Recuperar el olfato para retomar una vida "normal" tras el covid: así son los "entrenamientos olfativos"
Dos especialistas en la materia explican los detalles de una terapia cada vez más popular y que trata sobre todo a mujeres jóvenes.
“Perder el olfato significa perder dos sentidos, porque también se va el del gusto, y la calidad de vida se deteriora mucho”. Este es el diagnóstico al que se enfrentan cada vez más personas afectadas por el coronavirus, incluso meses después de superar la infección. La anosmia, o pérdida del olfato, asociado al 80% de los contagios, es uno de los síntomas más persistentes y sus efectos llegan a notarse hasta nueve meses después de dar negativo. Por esa razón se están popularizando los llamados “entrenamientos olfativos”, terapias para recuperar la capacidad de reconocer olores.
No es una mera afección nasal y sus consecuencias pueden llegar a causar trastornos graves en el día a día. El doctor Pablo Sarrió, otorrinolaringólogo y responsable de la Unidad de Olfato del Hospital Clínico San Carlos de Madrid, señala alteraciones alimenticias (por exceso de ingesta o por inapetencia al no poder reconocer lo que se está tomando), situaciones de riesgo vital (por no saber identificar señales de peligro como un escape de gas) o incluso desórdenes de higiene personal.
El coronavirus no ha provocado la creación de estas terapias, ya habituales en ancianos, fumadores empedernidos o cuadros graves por gripe, pero sí ha cambiado el colectivo de personas afectadas. “Estamos recibiendo especialmente gente joven y de mediana edad y, por sexos, más mujeres que hombres”, señala el doctor Secundino Fernández, otorrinolaringólogo de la Clínica Universidad de Navarra. Su colega del Clínico San Carlos confirma la misma fotografía: “Hasta un 75% de los pacientes son mujeres y la mayoría, de poca edad”.
Entre los dos centros, referentes nacionales en la materia, el número de personas en tratamiento por secuelas directamente relacionadas con el coronavirus ronda actualmente los 300; alrededor de 200 en el hospital madrileño y cerca de un centenar en el navarro. Cada vez, hay más información del virus, más facilidad de búsqueda y, por tanto, más demanda.
Cuatro olores principales
La terapia consiste en enfrentar al paciente a una serie de olores, generalmente cuatro, fácilmente identificables para que vaya “entrenando” su capacidad olfativa. El responsable de la Clínica Universidad de Navarra maneja inicialmente fragancias como rosa, limón, clavo y eucalipto, porque, explica, “representan las ramas más básicas, como son frutal o la floral, entre otras”. No es una elección casual, pues responde al protocolo marcado por el profesor alemán Thomas Hummel, si bien apunta que no hay una única regla fija al respecto.
No es un proceso complejo en su aplicación, pero sí es largo y exige “que el paciente esté realmente tranquilo durante cada prueba”. El doctor Fernández explica cómo funciona: “La persona tiene que oler durante cerca de 20 segundos un bote donde está cada una de esas fragancias, dejando cinco minutos entre cada inhalación”.
Este paso debe hacerse cada día dos veces, una por la mañana y otra por la tarde. Así, durante, al menos, 12 semanas, señala. “Al terminar el ciclo de 12 semanas se analizan los resultados y puede alargarse hasta 24 semanas”. Las primeras dosis se aplican en la clínica, pero el día a día debe seguir en casa. Por ello, pide que quienes hagan las pruebas saquen “unos 20-30 minutos de tranquilidad” para hacer las cosas bien.
En el caso del Hospital Clínico San Carlos, el responsable del tratamiento aclara que enfrentan al paciente a una prueba de 24 olores iniciales para saber si detecta algo de olor y, dentro de la detección, que identifique lo que representa cada uno de esos aromas. Los test posteriores se basan en aquellas fragancias que no ha sabido reconocer el sujeto. “Son muchas familias odoríferas, las agrupamos en 24 porque el espectro es infinito”. Entre sus más habituales, anís, piña o coco, enumera.
