Que no sea una moda pasajera
¿Por qué no hemos contribuido a romper el tabú que pesa la salud mental hasta ahora? ¿Por qué no había sido tratado como debía este asunto hasta la llegada de la pandemia?
De un tiempo a esta parte, y debido a las consecuencias que ha traído la pandemia mundial a nuestras vidas, se habla mucho de salud mental en los medios de comunicación, en las redes sociales y en todas las instituciones. En esta espiral de consumir información como si fuese comida basura, esta cuestión tan compleja como olvidada ha conseguido tener un espacio en la agenda pública. Bienvenida sea su presencia en el debate político pues contribuye a romper el tabú que le acompañaba, además permite que entre todos y todas busquemos soluciones a su situación actual. Nos llevará a fortalecernos como sociedad si lo conseguimos.
Antes deberíamos asumir que no hemos hecho todo lo que podíamos, y debíamos, con la atención de la salud mental de miles de españoles y españolas. Admitamos que durante demasiado tiempo ha sido arrinconada y obviada frente a la salud física en el ámbito de la salud púbica. Si reconocemos los errores previos tendremos más posibilidades de conseguir aciertos futuros.
Y con sinceridad debemos reconocer que no es una cuestión que se resuelva con un chasquido de dedos, ni con un con un video viralizado y aún menos con un tuit. Tiene una gran carga de profundidad técnica, política e institucional. Y si queremos hacerlo bien, debemos tratarlo con la dimensión que tiene. Por esto, soy escéptico ante la competición existente entre distintas fuerzas políticas por apropiarse de este asunto dentro del Congreso de los Diputados y ante la opinión pública. Parece que buscan más la notoriedad al tratarlo que poner soluciones concretas, realizables y alcanzables.
No podemos permitirnos que la salud mental sea una moda pasajera con fines partidistas que una vez exprimida mediáticamente desaparezca del debate político y la agenda pública.
Dotarnos de una estrategia de salud mental acorde al tiempo que vivimos tiene infinidad de aristas y matices muy diversos, contiene gran complejidad técnica y política. En primer lugar, porque hablamos de mujeres y hombres con sufrimiento, ansiedad, depresión, trastornos obsesivos compulsivos, adicciones y, tristemente, con el suicidio. Personas que necesitan respuestas certeras para situaciones muy distintas entre ellas.
Por otro lado, tenemos un Sistema Nacional de Salud basado en la cogobernanza entre Estado y CCAA, siendo estas quienes prestan finalmente el servicio, lo que nos obliga al compromiso de todas las administraciones públicas para que sea duradero y eficaz. Tampoco podemos negar que existen dispares visiones entre los colegios profesionales de la medicina y la psicología con respecto a la atención de los pacientes. Y porque en todo ello se evidencia una brecha de género que en materia de salud mental se ensancha.
No es sencillo solventar este problema que vive la salud mental en España pues requiere mucho dialogo, capacidad de consenso y voluntad de acuerdo. El Gobierno de Pedro Sánchez es consciente de todo esto que planteo, tiene un compromiso firme para actualizar la estrategia de salud mental que lleva 13 años sin renovarse. Ha venido trabajando para sacarla adelante, aún en pandemia, junto a todos los sectores implicados que le ha permitido presentar un texto provisional que ha recibido más de 700 aportaciones, en estos momentos ya se encuentran en revisión a la par de seguir dialogando con todos los gobiernos autonómicos.
No tengan duda, habrá Estrategia nacional de Salud Mental que potenciará el actual servicio público dentro del SNS; nuestro símbolo de equidad, gratuidad y de acceso universal para cualquier ciudadano o ciudadana que lo precise.