En Hermès sí es oro todo lo que reluce
La marca francesa de complementos incrementó sus ventas en un 5,6% en 2016.
Es incuestionable: Hermès es sinónimo de lujo. Para los ricos —no muy ricos— es símbolo de estatus y para el resto de los mortales, una buena inversión en Bolsa. La razón, una vez más, hay que encontrarla en sus resultados. Hace unos días sabíamos que la empresa familiar francesa, que cotiza en bolsa y a la que no pudo comprar el gigante LVMH, había ganado en 2016 un 16% más que en 2015.
A Hermès no le ha afectado ni la crisis de turistas en Francia, ni el incremento de los impuestos en China, ni la volatilidad cambiaria que, según parece, a ellos les ha venido fenomenal. O sí, pero no lo ha notado. Sus cuentas han arrojado dobles dígitos el año en el que Donald Trump llegó a la presidencia de Estados Unidos y el Reino Unido votaba el Brexit. Ni una cosa ni la otra han mermado las ganas de comprar su famoso Birkin —a partir de 10.000 euros— ni sus pañuelos de seda.
Estos resultados suponen un nuevo récord en la facturación y los beneficios de la empresa francesa— que incrementa las ventas incluso en su país en un 5,6%— . Un país donde el resto de industrias del sector han acusado los atentados terroristas de Paris y Niza y han visto caer el negocio.
Hermès, además, mantiene que este 2017 será aún mejor. Un año en el que Francia tiene elecciones presidenciales y el resultado no está nada claro...