Así actúan los ladrones de casas en Cataluña
Los vecinos de Matadepera, el municipio más rico de Cataluña, contratan seguridad privada tras un invierno con decenas de robos en domicilios
A las 21:02 h aparece un primer mensaje en el canal de Telegram: “Intento de robo en la Calle Mas Sellers. Un niño los ha sorprendido y han marchado. Se ha llamado a la policía y 30 minutos después aún no ha llegado nadie”.
A las 21:04 h otro mensaje: “Robo en la calle de la Tartrana esta tarde”.
A las 21:34 h, uno más: “Robo esta tarde en Can Solà del Racó sobre las 20:30 h. Se han llevado joyas”.
Es el resumen de la actividad en poco menos de 30 minutos, el pasado 13 de enero, en el canal de mensajería al que están suscritos 935 vecinos de Matadapera (Barcelona), un municipio de poco más de 9.000 personas. Un canal en el que los ciudadanos van compartiendo regularmente información de robos, persecuciones policiales y fotografías de domicilios desvalijados por los ladrones de casas.
“No sabemos por qué, pero 2018 ha sido un año muy malo”, reconoce Lisard Hidalgo, subinspector de los Mossos d’Esquadra y jefe de la unidad central de robos con fuerza. Según datos del Ministerio del Interior (que agrupa la información de Mossos, Policía Local y los cuerpos estatales) los robos a domicilios y establecimientos aumentaron un 10,5% el año pasado. De media, cada día se producen unos 70 robos en domicilios catalanes.
En Matadepera, sin embargo, consideran que el aumento ha sido mucho mayor. En este adinerado municipio -54.114 euros de renta per cápita media, la segunda localidad más rica de España- los vecinos se han pasado el invierno organizando vigilancias en la calle, haciendo reuniones y protestando ante el Ayuntamiento. Sólo en esta pequeña localidad hubo 110 robos en domicilios en 2018.
“La psicosis es increíble”, explicaba hace unas semanas Marta Carreras, una vecina del municipio. “No soy una persona miedosa y algunas noches me he quedado paralizada de miedo”.
Carreras se refiere al canal de Telegram. La coordinación vecinal ha puesto en contacto a todos los vecinos para responder y denunciar a personas sospechosas que pasean por las urbanizaciones buscando el siguiente objetivo. La medida es útil, pero la contrapartida supone que cuando alguien avisa de que hay ladrones actuando el miedo empieza a recorrer el cuerpo.
Los Mossos tienen identificado el perfil de ladrones que actúa en este tipo de urbanizaciones. El subinspector Hidalgo sostiene que nunca se puede generalizar, pero que en muchas ocasiones estos robos los cometen grupos extranjeros que vienen a Cataluña sólo para entrar en domicilios.
“Vienen en grupos de tres o cuatro, se asientan en la zona durante pocos meses y actúan cada semana”, analiza este agente. “Cuando ya han robado unas cuantas veces se van del país sin dejar rastro”. La Policía catalana tiene identificados grupos que de la misma manera que actúan en Matadepera también cometen robos en París, Hamburgo u otras zonas residenciales españolas. “No se registran, no se empadronan, no tienen cuentas bancarias… son muy difíciles de controlar”.
Tanto los vecinos como los policías consultados describen un modus operandi muy parecido. El horario favorito es a media tarde entre semana, cuando cae la noche y los propietarios de los domicilios todavía están trabajando. Otros, con más descaro, actúan a primera por la mañana, a partir de las 9, cuando todo el mundo se ha ido ya de casa.
“En cuatro o cinco minutos tienen suficiente”, explican desde los Mossos. “Buscan cosas fáciles de llevarse y difíciles de rastrear: principalmente dinero y joyas y puntualmente algún dispositivo electrónico”. Según la policía catalana, la mayoría rehuye los enfrentamientos y buscan sólo entrar en domicilios vacíos. “No suelen ir armados y salen corriendo”, remarca el subinspector. “Eso sí, si durante la huida te tienen que embestir no tienen ningún problema”.
El invierno ha sido tan nefasto que en varias urbanizaciones de Cataluña los vecinos han optado por organizar patrullas para detectar a los ladrones. Lo han hecho en Matadepera, en Can Massuet (urbanización situada en Dosrius, un pequeño pueblo de la zona del Maresme), en Santa Coloma de Farners (Girona) y en Calldetenes (Osona).
La lista es larga y va variando. En algunas zonas, se abandonan las vigilancias cuando bajan los robos y se recuperan cuando crece la sensación de inseguridad. En otras urbanizaciones la organización vecinal se limita a grupos de mensajería para denunciar la presencia de personas sospechosas.
En la urbanización de Cavall Bernat, en Matadepera, los vecinos se organizaron por parejas para efectuar las vigilancias. 145 personas participaron en los turnos, la mayoría de ellos concentrados durante la tarde hasta primera hora de la noche, cuando las casas ya vuelven a estar habitadas.
Las patrullas se identificaban por la matrículas de sus coches en un grupo de Whatsapp específico (llamado “sospechosos y patrullas” ) y, en ocasiones, incluso se colocaban una luz azul en el vehículo para que el resto de vecinos les reconocieran. En algunos momentos, había hasta cuatro “patrullas” simultáneas vigilando la urbanización.
“Nunca nos enfrentamos con nadie”, sostiene un vecino de la localidad que ha participado en las patrullas y que prefiere que no se publique su nombre. “Nuestro objetivo es solo ahuyentar a los ladrones e informar a la policía cuando vemos algo sospechoso”.
El Ayuntamiento de la localidad incluso ha puesto en marcha una app para que los vecinos puedan alertar rápidamente de los robos. Se llama Beesafe y pretende “reducir el miedo que tienen los ciudadanos”, en palabras de la primer teniente de alcalde de la localidad, Montse Royes.
Al abrirla, se pueden denunciar cuatro tipos de incidencias con cuatro colores distintos: naranja para cuando haya intrusos en casa. Verde para cuando haya gente sospechosa por las urbanizaciones. Azul oscuro si es un problema relacionado con el sistema de alarma. Azul claro para cuando ha sucedido alguna cosa en la calle.
Tras un invierno con patrullas los siete días de la semana, muchos de los vecinos estaban ya hartos de tener que hacer de vigilantes al volver cada día de su trabajo. A finales de febrero, finalmente, los vecinos de las urbanizaciones de Cavall Bernat y Pla de Sant Llorenç optaron por contratar seguridad privada: unos 60 vecinos pagan poco más de 100 euros al mes para poder sentirse seguros en sus calles. La decisión no estuvo exenta de controversia. “Muchos nos quejamos de que ya pagamos nuestros impuestos”, añade este vecino, “pero al final era la única solución”.
El subinspector Hidalgo explica que le frustra ver cómo los vecinos acaban haciendo una tarea que no les corresponde, pero reconoce que los Mossos hacen todo lo que pueden con los efectivos de los que disponen. “No podemos pedir al ciudadano que sustituya la responsabilidad policial con patrullas”, comenta por teléfono. “Si esto sucede es que algo estamos haciendo mal”.