Cinco razones por las que deberías ver 'La Asistenta' (si no lo has hecho ya)
Una serie que tiene más que merecido su puesto en el pódium de honor de las producciones de este año.
Hace un mes, la plataforma Netflix incluyó en su catálogo Maid (La Asistenta), la célebre adaptación de la novela autobiográfica de Stephanie Land Maid: Hard Work, Low Pay, and a Mother’s Will to Survive (2019). Desde entonces, y a pesar de la plétora infinita de títulos disponibles en streaming, la miniserie de diez capítulos se ha mantenido como un must en todas las listas, convirtiéndose en auténtico precipitante del binge watching. La clave de esta historia, cuya producción ejecutiva corre a cargo de Margot Robbie, radica en los matices, en el contundente modo en que expone la verdad sin cortapisas y, sobre todo, en la capacidad de sus guionistas de que entendamos la realidad de la supervivencia, la auténtica, la que va más allá de la manida versión oficial.
Veamos cinco de las muchas razones que existen para ver y entender La sirvienta.
1. Porque dice la verdad, toda la verdad y nada más que la verdad
La historia de Alex (Margaret McQualley) no solo está basada en hechos reales, sino que exorciza la experiencia vital de Stephanie Land, una mujer que, con poco más de veinte años, se ve apartada de todo cuanto anhela. Proveniente de una familia desestructurada, Alex se enamora de un joven arrolladoramente atractivo, Sean (Nick Robinson), con quien tiene una hija. Sin trabajo y sin expectativas, ambos comparten su vida en una caravana, mientras su sueño de estudiar en la universidad, en cuyo programa está becada, se aleja irremisiblemente.
Aunque no pierde la esperanza y saca adelante a la pequeña, la situación a la que le someterá su pareja le hará salir huyendo. No hay golpes, no hay moratones, ni tan siquiera hay denuncia ni razones aparentes para ella. Pero hay maltrato. Aunque ni ella misma lo sabe, vive una situación de abuso incontrolable. Esto la lleva a un refugio para mujeres maltratadas en el que hará todo lo posible por reinventarse a sí misma, convirtiéndose en operaria de la limpieza. A través de las casas que limpia y de los individuos que habitan en ellas, irá descubriendo que la infelicidad no entiende de cuentas corrientes.
2. Margaret Qualley y sus lumbares
Hablar de Maid es referirse a Margaret Qualley. Suyo es el protagonismo en la práctica totalidad de las escenas y la trama por completo gira en torno a ella. El esfuerzo físico extenuante que la actriz lleva a cabo no solo se refleja en su trabajo de asistenta, sino en la carga y descarga constante de su hija Maddy. Y es que Alex es una madre abnegada, pero también una hija que no sabe cómo salvar a su madre y una novia que se entrega por completo, incluso perdiendo el control de su vida. Posiblemente, es en este punto donde se encuentra el quid para entender la serie, las reacciones de Alex y, especialmente, el fenómeno del maltrato. En el concepto de ‘control’ se concentra todo el poder regenerador de Alex. Es a través del proceso que le conduce a la liberación donde recobrará al fin el control de su vida.
Pero no todo es densidad y hondura, también hay espacio para la frivolidad. Si os gusta el alocado baile de Kenzo por el que Qualley se hizo célebre, no os perdáis su coreografía a ritmo de Queen.
3. Andie MacDowell y el tendón flexor
Sin embargo, el personaje de Alex sería incomprensible si no existiera el de Paula, su madre, una excepcional Andie MacDowell reencontrada con la pantalla tras años de incomprensible ocultamiento. Paula se presenta como la némesis de Alex: fantasiosa, irreverente y naïf. Paula parece feliz alejándose de las normas sociales, a pesar de que en parte apoye una estructura de la que ella misma es víctima. Paula llega a incorporar como propias algunas cualidades que se ha visto abocada a asumir por no haber tenido nadie a quien llamar pidiendo ayuda. Su capacidad de afecto le ayuda a encauzar su energía creadora, pese a que su inestabilidad emocional la aleja de su hija y del mundo. Aviso para navegantes: la escena del tendón flexor es un punto y aparte.
4. Regina y la solidaridad entre clases
Maid está repleta de personajes increíblemente bien perfilados, los cuales son tan poliédricos y distantes entre sí, que contribuyen a otorgar mayor realismo a la trama. La propia Alex vive en un continuo claroscuro y Paula oculta innumerables sombras. Este es el caso, igualmente, de Regina (Anika Noni Rose), un personaje imprescindible, tan opulento como desconsiderado. Su configuración paradójica le hace ser lo suficientemente insolidaria como para tirar toda la comida contenida en una nevera, pero tan romántica como para denominar a su mascota Mr. Darcy. Regina será una pieza esencial en la serie, una mujer emocionalmente distante que perderá su lejanía, al tiempo que descubre en Alex algo más que una herramienta de trabajo. Con Alex, la abogada entenderá que hay vida más allá del cachemir, y con Regina, la protagonista descubrirá que incluso en el paraíso hay lugar para el infierno.
5. Denise, el refugio y la sororidad
Y llegamos a Denise (BJ Harrison), lo más cercano a una deidad en Maid, una persona de solidaridad infinita, directora del refugio en el que se instalan Alex y Maddy. Denise es una mujer curtida, superviviente del dolor y de infinitas cuitas, dispuesta a transformar su padecimiento en sororidad. Al contrario que otros personajes ‘facilitadores’ de la trama, en términos narrativos, como Nate (Raymond Ablack), Denise es la única que no espera una contraprestación, siendo su ayuda completamente desinteresada.
Por último, si a todo esto le sumamos unas actuaciones espléndidas y una banda sonora potente (que incluye emocionantes temas como Too Young de Phoenix o Way it goes de Hippo Campus), descubrimos una serie que tiene más que merecido su puesto en el pódium de honor de las producciones de este año. Háganme caso, no se la pierdan.