El desafío de afrontar las mensualidades sin rublos: los rusos en España sufren las sanciones
Muchos de ellos se están viendo "con el agua al cuello" al no poder disponer de su dinero. De momento el Kremlin tiene alternativas para esquivar las sanciones, pero no pueden decir lo mismo sus ciudadanos.
El ‘corralito’ ruso y las sanciones de Occidente contra el Kremlin están generando quebraderos de cabeza entre los rusos que viven fuera de su país y que no pueden disponer del dinero que tienen en sus bancos nacionales. Mientras, los países aliados siguen aumentando la presión para que la guerra en Ucrania cese, sin embargo no consiguen, por el momento, que Vladimir Putin repliegue sus tropas y abandone el suelo ucraniano. Entonces, ¿a quién están afectando realmente estas sanciones?
En España, hay un sector de la población que está sufriendo directamente las consecuencias del ahogamiento a Rusia. En concreto, el Instituto Nacional de Estadística tiene registrados cerca de 80.000 personas de nacionalidad rusa en el país que se concentra en tres principales áreas: Barcelona, Levante y Málaga.
Es el caso de Sergei (nombre ficticio) que vive en España desde hace tres años en Benidorm (Alicante) y ha visto su banco español ha bloqueado su cuenta y no le dejan ingresar efectivo “por su nacionalidad”, lo que le hace sentirse “discriminado”.
“Yo puedo sacar dinero y pagar con la tarjeta, pero ingresar no, y no entiendo por qué”, se cuestiona. El afectado entiende que la sanción se aplique si usa una tarjeta rusa pero no comprende por qué le imponen limitaciones en un banco español.
En su caso, él representa a sus padres en la cuenta porque ellos no hablan español y, de momento, “no pueden hacer nada” salvo llamar por teléfono pero por por mucho que insisten aún están esperando. Y el tiempo se les agota para poder pagar sus obligaciones mensuales. “El problema que en nuestra cuenta no tenemos ya mucho y tenemos que ingresar porque tenemos que pagar la luz y demás”
También asegura que a partir de ahora, paga todo lo que puede en efectivo pero “tiene que ingresar ya”. Además indica que tienen una vivienda en alquiler en Torrevieja (Alicante) y no puede cobrar por ese servicio.
Otros perjudicados son los que mantienen su régimen fiscal en Rusia y no pueden disponer del dinero que tienen en su país al quedar fuera de los sistemas de transferencia bancaria.
Ante la falta de liquidez, viene la incertidumbre. Por ello, el número de consultas legales crece entre los abogados que ofrecen servicios a esta comunidad. Es el caso de Ekaterina Lazareva que ha visto cómo en el despacho Cill Abogados en el que trabaja han aumentado “muchísimo” las dudas y las consultas entre sus clientes. “Ahora están en la tesitura de que tienen que elegir porque las entidades españolas dicen que si una persona, aunque tenga residencia administrativa en España pero sigue pagando los impuestos en Rusia, es un residente fiscal allí y le van a aplicar las sanciones impuestas”, explica.
La abogada nació en San Petersburgo pero lleva más de 20 años en la zona de Alicante y aclara que sus clientes son personas de clase media y media alta que buscan salir del país y trasladarse a España. “No son oligarcas ni tienen que ver con el régimen”, explica. Incluso se muestra sorprendida porque sus clientes, pese a sufrir las consecuencias indirectas de la guerra, “casi ninguno está en contra de las sanciones y las comprende”.
Además puntualiza que, como el problema es de liquidez, al principio sus clientes tenían intención de vender propiedades, pero que ahora se han tranquilizado con esa idea y están evaluando la situación por si cambia a corto o medio plazo. “La mayoría está a la espera de lo que va a pasar”, comenta.
No obstante, asegura que les están apoyando para que los bancos puedan flexibilizar su situación ya que hay compromisos que tienen que pagar como hipotecas de inmuebles que ya han adelantado y que ahora corren el riesgo de perder. Sin embargo, enfrente están unos bancos que “están evaluando con lupa de dónde vienen los ingresos” y que “no siempre son flexibles”.
