Qué está pasando en China con los draconianos encierros por covid dos años después
Se cumple un mes de estricto confinamiento en Shanghái mientras Pekín teme los cierres y el colapso de la ciudad.
El SARS-CoV-2 se originó en China, pero las cifras sitúan a este país como uno de los menos afectados por la pandemia del mundo. Desde hace algo más de un mes, esto se les ha vuelto en contra. Cuando Occidente respiraba medianamente aliviado por su situación epidemiológica, en China volvió el pánico. Su estricta estrategia de ‘cero covid’ llevó a principios de abril a cerrar a cal y canto la mayor ciudad del país, Shanghái, con 25 millones de habitantes.
En un principio iban a ser cinco días, pero el encierro dura un mes. Y decimos “encierro” porque las informaciones que llegan de medios internacionales y de ciudadanos chinos a través de redes sociales no hablan de un confinamiento ‘al uso’, sino de una feroz política de aislamiento para evitar la propagación del virus. Al estilo chino.
Medios como CNN y BBC señalan que en los últimos días los funcionarios de Shanghái han instalado vallas metálicas para impedir que la gente salga de los edificios donde se ha registrado algún contagio. También lo reporta en Twitter la corresponsal neerlandesa Eva Rammeloo:
Confinamiento y hambre
Para los ciudadanos de Shanghái, el confinamiento está siendo mucho más duro que el covid. Al no poder salir de sus casas, y con todo cerrado, se ha hecho muy difícil conseguir comida. Los funcionarios se encargaban de llevar víveres a los edificios confinados, pero muchos residentes denuncian que estos cargamentos no siempre llegaban, o bien eran insuficientes. Las autoridades de la ciudad, aislada, han llegado a reconocer su falta de preparación ante la magnitud de las circunstancias.
Will Liu, un residente en Shanghái al que entrevista la BBC, cuenta que, desesperado y hambriento, tuvo que pedir comida a domicilio a precio de oro. Pagó 400 yuanes (casi 60 euros) por unas chuletas de cerdo, y lo que recibió fueron un par de trozos de costilla en mal estado.
Como él, muchos más habitantes de la gran ciudad han pasado hambre y dificultades en el último mes. A Yurley Benítez, una colombiana también entrevistada por la BBC, se la llevaron a la fuerza de su casa a un centro de cuarentena tras dar positivo. Cuenta que lloró de impotencia e incertidumbre mientras la trasladaban, aunque luego el centro no estaba tan mal. Lo peor: tener que dormir con las luces encendidas y con el ruido que hacían las 600 personas allí presentes. La colombiana denuncia el caos, la desinformaición y la falta de empatía de las autoridades. Asegura que muchas mascotas han muerto al ser desatendidas por sus dueños, que han debido abandonar sus casas casi sin previo aviso.
Confinamiento sí, pero respetando los derechos humanos
Desde el 1 de marzo, la ciudad, de unos 25 millones de personas, acumula unos 544.000 contagios, con unos 10.600 detectados este miércoles. Según las cifras que aporta la agencia EFE citando al diario hongkonés South China Morning Post, de los 5,8 millones de personas de más de 60 años que residen en Shanghái, casi un 38% todavía no había recibido la vacuna frente al covid o, al menos, no con la pauta completa.
El exdirectivo de la OMS Daniel López Acuña defiende los confinamientos como una medida efectiva y necesaria de salud pública “cuando hay un riesgo colectivo”, como se hizo durante tres meses en Europa. “En una situación con dos años sin incidencia [en China], con una vacunación hecha hace tiempo, con una vacuna distinta y una población tan numerosa, hay que tomar medidas para evitar la transmisión, por eso se opta por un confinamiento”, sostiene.
No obstante, esto no quiere decir –matiza el epidemiólogo– que se deba abrir la puerta al abuso, a la represión o a la violencia contra las personas. “Una cosa son los derechos humanos y otra el confinamiento”, aclara López Acuña.
Pekín teme su parte
Ahora, los casos empiezan a disminuir en Shanghái y los cierres comienzan a relajarse tímidamente, pero crece la tensión en la capital, Pekín. La situación ha sido tan dramática en Shanghái que los pequineses se preparan ahora concienzudamente –y con mucho temor– por si son los siguientes.
Este miércoles se han detectado 50 nuevos casos de covid en Pekín y las autoridades han decidido ampliar los cierres perimetrales. Cinco áreas del populoso distrito de Chaoyang –con más de tres millones de residentes– están cerradas, y las clases se han suspendido al registrarse cadenas de transmisión en colegios.
Desde el pasado 22 de abril, se han notificado 142 casos repartidos en 10 distritos de la capital, 80 de ellos en el de Chaoyang. Esta semana, unos 20 millones de los 23 millones de habitantes de la gran ciudad deben someterse a tres rondas de PCR con las que las autoridades esperan detectar y aislar a todos los positivos y a contactos cercanos.
Pese a que las autoridades de Pekín han llamado a la calma asegurando que todo está bajo control y en todo caso no habrá desabastecimiento de productos, los pequineses se han abalanzado a los supermercados para no verse en la misma tesitura que sus vecinos de Shanghái.
Todos los grandes países que abrazaron la estrategia de covid cero la fueron abandonando ante la realidad del virus. Todos, excepto China. El epidemiólogo Mario Fontán explica que “una estrategia de covid cero es prácticamente inviable a largo plazo, salvo que el país tenga unas características muy determinadas”.
Esas particularidades pueden ser geográficas –en islas funciona mejor– o políticas, pues la estrategia tendrá más éxito “en lugares con regímenes autoritarios donde la toma de decisiones es mucho más vertical, más ‘ordeno y mando’, que en sistemas donde las deliberaciones políticas son más plurales y hay que llegar a consensos”, señala Fontán. “Muchas de las cuestiones que deciden las estrategias de salud pública tienen que ver con la cultura y los valores sociales de un territorio”, comenta el epidemiólogo.
Una baja vacunación en personas mayores
Aunque hasta ahora el Gobierno chino se ha aferrado con fuerza a esta draconiana política, en el país ya han surgido voces críticas (pese a la censura), así como cuestionamientos sobre el sistema de vacunación. Los datos que ofrece la plataforma Our World in Data apuntan a que el 88% de la población china tiene la pauta completa de la vacuna; sin embargo, las cifras de vacunación en personas mayores decaen considerablemente. A mediados de marzo, sólo la mitad de la población mayor de 80 años había completado su pauta de vacunación.
Además, las vacunas chinas Sinovac y Sinopharm parecen menos efectivas que las de ARN mensajero en la prevención de hospitalización por covid, a menos que se pongan tres dosis, en cuyo caso el porcentaje de efectividad se equipara. China estudia ya la elaboración de una formulación específica de vacuna frente a la variante ómicron, pero por lo pronto ómicron ya les ha dado el susto.