demanda concreta y eso es lo ideal, adelantarse a los problemas, pero pocas veces ocurre, lo normal es que los deportistas vengan por un problema, cuando ya existe”.
Cita dos perfiles, un futbolista que de un año para otro no era capaz de aguantar más de cuatro minutos en el campo porque la ansiedad no le dejaba respirar y una taekwondista que llegó a desmayarse en una competición. Ambos han mejorado, aunque con un trabajo de fondo. “La taekwondista ha llegado a ser internacional con España, incluso”, apunta. Sobre ese otro entrenamiento, Cristhian pide paciencia: “Trabajándolo se puede reparar, pero requiere un trabajo que no es corto, que no es de 1-2 sesiones. Puedes estar seis meses sobre ello, pero se mejora”.
El psicólogo asume esta carencia en buena parte del ámbito deportivo. “A muchos de los competidores les faltan muchas habilidades para saber afrontar problemas como este”. Interrumpe su explicación. No habla únicamente de personas con el estigma de ‘débiles psicológicamente’, remarcando ese concepto.
“Incluso los mejor preparados mentalmente pueden fallar. Rafa Nadal, uno que todos pondríamos como ejemplo de fortaleza mental, falla en ocasiones. Recuerdo una competición en la que su rival le descentró con un saque antes de tiempo, Nadal protestó al árbitro, tuvo un problema con los recogepelotas y acabó perdiendo”, destaca.