El procedimiento encabezado por el doctor Sarrió marca un protocolo algo más corto que el de su colega, con 10 minutos de terapia por la mañana y otros 10 por la tarde. Y plantea como ayuda un refuerzo visual, acompañando cada bote con imágenes de ese producto para ayudar al reconocimiento cognitivo. “La rehabilitación tiene dos fases, el tratamiento inicial y el estudio para reconocer cada olor. Es un entrenamiento completo, porque solo oler cuatro botes día tras día puede ser monótono”.
“El problema del olfato —prosigue Secundino Fernández— es que es diferente a otros sentidos. No tenemos el lenguaje para identificar un olor, sino que lo identificamos con la sustancia que lo produce. Una naranja sabe dulce, amarga o agria, pero ¿a qué huele? Huele a naranja”.
Es un tratamiento efectivo, pero no es rápido. “En un día solo podemos estudiar a un paciente, que luego desarrollará el tratamiento en su casa. Nosotros vamos monitorizando su evolución con un seguimiento telefónico”, prosigue Secundino Fernández. “No es solo oler botes. El protocolo consiste en hacer olfatometría, pero también otras pruebas como endoscopia nasal, resonancia, estudio del gusto, que no es una secuela tan frecuente pero va muy asociado al olfato...”, advierte el doctor, preocupado por el auge de test similares en diferentes mercados.
“Sé que estas pruebas están muy extendidas y se venden hasta en Amazon pero antes de hacer nada hay que ver al paciente, realizar un estudio de su capacidad olfativa, porque a veces la pérdida del olfato no es tan llamativa como el paciente cree. Hay mucha anosmia, pero hay más problemas para reconocer el olor que para detectarlo. Es diferente si sufren una irritación al respirar un aroma o una confusión por los olores y ello condiciona el procedimiento médico a seguir.
Uno de los trucos utilizados por los responsables es cambiar las familias de olores a analizar. “En función del caso vamos diseñando los mejores grupos para arreglar cada problema”. La Clínica de Navarra dispone de varias decenas de aromas, con orígenes de todos los tipos, desde estimulantes nerviosos a odoríferos puros, para diferenciar las sensaciones que causan en la persona, en línea con los 24 que manejan en el Clínico San Carlos madrileño.
Los efectos se van viendo, pero aún es pronto para dar datos taxativos, matiza el doctor Sarrió. “Es un problema que empezó en marzo de 2020, pero los pacientes han empezado a tratarse desde hace relativamente poco y el tratamiento es largo. La mayoría solo lleva una revisión y sí vemos una mejoría generalizada, pero solo unos pocos han recuperado ya totalmente el olfato”.
Nunca antes de dos meses tras pasar el covid
Recurrir a un ‘entrenamiento nasal’ es, prácticamente el último paso. Los especialistas recomiendan no acudir nunca antes de haber pasado dos meses desde la infección, el plazo más habitual para haber recuperado olfato y el gusto. Pero los efectos de la covid en el organismo se deja notar hasta nueve meses después de dar negativo.
“Hay pacientes de más de seis meses, de nueve... En los últimos tiempos vemos que quienes vienen lo hacen con menos tiempo posterior a la infección, principalmente porque hay más información sobre los síntomas y porque hay mayor facilidad para moverse”, apunta el doctor Fernández.
Es una terapia que se desarrolla, principalmente, en el domicilio del paciente, lo cual no significa que cualquiera pueda hacerlo en su casa, alerta el especialista del centro navarro.
“Si tengo que dar un consejo a los que quieran saber sin han perdido olfato es que elijan bien las sustancias, porque sabemos que ha habido intentos con productos irritantes o incluso tóxicos. Hay que evitar amoniacos, disolventes... porque aunque son conocidos son problemáticos”. “El que quiera hacerse un control que se informe bien para exponerse a olores pero que no se den de manera indiscriminada a productos de limpieza”, remata.