Queridos Reyes: un Madrid sin Cifuentes
Merece la pena dedicarle unos minutos del recién estrenado 2018 a escuchar el discurso de la presidenta de la Comunidad de Madrid. En los mismos seis minutos que un médico de atención primaria tiene para recibir, escuchar, diagnosticar, cuidar y tratar a cada uno de sus pacientes, la señora Cifuentes ha intentado enterrar la mala gestión de gobierno del año pasado bajo datos de origen incierto y medias verdades, haciendo un repaso por un paisaje social que solo existe en su imaginación y que dista mucho de las dificultades reales que afrontan los madrileños.
El año 2017 ha sido el año del caso Lezo y de los cotidianos casos de corrupción que corroen la "estabilidad institucional" que pregona la señora Cifuentes en su discurso navideño, mientras sumario a sumario se van desestabilizando los pilares de la institución que ella misma gobierna.
El año 2017 ha sido el año de la presidenta sentada en la Comisión de Investigación de la Corrupción teniendo que explicar su implicación con la financiación irregular del partido en el que milita desde que tenía 16 años y que en este mismo año una fiscal definió como "organización criminal"; la clásica organización criminal que estabiliza las instituciones a golpe de malversación y despilfarro.
El año 2017 ha sido el año de la crisis del gobierno regional por la que la presidenta ha tenido que sustituir a consejeros salpicados por la Púnica o reprobados en la Asamblea por su pésima gestión.
El año 2017 ha sido el año de los colapsos en la sanidad pública, de los colegios sin construir, de los dependientes sin prestaciones, de los recortes en los servicios de protección de las mujeres víctimas de violencia machista, de la deuda en escalada y la precariedad laboral en caída libre... Supuestamente preocupada por un "futuro sin incertidumbre para nuestros hijos", en su futuro no caben ni nuevos planes Industriales, ni de Transicion Energetica, ni tan siquiera el tantas veces anunciado Silicom Valey Madrileño que pudiera abrir oportunidades industriales, tecnológicas y laborales con empleo sostenible para nuestros hijos. La realidad es que el 2017 ha sido el año en el que Cristina Cifuentes ha ratificado que su gobierno solo sabe crear tres futuras certidumbres: deuda, desigualdad y corrupción.
Una deuda que en la comunidad no para de crecer debido a la gestión negra del Partido Popular que ha convertido todos y cada uno de los bienes sociales en trampolines de especulación y negocio en forma de hospitales hipoteca, M45, ciudad de la justicia, Canal de Isabel II y cualquier infraestructura de valor social a la que poder poner precio. El precio de la riqueza privada y la miseria pública.
Mientras Madrid es considerado un paraíso fiscal interior, la señora Cifuentes reclama "un sistema fiscal más justo para los madrileños", olvidando premeditadamente que con su paraguas fiscal, da cobijo a 15.000 fortunas a las que si aplicara los mismos impuestos que en el resto de comunidades, equilibrarían la balanza impositiva hacia las clases más castigadas por la crisis y a las que irónicamente Cifuentes agradece el "esfuerzo colectivo" de estos años.
Porque si en algo es "motor la Comunidad de Madrid" es en creación de desigualdad. Siendo la comunidad con los datos macroeconómicos más favorables, es en la que el crecimiento económico es más injusto y desigual del panorama autonómico español (EAPN 2017). Es la Comunidad de Madrid donde más han aumentado los indicadores de desigualdad con un incremento de la población en riesgo de pobreza y exclusión. Porque este crecimiento de la desigualdad, constante y premeditado, solo se puede corresponder con problemas sociales patológicos difícilmente abordables desde los mismos gobiernos que los crearon.
En dos años y medio de gobierno (y de la inestimable colaboración de Ciudadanos), no resulta fácil encontrar algún hito político que poder rememorar, más allá del abono joven de transportes con el que, por el módico precio de 20 euros, los herederos inmediatos de las nefastas políticas del Partido Popular pueden hacer un recorrido turístico por la historia más reciente de la desigualdad, de la desinversión en los servicios públicos y de la privatización de los pilares del bienestar con parada en el deterioro de su futuro, la mercantilización de lo común y la normalización de sus aberrantes condiciones laborales. Dos años y medio de políticas de Cristina Cifuentes indistinguibles de los gobiernos de sus predecesores que perpetúan a la Comunidad de Madrid como referente del despilfarro y la malversación de fondos públicos y la mantienen condenada a la cola de las comunidades con menor inversión por habitante en sanidad, educación y servicios sociales.
Pese a este balance, en 2018 vamos a seguir reclamando una profunda reforma fiscal que conduzca a un sistema impositivo más justo, vamos a seguir levantando las alfombras en la Comisión de Estudio de la Deuda y en la Comisión de Investigación de la Corrupción de la Asamblea de Madrid, vamos a seguir defendiendo el colchón social que amortigua los excesos del partido más corrupto de la historia y vamos a trabajar porque nuestros hijos tengan certidumbres de futuro y no una suerte de discursos navideños impostados más propios de un publirreportaje que de un gobierno regional.