Qué le podemos pedir y qué nos vamos a encontrar en el final de 'La que se avecina'
La serie de Telecinco regresa con la segunda tanda de la penúltima temporada.
“Los episodios más divertidos en años”. Con esa seguridad Telecinco ha promocionado el regreso a la parrilla de La que es avecina, su serie estrella, que vuelve este miércoles 20 de noviembre con la segunda parte de la 11ª temporada.
No es un regreso al uso, es todo un acontecimiento. En esto tiene que ver que LQSA no es una serie cualquiera para Mediaset: tiene un promedio del 20% de cuota de pantalla y más de 3 millones de telespectadores por episodio.
Lo paradójico es que fue ese éxito indiscutible lo que llevó a Telecinco a maltratar a su gallina de los huevos de oro. Han sido muchas las veces en las que los directivos parecen haber pensado que una joyita así, capaz de resistir en tiempos de cólera para las series en abierto, había que dosificarla. La convirtieron en el producto comodín empleado como arma arrojadiza contra la competencia, un valor seguro con el que torpedear a sus rivales o levantar épocas de vacas flacas. Repentinos cambios de día de emisión, parones, grandes transiciones entre una temporada y otra... La fidelidad y la paciencia del espectador la han puesto a prueba día sí y día también y lo cierto es que no les ha salido mal la jugada.
En esta ocasión, los fanáticos seguidores de la ficción más vista del 2019 no han llegado a agonizar esperando el regreso durante meses y meses o incluso más de un año. Fue lo que ocurrió con la primera tanda de episodios de esta temporada, la que dicen es la penúltima de la serie. Pasaron exactamente 16 meses entre la 10ª (diciembre de 2017) y 11ª (abril de 2019).
Lo de “penúltima” lo dicen con la boca pequeña. Ni la cadena ni las cabezas pensantes de la ficción cierran la puerta a una prolongación, aunque todo cambiaría en caso de que se dé luz verde a una secuela sobre la vida de los montepinarianos. “Sabemos cómo acaba pero no hacia dónde va”, apuntaba Alberto Caballero, uno de sus directores, en la presentación de este regreso.
Utilizando esta premisa como declaración de intenciones se puede empezar a especular sobre cuál va a ser el futuro de los vecinos más locos de la televisión. De momento, están ya programados los cinco últimos episodios de la temporada y ya hay listos ocho de la 12ª. El resto se empezarán a rodar en enero y el final no llegará hasta junio. Será un desenlace “impactante” y sería un acierto resucitar a viejas glorias del Mirador de Montepinar.
Ellas tienen que volver
Una serie tan clásica y rompedora a partes iguales, que ha supuesto un hito en la ficción española, debe prescribir con un final de altura. Y para ello habría que rescatar a grandes personajes como Estela Reynolds (Antonia San Juan) o Judith Becker (Cristina Castaño). Ambas actrices han sido dos instituciones que han hecho más hilarante aún la comedia y sus marchas se hicieron notar. Tanto que no sería descabellado afirmar que sus ausencias pudieron precipitar ese ligero desgaste acusado en las dos últimas temporadas.
Solo ligero porque decir lo contrario no le estaría haciendo justicia a su extraordinario rendimiento. Renunciar a las tramas de ambas y cerrarlas de forma abrupta ponían en riesgo la estabilidad de la serie y, sin embargo, supieron dar en la tecla y reinventarse.
También lo supieron hacer con la salida de Maxi (Eduardo Gómez), cuyo nombre podría faltar en el final de La que se avecina. En cualquier caso, las inclusiones de Fermín (Fernando Tejero) o Menchu (Loles León) propiciaron que esas ausencias no lo fuesen tanto. Sus personajes se han consolidado y han venido a ser, de una forma u otra, el salvavidas de la serie, dotándola de mucha fuerza argumental. Aunque esas ausencias ni mucho menos se pueden olvidar.
“Cambios de personalidad, romances y amenaza de ruina”
Los próximos cinco capítulos vienen cargados de novedades, importantes giros de guión, con el amor y con las desgracias como eje central del devenir de los vecinos. Desde el “despertar inoportuno” del coma de Antonio (Jordi Sánchez) hasta el ingreso de su hija Alba (Víctor Palmero) en un convento convirtiéndose en la primera transexual que entrega su espiritualidad y se enfrenta a los prejuicios de la Iglesia. La trama pone de relieve que, aunque la serie representa a la España profunda, los mensajes progresistas y transgresores también forman parte de la emisión.
La dulcificación del carácter del “pescadero mayorista” es otro de los grandes giros de tuerca. ¿Un Recio bondadoso o un Recio asqueroso? La audiencia debe dar su veredicto. El cansancio obliga a hacer esos golpes de efecto.
Amador (Pablo Chiapella) sigue en busca del amor. La sombra del fracaso continúa planeando sobre él. El capitán Salami se enamora de Bárbara (Norma Ruiz) y tratará de conquistarla contra viento y marea, incluso ocultando la aciaga realidad de su vida con una cadena de mentiras que ponen en jaque su relación. Intenta sorprender a su novia con un regalo de cumpleaños, pero para conseguir el dinero con el que pagarlo se ve obligado a embarcarse en un dudoso trabajo.
Todo esto mientras Nines (Cristina Medina) y Ongombo (Ricky Ginger) aterrizan de sus avatares en el África subsahariana, donde marcharon para salvar a la comunidad de la ruina. Traen consigo el certificado de matrimonio, un documento providencial que les podría librar de una multa histórica de la Seguridad Social.
De esta manera se confirma que no hay nada nuevo en el horizonte: las desdichas vuelven a ser parte de la línea argumental de la serie. Queda demostrado que las malas noticias que azotan a los residentes de Montepinar gustan, van en el ADN de los vecinos... y de los propios fans.