Qué está pasando realmente en España y Europa para que vivan la peor sequía de los últimos años
Los embalses españoles tocan fondo y los ecologistas denuncian que se riega por encima de nuestras posibilidades. Mientras cada día escuchamos sobre nuevas restricciones de consumo, la modificación a la Ley de Aguas está aún en una fase muy inicial y las autoridades esperan a unas lluvias que podrían no llegar hasta octubre.
España vive su peor sequía en décadas. Para recordar una situación similar, los expertos se remontan a los años 90 cuando, durante cinco años, el país registró una sequía plurianual nunca vista hasta entonces y que marcó un punto de inflexión en la gestión de los sistemas hidrológicos. Ahora la situación vuelve a preocupar con los embalses en cotas mínimas por debajo del 40% y con la previsión de que el otoño también va a ser seco. Hechos que traerán más restricciones para salvar un bien que es indispensable para la vida y la economía.
Según los datos más recientes del Ministerio de Transición Ecológica, la reserva hídrica nacional lleva 12 semanas consecutivas en caída. Esto supone que los embalses almacenan un 1,3% menos que la semana anterior, al 39,2% de su capacidad total con 21.730 hectómetros cúbicos de agua. Lo que supone un estado 20 puntos por debajo de la media de la última década.
A nivel más detallado, las cuencas hidrográficas que presentan mejor estado son las internas del País Vasco (al 81% de su capacidad), la del Cantábrico Oriental (al 72,6%) y la de Tinto, Odel y Piedras (69,4%). Por el contrario, las que sufren una mayor falta de agua son la del Guadalquivir (24,2%), la del Guadiana (25,8%) y la de Guadalete-Barbate (27,1%).
Cortes de suministro nocturnos, cierre de duchas en las playas y prohibiciones de regar, llenar piscinas y lavar coches son solo algunas de las medidas restrictivas puestas en marcha por algunas autonomías y municipios. Pero la situación puede empeorar si se cumplen los pronósticos lo que obligaría a extender las restricciones e incluso hasta el punto de llevar negocios al cierre.
En Europa la situación no es muy diferente. En total, el Observatorio europeo de la sequía mantiene en alerta al 63% del territorio que afecta principalmente a países tradicionalmente más húmedos como Reino Unido, Francia o Alemania. La idea es que en todos ellos no solo existan esfuerzos para reducir el consumo de gas de cara al invierno, sino también de agua.
“Un invierno sin gas puede ser duro pero se aguanta. Sin agua no se puede vivir porque es vital”, advierte a El HuffPost Julio Barea, especialista en hidrogeología de Greenpeace. Y apunta que en España este problema lo tenemos “más integrado” por nuestra situación geográfica pero que realmente la crisis se está extendiendo a países vecinos. “Está claro que nadie puede cuestionar ya el cambio climático”, añade.
Cómo se ha llegado a esta situación
Las temperaturas extremas que favorecen la evaporación del agua embalsada y la falta de lluvia para rellenarlos son factores que agravan el problema. Sin embargo, el verdadero vaciado de los embalses no son solo consecuencias de esta situación extrema.
Para Ecologistas en Acción, la situación actual no es tanto por falta de lluvia sino por exceso de consumo que no ha dejado de crecer desde 1995. Según detallan, los regadíos utilizan ya el 85% del agua embalsada y ese porcentaje es cada vez mayor. Sus estimaciones calculan que España “aguanta” de manera sostenible tres millones de hectáreas de este tipo de cultivos y, en la actualidad, hay más de cuatro millones de hectáreas. “Se está regando por encima de nuestras posibilidades, hay el agua que hay”, denuncia Santiago Martín, portavoz de la asociación.
Por ello, argumenta, se ve una clara diferencia en el estado de los embalses de Madrid, con más del 60% de su capacidad porque su consumo es principalmente para la población, y los de otras regiones como Andalucía, Castilla-La Mancha o Extremadura, más secos porque están dedicados principalmente al riego de olivares y viñedos. “El cultivo más extenso de regadío en el país es el olivar, con 850.000 hectáreas en el país, y curiosamente es de secano pero cuanto más agua le aportan más multiplica su producción”, critica.
Martín también reconoce que la clave va a ser el otoño y que, si este es también seco, ya se puede hablar de un período de sequía complicado y se agravarán las restricciones que podrán afectar a principios de año a millones de españoles. “El acceso al agua potable es un derecho humano y no pueden ponerle restricciones cuando están regando al lado a toda pastilla”, añade.
El portavoz de la asociación también reconoce que durante meses han estado pidiendo un mayor control y reducción en los regadíos a las autoridades pero el caso que les han hecho ha sido prácticamente nulo.
Desde Greenpeace también reconocen que han alzado la voz y que se podía haber amortiguado esta situación y añaden que una sequía se gestiona con los embalses llenos y no ahora. “Esperan a que suene la campana y tener suerte y termine lloviendo, pero esto va a dejar de pasar”, pronostica Barea que también reconoce que recortar el regadío y cerrar pozos son “medidas impopulares” para las grandes explotaciones.
Para el experto, en una situación con los embalses al mínimo es fundamental mantener en buen estado los acuíferos. Sin embargo, Barea denuncia que casi la mitad del agua subterránea “está echada a perder”. Además, según sus estimaciones, en España existen más de un millón de pozos ilegales y están consumiendo sin control lo que consumirían 118 millones de personas. Aún así, destaca que “es peor tener un acuífero contaminado que sobreexplotado porque esas aguas las vamos a necesitar ya”.
