‘RUN [jamás caer vivos]’, ¿jugar o no jugar ese partido?

‘RUN [jamás caer vivos]’, ¿jugar o no jugar ese partido?

Es una obra que relaciona lo público, lo político, con lo privado, lo íntimo, para hablar de qué pasa cuando te quedas aislado en territorio enemigo.

Elenco de Run. 6 actores para 33 personajesJavier Naval/Teatros del Canal

Recientemente saltaba la noticia de que los niños de la guerra, de la Guerra Civil española ¿cual va a ser?, que todavía viven en Rusia, no reciben su pensión debido a la guerra de Ucrania. Este bien hubiera podido ser un episodio incluido en RUN [jamás caer vivos] que José Padilla acaba de estrenar en los (polémicos) Teatros del Canal (por haber cancelado una obra sobre Santa Teresa de Jesús escrita por Paco Bezerra).

RUN es una obra que relaciona lo público, lo político, con lo privado, lo íntimo, para hablar de qué pasa cuando te quedas aislado en territorio enemigo. Una obra que usa el baloncesto, la rapidez con lo que las cosas suceden en este juego, sus reglas, y sus objetivos de encestar que no permite el empate, para mostrar cómo funciona el mundo. La facilidad con lo que algo puede cambiar de un momento a otro. Una cancha que vive una tensión continua entre el Este y el Oeste.

Para ello, además de un panegírico explicativo del deporte citado, el autor ha recurrido a distintos sucesos reales. El asesinato de una joven hongkonesa en Taipe (Taiwan) a manos de su novio, también hongkonés. Estrellas de la NBA de gira por China para aumentar sus ya abultadas cuentas durante las manifestaciones en Hong Kong por mantener la democracia. Una baloncestista, una de las mejores veinticinco deportistas del mundo, a la que retienen en Rusia cuando comienza la guerra de Ucrania. Y una profesional bien formada e informada que se pone en riesgo de matrimonio forzado al denunciar en Qatar la violación que había sufrido por parte de un compañero de trabajo.

  David Castillo como Rocky Balboa en 'RUN'.Javier Naval/Teatros del Canal

Historias que permiten darse al desbarre. Y pasarse de frenada cuando entre estos sucesos reales se intercala un sketch que protagoniza Rocky Balboa. Personaje que permite descubrir en David del Castillo, el que hacía de hijo macarrilla de Carmen Machi en Aida, un gran imitador. Sobre todo de voces, ya que no es el único personaje famoso que representa. Talento que se sobrexplota en la función y que, tal vez, impide apreciar sus otras cualidades actorales.

Pequeñas anécdotas personales todas ellas inscritas en el mundo político actual. Ese en el que las fronteras las marcan los seres humanos, y sus maneras de relacionarse y gobernarse, y no los accidentes geográficos. En los que, en general, las personas poco han intervenido.

Esos accidentes o distorsiones políticas que impiden la justicia en condiciones de igualdad y fraternidad. El resarcimiento de las víctimas. El ajusticiamiento de lo culpables. Países y lugares en los que los derechos humanos se ven como impedimentos al desarrollo económico.

Lo que poco importa al capitalismo de los países en los que sí son válidos esos derechos y sus ciudadanos, siempre que se garantice el beneficio y, en algo más tangible para el día a día y para cualquier ciudadano, un precio barato de productos y servicios. Mucho más ahora que la inflación amenaza a los estados occidentales y las cestas de la compra de sus administrados. ¿Dónde se queda la responsabilidad social promovida por Kofi Annan cuando era el secretario general de Naciones Unidas?

