Saraswathi y la fruta prohibida

Saraswathi y la fruta prohibida

Este 8 de marzo, la Fundación Vicente Ferrer alerta sobre un colectivo discriminado por partida doble: las mujeres que se han quedado viudas.

Saraswathi compra la fruta que no puede cultivar por el estigma que sufren las viudas. Paloma Navas

Cuando pidió trabajo a un terrateniente local, Saraswathi recibió la siguiente respuesta: «No puedes tocar los frutos de mis árboles porque no volverían a crecer nunca más». Su reacción no es extraña en su aldea del sur de la India: Saraswathi es viuda y todo lo que rodea a este colectivo causa rechazo hasta el punto de que, aunque su marido haya fallecido por alcoholismo, sus vecinos y vecinas la culpan a ella. Dicen que no supo cuidarle.

Este 8 de marzo, la Fundación Vicente Ferrer quiere recordar la situación de desamparo en la que se encuentran 46 millones de viudas de la India. Como Saraswathi, de tan solo 27 años y con tres hijas a su cargo, a la discriminación de ser mujer, se le unen los estigmas y la creencia generalizada de que tenerlas cerca da mala suerte. Por eso, suelen recluirse en sus casas. No está bien visto que se dejen ver caminando solas en el pueblo. Si sale, debe hacerlo prescindiendo de todo abalorio tan característico de las mujeres de la India. Se espera que no miren directamente a los ojos para no traspasar su mala suerte a los demás. Incluso sus hijos e hijas las rechazan si son adultos. 

  La Fundación Vicente Ferrer entrega paquetes de alimentos para complementar la nutrición de Saraswathi y de sus tres hijas.Paloma Navas

Hasta 1829 la India practicaba uno de los rituales más crueles que hayan existido: inmolar a las viudas en la pira funeraria del marido. Hoy, es ilegal, pero las viudas siguen sufriendo malos tratos, rechazo y olvido y, en la mayoría de las ocasiones, la única salida que les queda es la mendicidad. Ante la magnitud del problema, el Gobierno construyó un ashram para acogerlas en Vrindavan, al norte del país, donde residen al menos 20.000 viudas. Allí reciben atención médica porque las distintas formas de discriminación tienen graves consecuencias sobre su salud, al no tener sustento para alimentarse.

Es viuda y todo lo que rodea a este colectivo causa rechazo hasta el punto de que, aunque su marido haya fallecido por alcoholismo, sus vecinos y vecinas la culpan a ella. Dicen que no supo cuidarle.

En el sur del país, concretamente en los dos estados donde trabaja la Fundación Vicente Ferrer (estados de Andhra Pradesh y Telangana), nos encontramos con miles de viudas que presentan una grave desnutrición que les provoca anemia y debilidad del sistema inmunitario. Se quedan sin ingresos para sobrevivir, ya que, por lo general, si el difunto marido tenía alguna propiedad, esta pasa a manos de un miembro varón de la familia. Muchas viudas lo son debido al alto porcentaje de suicidios de campesinos, que se ven obligados a pedir préstamos para sacar adelante sus cosechas.

  Por lo general, las viudas de la India sufren desnutrición y bajo peso.Paloma Navas

Estos préstamos generan intereses y finalmente se ve ahogado por las deudas y opta por el suicidio. Sus viudas no heredarán las propiedades, pero sí las deudas, lo cual las deja en una situación más vulnerable aún. Estigmatizadas, incapaces de acceder a un empleo para salir adelante, con una salud deficiente como consecuencia de esa falta de ingresos y con presiones por parte de los terratenientes para saldar las deudas de sus maridos, es fácil deducir la situación de emergencia que viven las viudas de las zonas rurales de la India.

Por eso, las viudas son un colectivo prioritario para la Fundación Vicente Ferrer, que este 8 de marzo ha lanzado la campaña #JuntasSomosMásFuertes. La salud es un derecho de todas, que llama a la colaboración para ofrecer paquetes nutricionales a 2.000 mujeres viudas como Saraswathi, que con tan solo 27 años está condenada a vivir al margen de la sociedad.

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