¿Puede ser 8 de marzo todos los días?
Me gustaría que, aunque haya pasado el 8 de marzo, se siga hablando de la igualdad, de la brecha salarial o del trabajo de cuidados.
Hace apenas una semana que se conmemoró oficialmente el Día Internacional de la Mujeres. Este año, los y las de siempre, haciendo oídos sordos a quienes tratan de acallar nuestra lucha, hemos vuelto a repetir detrás de nuestras mascarillas que mujeres y hombres tenemos los mismos derechos en España, pero no las mismas oportunidades.
Las mujeres, la mitad de la sociedad, tenemos que luchar por tener las mismas oportunidades y por romper muchos techos, cada día más resistentes, además de demostrar que este avance, que alcanzar la igualdad real y efectiva, nos llevaría a tener un país y unas ciudades mejores y más prósperos para todos y todas.
Una semana después ya apenas se escuchan voces reivindicar tantas tareas pendientes, menos aún para abordar una de las más discriminatorias en la vertiente económica y que tiene cifras objetivas: las mujeres perciben casi un 22% menos de sueldo que los hombres como media en España.
En España no hay una ley que discrimine a las mujeres para cobrar menos que los hombres, evidentemente. Lo que falta en España son los suficientes programas de igualdad que propicien, por ejemplo, que la brecha salarial se reduzca con la rapidez que nos gustaría.
Me gustaría que, aunque haya pasado el 8 de marzo, se siga hablando de esto, que significa, nada y más y nada menos que si las mujeres cobrásemos lo mismo que los hombres, el producto interior bruto (PIB) español aumentaría más de un 16%. La reducción de la brecha salarial entre mujeres y hombres debe ser un fin compartido por la responsabilidad/objetivo de ser un país más competitivo. Todas las personas y todas las instituciones tenemos que sumar en este camino.
A día de hoy las mujeres trabajamos más horas, dedicando muchas de ellas a los cuidados, se ha evidenciado claramente en el confinamiento. Contamos con mayor número de estudios superiores y sin embargo esto no se aprovecha para conseguir una mayor eficacia y competitividad del mercado laboral de España. Y sí, lo niegue quien lo niegue, existen verdaderas dificultades para la promoción de las mujeres en el mundo laboral. ¿Cómo se explica que solo ocupemos el 8% de los cargos de presidencia de las grandes empresas?
En este 8 de marzo muchos de los análisis se han dirigido, obviamente, a dilucidar cómo ha afectado este año de pandemia al proyecto de país para avanzar hacia la igualdad real. La respuesta no ha sorprendido a casi nadie: la crisis ha afectado más a quienes ocupaban puestos peor remunerados, en sectores menos especializados y a quienes se hacen cargo de los cuidados… a las mujeres.
En mi ciudad, Córdoba, donde la pandemia nos ha puesto frente al espejo para señalarnos, con todo la crueldad, nuestros peores defectos como la dependencia del sector servicios, el paro tiene rostro de mujer. Según los últimos datos oficiales, en Córdoba hay 7.000 mujeres paradas más que hombres. Una brecha que se percibe especialmente a partir de los 35 años. Por eso, esta misma semana hemos pedido lo mínimo: que las cuentas de la ciudad, que pese a estar a mitad de marzo aún no están aprobadas por el Pleno, cuenten con el correspondiente informe de impacto de género.
En la lista de proyectos que podemos hacer entre todos y todas se me ocurre, además, la necesidad de impulsar programas educativos, planes de igualdad en las empresas, favorecer el acceso a los puestos de mayor responsabilidad de las mujeres y una política activa para favorecer la conciliación familiar, de cara a que las mujeres jóvenes puedan tener hijos sin abandonar sus objetivos laborales.
Hace unos días que celebramos el 8-M y no podemos olvidar la mayor de las desigualdades: las víctimas de la violencia machista. Hace unos días que pasó el Día Internacional de las Mujeres y no podemos olvidar las víctimas de la violencia sexual, la trata y el acoso.
Tampoco debemos dejar pasar los comentarios machistas que se siguen escuchando, algunos ante la alfombra roja en en unos premios de cine, otros al pasear por la calle y también en las páginas de periódicos que se permiten el lujo de mandar callar a una política después de glosar su imagen física.
Esto en España sigue pasando en el año 2021 y, por todo ello, abogo por un 8-M continuo, a diario. No podemos perder la referencia de que la igualdad no es un color, ni de un partido, ni un día, ni siquiera un mes al año. La igualdad no es la meta, es el camino que tenemos que hacer entre todos y todas.