Siete cosas que deberías saber sobre el cerebro de un adolescente
La experta en neurociencia Sarah-Jayne Blakemore explica por qué tu hijo adolescente a veces no es capaz de controlar su comportamiento.
La transición de la niñez a la adolescencia no es sencilla ni para los púberes ni para los padres que viven con ellos bajo el mismo techo. De hecho, ver cómo su bebé pasa de ser un niño educado a un adulto con sus propias ideas sobre la vida puede ser una verdadera fuente de tensión para las familias.
Pero Sarah-Jaune Blakemore, madre y profesora de neurociencia cognitiva en la University College London (Londres, Reino Unido), está especializada en estudiar el cerebro de los adolescentes y sostiene que los padres no deberían demonizar a los adolescentes en casa.
En lugar de eso deberían tratar de aprender más acerca del funcionamiento del cerebro adolescente y emplear ese conocimiento para educarlos correctamente. En especial, porque es fácil olvidar cómo se era a esa edad.
"Resulta muy empoderador aprender acerca de lo que ocurre en su cerebro y la relación con el estado de ánimo y el comportamiento", señala Blakemore. "A mí me ayuda como madre para entender por qué suceden estos cambios y conocer la explicación biológica detrás de cada uno de ellos", añade.
El adolescente está programado biológicamente para reivindicar su independencia
Quizá te parece un acto de rebelión diseñado específicamente para hacer daño a los padres, pero la verdad es que ese deseo de independencia es un cambio biológico en el cerebro que atraviesan todos los animales, no solo los humanos, explica la experta.
"Todos los animales pasan por esta fase para llegar a ser independientes de sus familias. Por ejemplo, en el caso de los ratones y las ratas, ocurre tras unos 30 días de vida. La independencia de los padres forma parte indispensable del periodo de la adolescencia. Y para conseguirlo es necesario forjar una identidad propia, crear un grupo de iguales, experimentar y probar cosas nuevas", ilustra.
Asumir riesgos con sus amigos es parte del proceso de crecimiento
Igual que un adolescente reivindica su independencia de forma natural (algo que los padres deben apoyar), también es probable que presente conductas arriesgadas. En especial en un contexto en el que, por ejemplo, estén rodeados de amigos.
"Hay muchas pruebas que indican que los adolescentes son muy susceptibles a la influencia de los iguales. Los comportamientos que nos preocupan (fumar, beber alcohol, probar las drogas, conducir temerariamente) son cosas que no hacen solos. Asumen esos riesgos cuando están acompañados de sus amigos", apunta Blakemore.
Y añade: "Tienen el impulso de hacerlo porque son particularmente sensibles a ser excluidos por su grupo de iguales. Su principal objetivo es evitar la exclusión social a cualquier precio, lo cual puede conducir a que sean más influenciables por parte de sus amigos que por cualquier otro grupo de edad".
Si les cuesta levantarse por la mañana no es que sean vagos
Cuando un adolescente se atrasa constantemente el despertador, solemos achacarlo a la pereza que siente por no haberse acostado a una hora sensata. Pero Blakemore no opina lo mismo: "Los adolescentes experimentan cambios en los ritmos circadianos: en el caso de los adultos, la melatonina (la sustancia química que nos ayuda a conciliar el sueño) se segrega al anochecer cuando deja de haber luz. No obstante, durante la adolescencia la melatonina se produce más tarde, así que los jóvenes tienen menos sueño por la noche y les cuesta más levantarse por la mañana", argumenta la experta. "En realidad les estamos pidiendo que se levanten pronto para ir al colegio en medio de su noche biológica", sostiene.
Un adolescente puede tener aspecto de adulto, pero eso no quiere decir que su cerebro funcione igual
De acuerdo con Blakemore, una de las partes más complicadas para los adolescentes es lidiar con el hecho que las personas a su alrededor les traten de forma distinta y tengan muchas expectativas sobre ellos cuando, en realidad, carecen de la capacidad mental y experiencia de un adulto. De hecho, los científicos descubrieron recientemente que el desarrollo cerebral continúa más allá de los 20 años.
"Tu hijo de 14 o 15 años puede tener aspecto de adulto y ser más alto que tú, pero eso no significa que su cerebro funcione como el de un adulto", recuerda Blakemore. "El cerebro tiene un desarrollo lento y prolongado durante los años de la adolescencia que se extiende hasta los 20-29 años. Estas regiones del cerebro se encargan de tareas como planificar, tomar decisiones, la autoconciencia e inhibir los comportamientos arriesgados", añade.
Los padres pueden ayudarle con la toma de decisiones
¿Tienes la sensación de que tu hijo adolescente rechaza cualquier oferta de ayuda? Tal vez lo estés planteando de forma errónea. Blakemore asegura que la mejor manera de ayudarlo es apoyarlo para que las soluciones nazcan de él.
"El cerebro de los adolescentes continúa en proceso de desarrollo, por lo que resulta de gran utilidad apoyarlos a la hora de planificar y tomar decisiones, así como tener empatía para entender por qué no toman las decisiones que tomarías tú como adulto", aconseja.
No lo olvides: tú también fuiste joven
Es algo que a veces se olvida, pero deberías echar la vista atrás y recordar que un día tú fuiste ese hijo adolescente (si no lo crees, echa un vistazo a tu diario de entonces, sugiere la experta).
"Al leer tus diarios de antaño, te parecerá aterrador lo que se te pasaba por la cabeza cuando eras adolescente. Esto demuestra que todos hemos manifestado un comportamiento prototípico de adolescente en algún momento", señala la experta.
Así que no te burles del comportamiento de tu hijo
Da la sensación de que, una vez pasada la pubertad, la sociedad nos da vía libre para burlarnos de cualquier persona más joven (de su gusto musical, su forma de vestir, su forma de gastar el dinero). Pero Blakemore aconseja a los padres que eviten esta actitud.
"¿Por qué lo hacemos? Puede ser porque los niños pequeños hacen prácticamente todo lo que dicen sus padres (y son dulces, cariñosos y adorables), pero luego cambian y a los padres les cuesta aceptarlo. Me pregunto si es un tipo de reacción social: no sabemos cómo reaccionar, así que nos burlamos de su comportamiento. Absténte de hacerlo cuando los adolescentes estén pasando por un período de transición y necesiten apoyo", concluye la experta.
Este artículo fue publicado originalmente en el 'HuffPost' Reino Unido y ha sido traducido del inglés por María Ginés Grao.