Remenja’mmm... recómeme (o cómo los restaurantes luchan contra el despilfarro de alimentos)
Reconforta ver cómo cada vez más restaurantes se rebelan contra el derroche de comida.
“Si yo fuera un cubo de basura, os hablaría de panecillos mordisqueados y abandonados a su suerte. De espaguetis envueltos en una lluvia de tomate. Entonaría también el blues de la lechuga. Os recitaría el naufragio del bistec de ternera, sumergido en una charca de patatas gratinadas. Y os contaría el periplo de un postre exquisito, horneado con mimo, que partió de la cocina a la mesa. Allí, tras un suspiro –“buf, no puedo más, no tenía que haberlo pedido”-, enmudeció, y emprendió el camino de vuelta, taciturno, hasta que acabó en el fondo de mi alma (de cubo), entre plásticos y cáscaras” (Los tomates de verdad son feos).
Lo he escrito una y mil veces, pero no me cansaré de repetirlo: mientras en el mundo una de cada nueve personas pasa hambre, un tercio de los alimentos que producimos acaban siendo despilfarrados. Sí, hay gente hambrienta y a la vez derrochamos comida. Sin ir más lejos, en los restaurantes. En España, y según el informe Abra los ojos ante los desperdicios (que data del año 2011), cada restaurante desecha al día 2,5 kilos de comida. Eso significa que en un año se amontonan más de 63.000 toneladas de comida en los cubos de basura de unos establecimientos cuya finalidad es la de dar de comer. El despilfarro se debe, por un lado, a la mala previsión de los propios restaurantes a la hora de hacer la compra, pero por otro lado los comensales también contribuimos a esta sinfonía del derroche con todos los alimentos que dejamos en el plato (“buf, no puedo más, no tenía que haberlo pedido”).
Así pues, conviene aplaudir todas aquellas iniciativas que tratan de atajar el despilfarro en el ámbito de la restauración. En mi caso, le tengo especial cariño a “Remenja’mmm. Massa bó per llençar-ho”, una iniciativa nacida en Catalunya y cuyo título podemos traducir como “Recómeme. Demasiado bueno para tirarlo”. Se trata de una campaña de sensibilización que promueve que las personas que acudimos a los restaurantes nos llevemos a casa la comida y la bebida que no hayamos terminado. En el sitio online de Remenja’mmm se puede consultar el listado de todos los restaurantes que ya se han adherido a la campaña y que cuentan con unos envases preparados para que los clientes puedan llevarse las sobras. En el año 2018, la organización de Remenja’mmm celebró la primera edición de los Premios Remenja’mmm, unos galardones que reconocen a aquellos restaurantes que más activamente luchan contra el despilfarro de comida.
El pasado 6 de junio de 2019, se celebró la segunda edición de los Premios Remenja’mmm. El primer premio recayó en Esbiosfera, un restaurante vegetariano situado en la localidad de Cardedeu (Barcelona). Los miembros del jurado -entre los que me incluyo- tuvimos en cuenta su lema: “si no ves un producto en nuestro huerto no lo verás en el plato”. Y es que Esbioesfera centra su menú en verduras y hortalizas de temporada que ellos mismos cultivan: “el año pasado cultivamos 42 variedades de tomates, 4 de lechuga, 3 de berenjena, remolachas, patatas, zanahorias etc.”, señala su fundador Jordi Bonet. Para reducir el despilfarro, Esbioesfera ajusta las raciones que sirve en las mesas y ofrece a los comensales envases compostables para que se llevan los restos. Si sobra comida, los trabajadores y trabajadoras del restaurante también pueden llevársela a casa. Asimismo, Esbioesfera persigue un objetivo de residuo cero y para reducir su huella ecológica, toda la materia orgánica procedente del procesamiento de los vegetales la separan en “comida para nuestras gallinas felices” o “compost para nuestros tomates”. Asimismo, no ofrecen agua embotellada, sino que toda es producida por un sistema de ósmosis inversa.
El segundo premio recayó en Sopa, un restaurante vegetariano que se toma muy en serio la lucha contra el despilfarro de alimentos. Por ejemplo, compran verdura fea para sus deliciosas sopas. También usan los restos de fruta y verdura fea para elaborar confituras y casi todo el producto que compran es de temporada y de proximidad. Sopa ofrece a los clientes medios menús para que no se quede comida en el plato, pero si esto sucede, los comensales pueden llevarse los restos con envases ecológicos.
En definitiva, es reconfortante ver cómo cada vez más restaurantes se rebelan contra el derroche de alimentos. Esperemos que este tipo de iniciativas se extiendan por otros lares y tú, ya sabes, la próxima que vayas a restaurante pide solo lo que te vayas a comer. Si aun así resulta que te sobra comida, pide un recipiente para llevártela a casa.