El mismo trabajo está realizando el abogado Mariano Arias Winogradow, especializado en consultas legales para extranjeros desde la costa levantina. En su caso, explica que la mayoría de consultas que ha recibido corresponden a cómo hacer frente a las domiciliaciones mensuales de electricidad, Internet y otros servicios sin poder sacar su dinero de Rusia.
Señala que alguno de ellos está “con el agua al cuello” pero que esta situación, aunque ahora es más grave, siempre se ha dado porque Rusia está en una ‘lista negra’ de la comunidad europea y siempre les piden justificantes y “dan la lata” para confirmar datos continuamente y explicar los orígenes del dinero. La diferencia es que ahora el bloqueo “no se va a solucionar en semanas”.
Como alternativa, Arias indica que algunos están trayendo dinero en efectivo y están tratando de hablar con las compañías para ver si les dan opción de poder pagar de otra manera.
Este esfuerzo, ¿da frutos?
“Las sanciones económicas no van a parar la guerra hasta que no introduzcan algunas contra la energía”, comenta con rotundidad Mira Milosevic, investigadora principal del Real Instituto El Cano y profesora asociada de Russia’s Foreign Policy del Instituto Empresa.
Según explica, Rusia es un país que tiene alternativas para no empezar a sufrir en el plazo de un año y que, a día de hoy, afecta a los ciudadanos de a pie por el cierre de servicios y tiendas pero que “sin ellos pueden vivir”. Incluso en el turismo internacional. Los rusos están viendo cómo se les limita el tráfico aéreo y aún así buscan alternativas como viajar a Turquía o Egipto, que son algunos de “sus destinos favoritos” y donde no les han puesto restricciones.
“Las sanciones a medio plazo pueden hacer a Rusia y a los rusos sufrir muchísimo. Pero, por ahora, hay que distinguir una guerra militar en Ucrania y una guerra que Occidente le ha declarado económicamente a Moscú”, indica.
En la misma línea, comenta que Rusia aún no está en lo peor, si se compara con su historia. “La economía rusa ha retrocedo su PIB al de hace 15 años, eso quiere decir que todavía no tiene nada que ver con la bancarrota de Rusia de 1998”, apunta.
La investigadora serbia explica también que esa guerra económica “no es tan rápida” y añade que no va a cambiar el curso de la guerra ni va a crear un contexto en el que los rusos se levanten para derrocar a Putin. “Creo que es bastante naive esta creencia, si Occidente esperaba que los rusos se iban a poner contra el Kremlin”, añade.
Además, comenta que el Kremlin juega con esa baza a través de una propaganda muy fuerte y que está aprovechando este rechazo para convencer hasta rusos tradicionalmente contrarios a Putin crean que Occidente está fomentando el odio.
Según explica, incluso estos castigos, la rusofobia y las sanciones morales están teniendo un efecto contraproducente y comenta que hasta amigos suyos contrarios al régimen están empezando a creer que Occidente no tiene intención de acabar la guerra y que su objetivo es ahogar a Rusia y derrocar el Gobierno. Y lo está consiguiendo porque su popularidad ha aumentado entre la población hasta el 80% tras la invasión.
Sobre esa fuerte propaganda rusa, el experto en relaciones internacionales José María Peredo añade que está provocando una clara “desorientación” entre la población. Sin embargo, de la misma forma que Milosevich, expresa que hay generaciones que han vivido “colas de hambre” en la década de los 90 que “ahora no se ven o no nos las muestran” por la censura informativa que rodea al país.
“La propia idiosincrasia del pueblo ruso evidentemente le hace ser un pueblo muy duro ante condiciones adversas”, destaca.
Además remarca que las consecuencias van a ser largas y que queda una escalada de medidas conforme se vaya recrudeciendo el conflicto y que puede ser ahí donde empiece la presión social. “El primer país afectado es Ucrania y, el segundo, va a ser Rusia”, añade.
Mientras tanto, los rusos que viven en su territorio y los que viven fuera ven con expectativa la evolución del conflicto y cómo los aliados siguen imponiendo sanciones cada vez más severas según se va complicando la situación en Ucrania.