Para mostrar todo eso, Padilla crea un mosaico de personajes episódicos, como teselas de un mosaico o piezas de un rompecabezas. Unos treinta que serán representados por tan solo seis intérpretes. Un elenco que incluye además de David, el reclamo para los televidentes, a Silvia de Pé, el reclamo para los aficionados al teatro, sobre todo después del éxito que ha tenido con El caballero incierto y con Tea Rooms. Y que permitirá descubrir a Pablo Béjar, Zaira Montes, Almudena Puyo y Lucía Trentini

  Lucía Trentini en 'Run'.Pablo Lorente/Teatros del Canal

Esta última, lo borda haciendo de Brittney (con dos tes) Griner. La mejor baloncestista norteamericana, afroamericana y lesbiana que se encuentra retenida en Rusia, en un campo de trabajo, porque, según las autoridades rusas, le encontraron hachís en la maleta cuando trataba de salir del país ante la inminente invasión de Ucrania. Cuya liberación no se puede negociar, ahora que hay que negociar el fin de una guerra que amenaza el bienestar de Occidente y Europa.

Lo borda porque lo hace con su acento original uruguayo y desde un cuerpo que poco tiene que ver con el de una baloncestista de dos metros. Usando las palabras y los sonidos suaves que llegan desde el sur de América. Sin maquillaje que la ennegrezca y sin llevar una equipación deportiva de baloncesto. Y aún así quien está allí es Brittney contando su historia, conmoviendo con su biografía, capaz de hacer un tapón a cualquiera, y tirar a canasta que por jugar en la Women’s National Basketball Association, la desconocida liga femenina de la popular NBA masculina y tan buena como esta.

Una forma de hacer que Padilla ha mantenido en general. En la que cada actor parte de lo que es para hacer el personaje sin otro artificio que ellos mismos y manteniendo sus propias características. Resultado de un proceso creativo basado en talleres y en propuesta de los actores a partir de un tema o una historia.

Forma de hacer que no sigue cuando introduce la parodia y la comedia. Momentos en los que recurre a la imitación. Escenas en las que los cómicos, pues no hay duda de que todos ellos lo son y siguen la tradición de cómicos españoles, lo gozan.

  Escena de 'Run'.Pablo Lorente/Teatros del canal

Ya sea imitando a Sylvester Stallone haciendo de Rocky Balboa, al futbolista y empresario Gerard Piqué o a Luis Rubiales, presidente de la Real Federación Española de Fútbol. Incluso al mismísimo Rey Emérito con sus más conocidos trending topics: “¿Explicaciones de qué?” y “¿Por qué no te callas?

Unas risas que se hielan cuando los datos reales, las evidencias, son sobreimpresas. Poco se puede decir ante datos como que en la construcción de los estadios cool y ecoeficientes de Qatar, país que organiza el próximo mundial de fútbol, han muerto más de seis mil quinientas personas. En su mayoría emigrantes por causas económicas que llegan a este país desde India o Filipinas y trabajan en condiciones de semiesclavitud y a altas temperaturas. 

Historias verdaderas que poco importarán a las personas de democracias occidentales que se dedican a la política o a los negocios, ni a los que les votan o les compran. Como tampoco importará a las audiencias masivas deportivas. Que con su fervor por el deporte, sobre todo por el fútbol o el baloncesto, ayudará a blanquear regímenes autoritarios o autocráticos, vamos, dictaduras.

Total, son otro país, otro lugar. Que los de allí se las apañen como hemos hecho nosotros. El problema es cuando uno de nosotros se queda allí. Atrapado en territorio enemigo. Mejor dicho, cuando uno se queda atrapado en un lugar poco o nada amigable para con los seres humanos que se viven y se sienten libres, hermanos e iguales. Parafraseando a Shakespeare “¿Jugar o no jugar ese partido? Esa es la cuestión.”

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Como el dramaturgo Anton Chejov, me dedico al teatro y a la medicina. Al teatro porque hago crítica teatral para El HuffPost, la Revista Actores&Actrices, The Theater Times, de ópera, danza y música escénica para Sulponticello, Frontera D y en mi página de FB: El teatro, la crítica y el espectador. Además, hago entrevistas a mujeres del teatro para la revista Woman's Soul y participo en los ranking teatrales de la revista Godot y de Tragycom. Como médico me dedico a la Medicina del Trabajo y a la Prevención de Riesgos Laborales. Aunque como curioso, todo me interesa.