Putin, cada vez más aislado, sopesa una "escalada" bélica y política para frenar su derrota
El líder ruso quiere acabar con la guerra "cuanto antes", pero la contraofensiva ucraniana ha destrozado sus previsiones. El Kremlin anuncia medidas para reforzarse.
209 días de guerra. A las puertas de que la invasión decretada por Putin cumpla su séptimo mes. Poco o nada se parece la fotografía actual de Ucrania a la que ideó el líder ruso en su ensoñación de una “liberación” exprés del Donbás y otras zonas del país. El conflicto sigue, pero las tornas han cambiado y ahora es Kiev la que marca el ritmo de la contienda, con una contraofensiva que sigue haciéndole recuperar el territorio previamente ocupado por Moscú.
Los acontecimientos se suceden a un ritmo al que últimamente no acostumbraba una guerra que había entrado en fase estable. El comienzo del contraataque ucraniano lo ha cambiado todo, dentro de sus fronteras y también en la escena global. Putin, cada vez más solo, busca soluciones de urgencia para contener su derrota en el frente y en su propia casa.
La situación de la contraofensiva
Fuentes conocedoras de la táctica ucraniana aseguran a El HuffPost que “Rusia se tragó el señuelo de Jersón” —un anuncio lanzado por el Gobierno de Zelenski y sobre el que pidió ‘silencio informativo’— que fue la antesala de otros movimientos en la zona de Járkov, más al norte.
Desde hace semanas, la campaña de respuesta nacional ha conseguido recuperar 8.000 kilómetros de zonas tomadas o controladas por los rusos, entre ellos decenas de ciudades y pequeñas poblaciones. Un enclave fundamental en la región de Lugansk, Lisichansk, es ahora el próximo objetivo ucranio.
El cálculo del área retomada, que no es oficial, no deja de incrementarse jornada tras jornada. Como tampoco el de víctimas mortales. El último informe que manejan las tropas de Zelenski eleva a más de 55.000 los soldados rusos muertos en combate, junto a miles de vehículos, instalaciones y equipos de ataque. Moscú, por su parte, guarda silencio.
Rusia, cada vez más sola en su guerra
La agenda internacional de Putin cuenta, a medida que pasan los días de guerra, con menos amigos. Turquía, China e India han marcado distancia en su política de guerra. Erdogan, cercano a Putin, ha llegado a pedir directamente que devuelva todo el territorio “invadido” en Ucrania. Incluida Crimea, anexionada en 2014.
Y, con toda la calculada equidistancia que acostumbra, el mandatario turco deja entrever que a Putin le han entrado las prisas. Un mensaje similar al que transmitió este la semana pasada ante el primer ministro indio, Narendra Modi.
Quiere acabar “cuanto antes” con “esto”, dice Erdogan, pero el Kremlin por ahora no cambia su mensaje. Este mismo martes, el portavoz del Gobierno ha apuntado, sobre una posible solución diplomática, que “en estos momentos esta posibilidad no es visible”.
Algo se mueve en el Kremlin: mano dura y ruido de nuevas medidas
Que Vladimir Putin está inquieto por el devenir de los acontecimientos es una realidad. La presión interna de sus cada vez menos ocultos opositores políticos y sociales, los fracasos militares sobre el terreno ucraniano y los mensajes enviados por las naciones ‘amigas’ de Rusia han hecho que se replantee la situación.
Sin embargo, sus pensamientos no pasan por la vía diplomática. Putin sopesa una escalada en la acción bélica, según diversas fuentes. Esto podría pasar por una movilización masiva de ciudadanos rusos para combatir en Ucrania, algo que hasta ahora el Kremlin siempre ha negado. De momento, el Parlamento ha avalado introducir conceptos como “ley marcial”, “periodo de guerra” o “movilización” en el Código Penal, un paso que podría marcar el curso de las próximas medidas presidenciales.
Con esa última modificación, Rusia también busca endurecer el castigo contra los soldados que se retiren en plena contienda. A partir de ahora, las penas por deserción, bien por entregarse al enemigo o por abandonar una de las unidades del Ejército, ante las noticias de retiradas masivas de pelotones incapaces de contener la contraofensiva ucraniana, se van a pagar con hasta diez años de prisión. También hay un capítulo para los llamados a filas que rechacen la orden: hasta tres años de cárcel.
“Son pasos que da alguien que sabe que está perdiendo”, contraponen desde la Casa Blanca, ante la previsión de que Putin endurezca las medidas.
Los referéndums de las regiones prorrusas
Otra de esas huidas hacia adelante es el visto bueno de su Ejecutivo a la celebración de referéndums exprés de adhesión a Rusia en las autoproclamadas repúblicas de Donetsk y Lugansk, además de por parte de las autoridades prorrusas de Jersón y Zaporiyia. Estas citas, que Ucrania valora como “farsas”, tendrán lugar entre el 23 y el 27 de septiembre. De ello se espera que hable Putin en un discurso inicialmente previsto para este martes y que al final se aplaza hasta el miércoles.
Serguéi Lavrov, ministro de Exteriores ruso, aplaude la convocatoria de estas votaciones y ha anunciado que dará su visto bueno a lo que resulte de las ‘urnas’. “Desde el inicio de la operación militar especial y, en general, en el periodo precedente, dijimos que la población de los respectivos territorios debía decidir su futuro”, ha indicado. “La situación actual confirma que quieren ser dueños de su destino”, ha zanjado Lavrov.
La OTAN también carga contra estas consultas “falsas”, que “no tienen legitimidad y no cambian la naturaleza de la guerra de agresión rusa contra Ucrania”, ha apuntado su secretario general Jens Stoltenberg. El que fuera primer ministro noruego cree que con esta jugada, Moscú lo que hace es “escalar en la guerra”. En términos similares se han manifestado la UE o EEUU. Más aislamiento a los planes rusos.
La ONU: un nuevo respaldo mundial a Ucrania ante Lavrov
Entre el ruido de una inminente “escalada”, la ONU reúne a su Asamblea General, la gran cita de la diplomacia global. Ucrania, por supuesto, es el tema estrella sobre la mesa de centenares de líderes y altos cargos de todo el mundo, incluido el titular de Exteriores ruso.
En las largas sesiones de discusión se espera una nueva muestra de respaldo internacional a Ucrania, como del cada vez mayor aislamiento del régimen de Putin. Así, las potencias occidentales buscarán el apoyo de países, como India, que en anteriores ocasiones se han mantenido al margen del conflicto.