Sánchez y Aragonès, una reunión para tomar el pulso y "normalizar" relaciones
Diez meses después de su último encuentro, los presidentes del Gobierno y de la Generalitat se reúnen este viernes en Madrid.
Diez meses después de su último encuentro, los presidentes del Gobierno, Pedro Sánchez, y de la Generalitat, Pere Aragonès, se reúnen este viernes en Madrid para tomar el pulso de la relación entre gobiernos, y avanzar en el camino del diálogo y la “normalización” institucional tras la crisis de Pegasus.
El presidente catalán ha llegado a mediodía a La Moncloa, donde Sánchez le ha esperado en la parte alta de la escalera que da acceso al complejo presidencial.
Tras el apretón de manos, hemos visto al jefe del Ejecutivo sonriente y un poco más serio a Aragonès. Tras un rato posando ante los medios gráficos y sin cruzar casi palabras, ambos se han dirigido al interior del edificio para dar comienzo a la reunión.
El último cara a cara institucional entre los presidentes se remonta al 15 de septiembre de 2021, cuando ambos se reunieron antes de la mesa de diálogo y negociación, en un encuentro que se celebró en Barcelona.
Desde entonces, el estancamiento del diálogo -la mesa prevista para inicios de 2022 sigue sin fecha-, el estallido del caso de espionaje al independentismo con el sistema Pegasus y polémicas como la baja ejecución de inversiones del Estado en Cataluña desembocaron en una crisis de relaciones, que el Govern llegó a declarar congeladas.
En pleno incendio por el caso Pegasus, que derivó en el cese de la directora del Centro Nacional de Inteligencia (CNI) Paz Esteban, Sánchez y Aragonès coincidieron en varias jornadas económicas, donde el presidente del Gobierno trató de atemperar la crisis y ambos se emplazaron a reunirse lo antes posible.
El deshielo
El deshielo, sin embargo, arrancó del todo hace unas semanas con la reunión en Madrid entre los titulares de Presidencia de Gobierno y Generalitat, Félix Bolaños y Laura Vilagrà, respectivamente, que volvieron a verse la semana pasada en Barcelona y fijaron entonces fecha para la esperada cita entre presidentes.
Esas dos reuniones sirvieron además para cerrar un “acuerdo marco para el diálogo y la negociación” en el que ambos ejecutivos sientan las bases metodológicas de ese proceso, se comprometen a poner fin a la “judicialización” del conflicto y apuestan por vía del diálogo.
Fruto de ese trabajo discreto entre los ‘fontaneros’ del Palacio de la Moncloa y el Palau de la Generalitat -el acuerdo marco no se filtró en ningún momento a la prensa hasta que se hizo público-, Sánchez y Aragonès se encontrarán al fin este viernes, una cita ante la que las dos partes insisten en moderar las expectativas.
Fuentes de ambos ejecutivos consultadas por la agencia EFE coinciden en que no se espera, a priori, que salgan acuerdos de una reunión que tanto Sánchez como Aragonès afrontan en la línea de reconstruir la confianza entre ambos y examinar el estado actual de las relaciones entre sus gobiernos, renqueantes tras la reciente crisis.
“Es retomar la normalidad institucional. Que se vean y hablen con calma. A partir de aquí, hacia adelante”, explican fuentes de la Moncloa, que resaltan que lo relevante es volver a trazar puntos de encuentro entre los dos mandatarios, que vuelvan a tomar el pulso a sus relación y regenerar la confianza perdida.
Una posición confirmada en TVE por el ministro de Presidencia, Félix Bolaños: “Tenemos que mirarnos a la cara y ser capaces, desde posiciones muy alejadas, de buscar puntos de encuentro”, ha remarcado.
Ese es el principal objetivo de una cita que, según esas fuentes del Gobierno, se considera “suficientemente importante” por sí misma y, por ello, descartan por ahora que se traduzca en acuerdos de calado, ni siquiera sobre la fecha de la próxima mesa de diálogo, pese a que Sánchez afirmó que esperaba que pudiera ser en julio.
Tanto el equipo de Sánchez como el de Aragonès, que están en continuo contacto, creen que se debe trabajar sin urgencia para avanzar en contenidos que puedan dar frutos a medio plazo; y hasta que no haya acuerdos tangibles y de suficiente peso, no se convocará la mesa para ratificarlos y hacerlos públicos.
Si una premisa se marcan los dos gobiernos es “discreción”: evitan especular y coinciden en que el trabajo entre ambos ejecutivos necesitará de meses de trabajo a fuego lento, para que se traduzca en avances con ese horizonte a medio plazo y dejando de lado el tacticismo corto. “Trabajar y trabajar”, repiten desde la Moncloa.
También desde la plaza Sant Jaume se pide rebajar las expectativas de la reunión, como incidía la portavoz del Govern, Patrícia Plaja, que destacaba que el president acudirá a Madrid para comprobar si realmente “hay un cambio del Gobierno en su relación con Cataluña”.
Pero más allá de esa toma de temperatura por parte de Aragonès -que evitará entrar a fondo en la carpeta del caso Pegasus-, desde el Govern sí creen que la reunión con Sánchez debería servir para empezar a esbozar el camino de la “desjudicialización”.
Aunque no ven viable a corto plazo reformas profundas como las del delito de sedición o una amnistía, sí confían en que en próximos meses se pueda avanzar en modificaciones legales de más fácil recorrido, como en causas abiertas contra dirigentes independentistas de menor rango, el Tribunal de Cuentas, la renovación del Constitucional u otras, que ayuden a rebajar la tensión.