Qué fue de la gran coalición

Qué fue de la gran coalición

Los españoles parecen dar por descontado que el PP y el PSOE están condenados a tirarse los trastos a la cabeza, pese a que en las encuestas señalan que quieren entendimiento.

Sánchez y Feijóo se saludan a la entrada de La MoncloaAnadolu Agency via Getty Images

Que sepamos, Pedro Sánchez y Alberto Núñez Feijóo tan solo han hablado una vez tras la crisis del PP. Fue el 7 de abril, en la primera visita del hoy líder de la oposición a Moncloa. Entonces, la palabra de moda era consenso. Ambos aseguraban estar dispuestos a alcanzar acuerdos en las cuestiones de Estado. Se ponía fin a la denominada etapa de la crispación y muchos aplaudían.

Han pasado dos meses de aquella foto y todo sigue prácticamente igual. La inflación está disparada, la guerra en Ucrania continúa y sigue el bloqueo en el Poder Judicial. El PP ha propuesto un acuerdo en materia económica que incluye bajada de impuestos, reducción de gastos burocráticos del Ejecutivo y la agilización y mejora de los fondos europeos. Exactamente lo mismo que planteaba Pablo Casado, salvo que la misiva que mandaron no llevaba el logo del partido.

La respuesta del Ejecutivo también ha sido la misma que entonces: el ninguneo. Otra carta de vuelta, un par de mensajes entre los responsables económicos y ya está. El PP votó en contra de las medidas anti crisis de Sánchez en el Congreso, cosa que previsiblemente volverá a hacer, y el Ejecutivo lo criticó. Lo que quiere Sánchez del PP es renovar el CGPJ, que acumula tres años de retraso. Pretendía tenerlo cerrado antes de fin de junio, pero fue otra ensoñación más. El bloqueo persiste.

Hace mucho tiempo que en España nadie se molesta en sugerir una gran coalición. O, al menos, un gran pacto nacional sobre las cuestiones que más preocupan, como la economía

Para rematar, siempre hay unas elecciones que llaman a la puerta, todo se enreda un poco más, nadie descuelga el teléfono y los reproches se multiplican entre mítines y entrevistas en los medios. “Cuando están en el gobierno se dedican a la corrupción y en la oposición, a la crispación”, espeta Sánchez. “Es una caricatura de presidente del gobierno”, le suelta el líder de la oposición. Y así día tras día. La última, sobre los buenos datos del paro. Según Feijóo, maquillados. El Gobierno respondió airado y ni los barones del PP dieron continuidad al ataque de su líder.

Hace mucho tiempo que en España nadie se molesta en sugerir una gran coalición. O, al menos, un gran pacto nacional sobre las cuestiones que más preocupan, como la economía. Sobre el precio de la cesta de la compra, la gasolina y la electricidad, como reclamaba el profesor O’Kean en Más Vale Tarde el pasado jueves, bastante pesimista. Unos pactos de La Moncloa.

La única excepción se vive en los pasillos del Congreso. Siempre ha ocurrido. Adriana Lastra ha llamado a Cuca Gamarra para atar el apoyo del PP a la tramitación de la proposición de ley para abolir la prostitución. Los contactos entre grupos parlamentario son habituales, aunque pocas veces se publiciten. De momento, hasta ahí llega el idilio Sánchez-Feijóo.

El contexto invita a pensar que nada va a cambiar. Pero eso no significa que nada deba cambiar.

Los españoles parecen dar por descontado que el PP y el PSOE están condenados a tirarse los trastos a la cabeza, pese a que en las encuestas señalan que quieren entendimiento. Tras las andaluzas, en las que el PP arrasará salvo giro inesperado, vendrán las autonómicas y locales y, después, las generales. El calendario electoral es endiablado. Feijóo ya se ve en Moncloa y Sánchez trata de resistir, cosa que hasta la fecha se le ha dado de maravilla.

El contexto invita a pensar que nada va a cambiar. Pero eso no significa que nada deba cambiar. ¿Sánchez cree de verdad que le penalizaría auspiciar un gran pacto energético con el PP? ¿No se acercaría al centro político llamando a Feijóo para negociar un acuerdo económico? ¿No hay margen para que ambos se alejen del ruido e intenten ponerse de acuerdo por el bien de los españoles?

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Corresponsal político de El HuffPost.