Puerta a Trump: actores, políticos y activistas plantan cara al presidente estadounidense en la Cumbre del Clima
El movimiento "Todavía seguimos dentro" se hace fuerte en la lucha contra la crisis climática.
El “We are still in” –“Todavía seguimos dentro”– no es un lema nuevo, tiene al menos dos años. Pero la Cumbre del Clima en Madrid ha servido para relanzarlo con más fuerza que nunca.
El anuncio por parte del presidente estadounidense, Donald Trump, de sacar a EEUU del Acuerdo de París a pocos meses de llegar a la presidencia –y de oficializarlo hace apenas unas semanas– supuso, en primer lugar, la frustración de muchos. En segundo, la incredulidad de que en pleno siglo XXI aun existan negacionistas climáticos en el poder, a pesar de los irrefutables y dramáticos informes de expertos. Y en tercero, la preocupación por que el segundo país más contaminante del mundo –mayor emisor de CO2 por detrás de China– haya dado portazo a medidas internacionales comunes, comprometiendo aún más el futuro de un planeta que está llegando a sus límites.
La Cumbre frente al negacionismo
Trump sigue adelante, pero en frente tiene a todo un movimiento que no ha dudado en alzar la voz durante la COP25 para recordar que Estados Unidos “todavía no se ha ido” y que una parte importante de su población no sólo no abandona la lucha contra crisis climática, sino que está dispuesta a intensificarla. La estrategia para visibilizar esta postura en Ifema ha pasado desde el reparto de chapas con el lema “We are still in”, hasta la presencia de líderes políticos, como la Presidenta de la Cámara de Representantes Nancy Pelosi, el ex-vicepresidente Al Gore, o el multimillonario ex-alcalde neoyorkino y aspirante a candidato demócrata, Michael Bloomberg.
Pero no sólo de políticos va el asunto. Eran alrededor de las 4 y media de la tarde del martes cuando una multitud se empotraba contra el cristal del pabellón estadounidense en la Cumbre para tratar de echar un rápido vistazo al interior –porque la cosa no daba para más entre cámaras, móviles y codazos–, donde se encontraba el icónico actor Harrison Ford. La estrella de Hollywood no dudó en prestar su buena imagen para lanzar un mensaje de “apoyo a la naturaleza”: “Tenemos que reducir drásticamente nuestra dependencia de los combustibles fósiles, acelerar la transición a energías limpias y renovables, ya que una gran parte de la solución climática puede provenir de proteger la capacidad de la naturaleza para almacenar carbono”, recalcó. Un discurso que también estuvo marcado por los otros grandes protagonistas de esta COP: indígenas y jóvenes, a los que mostró todo su apoyo. “No podemos seguir negándoles la emergencia para dirigir su futuro, necesitamos salir del camino y dejar que lideren”, expresó.
Una salida que aún puede revertirse
A efectos teóricos, la salida de EEUU del Acuerdo de París no es inmediata, sino que tardaría al menos un año en materializarse. Por lo que lo más probable es que, de hacerse realidad, ésta se solape en el tiempo con las elecciones presidenciales de noviembre en el país, previstas seis días antes de que comience la siguiente COP26, en Glasgow.
Algunos no tiran la toalla. El mismo Al Gore aprovechaba esta semana para afirmar que todavía existen grandes posibilidades de que EEUU permanezca en el Acuerdo pese al anuncio de retirada, porque la lucha contra el cambio climático es “una prioridad para la gran mayoría de estadounidenses”. “El anuncio se ha malinterpretado porque no será efectivo hasta dentro de once meses, y los próximos resultados electorales podrían revertir la decisión de Trump”, aseguraba a los medios. “La decisión de permanecer, o no, está en manos del electorado estadounidense”, añadía.
Lo cierto es que dados los escasos mecanismos internacionales que existen para paliar las emisiones –se calcula que EEUU es el responsable del 15% a nivel global–, la repercusión que el abandono de una de las máximas potencias contaminantes del mundo tiene como consecuencia para el planeta, es dramático.
Negacionismo estratégico
Los vínculos entre la Administración Trump y la industria de combustibles fósiles es evidente, a pesar de que el mandatario estadounidense ha intentado en todo momento camuflar su decisión con argumentos económicos asegurando que los requisitos que se le imponían eran lesivos para el país. Y ya se sabe: “America first”.
“Este acuerdo tiene poco que ver con el clima y más con otros países sacando ventaja de Estados Unidos. Es un castigo para EEUU, mientras que China puede subir sus emisiones, frente a las restricciones que nos hemos impuesto”, aseguraba.
Es, en definitiva, tan solo una muestra más de la doctrina proclamada por un líder que frente al multilateralismo y los derechos humanos, impone dosis extra de patriotismo y negacionismo para desviar, a toda costa, la atención sobre su acusación por abuso de poder y osbtrucción al Congreso.