Sean Connery, desde Marbella con amor y diversión (hasta que la justicia apareció)
El actor fue una de las estrellas internacionales que disfrutó e imprimió 'glamour' a la época dorada de la ciudad malagueña.
Como la mayor parte de las estrellas mundiales que llegaban a Marbella, fue el príncipe Alfonso von Hohenhole —una de las grandes figuras de la jet-set marbellí en aquellos años 60-70 del pasado siglo— , el culpable de que Sean Connery descubriera el Marbella Club, el mítico hotel de la ciudad malagueña que ya había alojado a Ava Gadner, Audrey Hepburn, Kim Novak o James Stewart.
Connery enseguida se rindió a los encantos de Marbella, la eligió como su rincón de descanso y compró una lujosa mansión en un paraje virgen a la que bautizó como Malibú. La tranquilidad y el aislamiento de los paparazzis fueron razones de peso para que el actor escocés pasase allí largas temporadas de retiro, jugando al golf, siendo el anfitrión de amigos llegados de todas partes y disfrutando de las famosas noches eternas marbellíes.
Cuentan las crónicas que Connery y su mujer, Micheline Roquebrune, no faltaban a las fiestas más importantes —y siempre se marchaban cuando ella lo decidía— y que entre el círculo de amistades del primer Agente 007 destacaba Jaime de Mora y Aragón, aristócrata y hermano de la reina Fabiola de Bélgica, una de las excéntricas personalidades que formaron parte de los años dorados de Marbella. También mantuvo una estrecha relación con Jesús Gil y Gil, hasta que los negocios inmobiliarios y la forma de hacer política de Gil terminaron en un fuerte desencuentro y con la marcha del actor.
La tranquilidad que el protagonista de Desde Rusia con amor encontró a su llegada a la Costa del Sol le fue arrebatada años después, cuando la especulación inmobiliaria comenzó a campar a sus anchas en todas esas poblaciones de la costa malagueña de la mano del polémico empresario. Alrededor de su mansión comenzaron a proliferar chalés y urbanizaciones de lujo que le arrebataron el ansiado destierro que deseaba el famoso artista escocés.
En 1999 puso su casa en venta y años después se vio envuelto en el caso Goldfinger. Al parecer, los jueces encontraron indicios para culpar al matrimonio Connery de fraude, delitos contra la ordenación del territorio y contra la hacienda pública con la venta de su mansión, donde después se construyeron apartamentos de lujo. Finalmente, la causa sobre él fue archivada pero para su mujer se llegaron a pedir dos años y medio de cárcel y 23 millones de euros de indemnización.
El actor y su mujer no volvieron a pisar Marbella y la cambiaron por Bahamas, donde se instalaron en 2003 y donde el actor ha fallecido 17 años después.