Sobre el tema de las desaladoras, Barea recuerda que no puede ser una solución porque es una fabrica con gran impacto medioambiental y añade que “tiene que ser el último recurso para dar agua a la población”.
Cómo se revierte el problema
En la crisis del 95, se llegó a limitar el consumo de agua en un 30%, con poblaciones como Sevilla con diez horas de restricciones de agua, y también para el sector agrícola, que perdió entre 30.000 millones y 42.000 millones de euros con las malas cosechas. En ese caso se indemnizaron las pérdidas y se apostó por pasar de una gestión de crisis a una gestión de riesgos y se empezó a trabajar en un Plan Hidrológico Nacional. Pero el modelo, dos décadas después, ha quedado obsoleto.
En este sentido, los ecologistas son claros con las medidas que hay que tomar. En primer lugar, abordar una verdadera transición hidrológica acorde a la situación actual contemplando el cambio climático y luchar contra la sobreexplotación y la contaminación de los recursos.
Además destacan que es fundamental limitar el consumo para los regadíos, concienciar a la población y cerrar los pozos ilegales. No aparece entre sus propuestas la creación de nuevos embalses, tal y como proponen desde la ultraderecha. Primero, porque España ya cuenta con la red de embalses más amplia de Europa, con 1.200 grandes embalses y nuevas megainfraestructuras suponen un gran impacto en los ecosistemas. Además, destacan que esa medida no serviría para solucionar el problema porque habría más “vasos para llenar” y no se atajaría la base del problema. “Ni con esos 1.200 embalses somos capaces de atajar el problema de sequía”, expresa Barea.
Por otro lado, está la normativa. Los ecologistas destacan que la ley actual es buena pero no se cumple. Por su parte, desde el Ministerio se ha empezado a mover ficha y ha lanzado a consulta pública la modificación para atender las exigencias de Europa. Una vez superada este primera fase se presentará el borrador del anteproyecto de ley. Además de la reforma del Reglamento de la Planificación Hidrológica, el nuevo texto plantea las nuevas normas técnicas de seguridad de presas y embalses así como el nuevo real decreto que actualiza la transposición de la Directiva sobre la contaminación de las aguas por nitratos procedentes de fuentes agrarias.
La Europa más seca
Más allá de España, que cuenta con el mayor número de embalses, la situación también es grave en el resto de Europa donde tampoco se han tomado medidas hasta que se ha llegado a este punto. En Reino Unido, por ejemplo, la temporada de verano está siendo excepcionalmente seca. Esto ha provocado que los parques de Londres se vuelvan amarillentos y que haya falta de pasto en las zonas rurales. Con las reservas de agua también a la baja, varias compañías ya han restringido el uso de mangueras en domicilios y se esperan más restricciones que afectarán a 15 millones de habitantes, incluidos los de Londes.
En Alemania, la mayor preocupación viene por los ríos. Flujos fluviales navegables, como el Elba o el Rin han llegado a perder hasta 36 centímetros de profundidad en algunos tramos lo que ha obligado a los barcos a no desplazarse al total de su capacidad de carga. Por el momento, no hay restricciones ni para los consumidores ni para las industrias, pero los agricultores ya empiezan a quejarse.
En Portugal, la situación con los embalses es similar a España. El caso más crítico es el del embalse de la Bravura, al sur del país, al 12% de su capacidad. Por el momento, desde Lisboa tratan de transmitir tranquilidad porque el consumo humano está garantizado hasta octubre pero ya hay restricciones y empiezan a surgir ideas de proyectos como una desaladora en el Algarve pagada con fondos de recuperación europeos.
En Francia, el territorio metropolitano se encuentra oficialmente en estado de sequía, con 57 de los 96 departamentos del mismo en alerta roja y 32 en naranja. En amplias zonas hay restricciones al uso del agua para el riego o el lavado de coches y en departamentos como el alpino Alta Saboya, en alerta máxima, se utilizan camiones cisterna para proveer de agua potable.
Y en Italia, la ribera del Po sufre la peor sequía de los últimos setenta años y se acaba de aprobar el estado de emergencia en cinco regiones, con 36 millones de euros destinados sobre todo a los agricultores. En el norte se han implantado medidas como el racionamiento de agua para regar campos, la prohibición de llenar piscinas y regar jardines privados y cortes de suministro nocturnos.
Malas previsiones
La Agencia Estatal de Meteorología (Aemet) ya avisa: se espera un inicio de otoño seco y más caluroso de lo habitual para esta época del año. Lo que seguirá agravando esta situación en los embalses que no recibirán la lluvia necesaria para recuperar niveles de estabilidad.
Según explica su portavoz Rubén del Campo, la sequía meteorológica en el año actual, que comprende desde el 1 de octubre hasta la fecha actual, ha registrado el cuarto período más seco en la serie histórica con un 26% menos de lluvia de lo habitual.
“Aunque en el nordeste peninsular, zona de Pirineos, alto Aragón, Cataluña y el Sistema Ibérico, ha habido tormentas localmente intensas, en general está siendo un verano muy seco en todas las zonas del país”, responde.
Por ello, aunque para los próximos días las tormentas anunciadas den un respiro, se trata de fenómenos puntuales que “no llegan a aliviar una situación de sequía meteorológica”. Y por tanto tampoco las que puedan llegar en las próximas semanas.