Lo que suponen políticamente los presupuestos
Se abre una nueva etapa en la que el Gobierno de coalición amarra la estabilidad y amplía apoyos.
Números, cuentas, enmiendas, secciones, partidas, inversiones, gastos… El complicado universo de los presupuestos generales, paraíso de los técnicos de Hacienda, atrapa al mundo político y lo marca. Este jueves las lucecitas verdes arrasaban en la pantalla de votaciones en el Congreso, que daba el visto bueno a las primeras cuentas de la coalición.
En Moncloa tienen señaladas en rojo en una pizarra las fechas de los presupuestos. Ya han conseguido pasar el corte de la Cámara Baja y ahora tocará el Senado. Allí la tramitación será exprés y el Gobierno no tiene intención de sacar modificaciones con un objetivo: que las cuentas públicas entre en vigor el próximo 1 de enero.
Los primeros presupuestos de la coalición ya están a punto. Esto tiene una primera consecuencia: suponen una “autopista” para intentar aguantar hasta el final de la legislatura en 2023, como dice un parlamentario socialista. La idea del Ejecutivo es aprobar unos cada año, pero ya no se ve atado a los de Cristóbal Montoro y tiene un proyecto, que de ser prorrogado, lleva el sello rojo y morado.
Otra de las grandes lecturas que se hacen es que el PSOE y Unidas Podemos han logrado ampliar la mayoría de la investidura. Sí el pasado mes de enero Pedro Sánchez lograba ser presidente con 167 votos, ahora ha visto como las cuentas salían adelante con casi 190 votos (al votarse por separado hubo partidas con entre 187 y 189 votos favor). Esto supone que 11 de los 20 partidos que tienen representación en la Cámara Baja hayan dicho ‘sí’ al proyecto de la coalición.
Significa abrir una nueva vía de estabilidad tras los sufrimientos que pasó el Ejecutivo en el Parlamento para aprobar las prórrogas del estado de alarma decretado en marzo. Y eso que no ha logrado tener a Cs en la ecuación, pero en La Moncloa no descartan que los ‘naranjas’ se puedan sumar en otros proyectos legislativos a partir de ahora.
Además, consolida y amplía la mayoría progresista de la investidura de Sánchez. La gran duda cuando se inició la tramitación era con quién se haría el baile. El PP se autodescartó desde el principio y ya Casado en septiembre le dijo en La Moncloa a Sánchez que no iba a pasar por el aro. Quedaban abiertas dos sendas (o tres): los socios de investidura, Cs o todos juntos. Pero los dos extremos no se querían ver y esto provocó tensiones dentro del propio Gobierno.
Pablo Iglesias tuvo claro desde el primer momento que había que apostar por la mayoría que hizo presidente a Sánchez y presionó internamente para ello. No quería a Cs dentro -una tentación siempre del sector socialista más centrista- y aspiraba a armar una mayoría que no sólo sirva para los presupuestos. Su análisis era que si se podía aumentar ese bloque progresista, la legislatura estaba asegurada, el PSOE tendría que seguir con su socio y se puede consolidar una mayoría para sustentar a gobiernos progresistas durante una década.
Y en esa mayoría ha entrado EH Bildu. Ha sido una de las grandes polémicas y una de las claves más importantes en términos políticos. La izquierda abertzale se introduce en la ecuación y se involucra en la gobernabilidad del Estado, a pesar de que su bandera había sido la del ‘no’ a todo durante años. Esto ha provocado la ira de la derecha y la ultraderecha y ha originado airadas críticas de la vieja guardia del PSOE. Pero en UP y otra parte importante del PSOE se entiende que es el momento de que Bildu haga política, con ETA ya desaparecida. Aunque sigue sin condenar aquellos atentados, la izquierda abertzale rechaza la violencia etarra y cree que existe el marco para hacerse valer con sus votos en el Congreso.
La estabilidad que dibuja Iglesias con el bloque de investidura pasa por fórmulas en las que participen los socios en la dirección de Estado. Eso quiere decir, si no fructifica el acuerdo con el PP sobre el Poder Judicial, el vicepresidente segundo propondrá que participen en la elección de jueces o e partido morado cederá alguna de las plazas para ellos. En su planteamiento está en que así se pone a pensar en clave de Estado a estos partidos independentistas y soberanistas, en temas como la dependencia, desahucios o ingreso mínimo, y se desinfla a la vez el suflé territorial. Esas pinceladas ya se vieron en los meses anteriores, cuando Bildu llegó a ofrecer en privado al Gobierno cambiar su voto de la abstención al sí si no tenían los apoyos para el estado de alarma.
La coalición ha vivido sus tensiones internas por los presupuestos. Ni la monarquía ni la inmigración… lo que podía hacer saltar todo por los aires eran las cuentas públicas, según confiesan dirigentes de los dos partidos socios. El momento más crítico fue la enmienda de UP, firmada junto a ERC y EH Bildu, por el tema de los desahucios. Finalmente se llegaría a un acuerdo entre Iglesias y José Luis Ábalos para paralizar los desalojos de las familias más vulnerables mientras dure el estado de alarma (se prevé que se apruebe próximamente ese decreto, ya que no va dentro del proyecto de presupuestos).
Los dos socios dicen que van a aprendiendo cada día esa cultura de coalición. A pesar de que hay duros momentos entre ellos, todos son conscientes de que no pueden seguir sin el otro y muchos subrayan que están ya interiorizando cómo llevar esas diferencias. “La experiencia es la madre de la ciencia”, confesó Pedro Sánchez tras el choque con Iglesias al dejarlo fuera en un primer momento de la comisión para el control de los fondos de la UE por el coronavirus (ya en estas cuentas se incluyen 27.000 millones de euros).
Esa cultura de la coalición, sin precedentes en España desde la II República, se va asentando con estas cuentas y ha sido más productiva a la hora de sacar los PGE. En los que intentó Sánchez en solitario tras la moción ni siquiera se pasó el trámite de las enmiendas a la totalidad -sólo estuvieron con el Gobierno el PSOE, UP, Compromís y el PNV-, mientras que ahora salen adelante y con el apoyo de PSOE, UP, ERC, Bildu, PNV, PDeCAT, Más País, Compromís, Teruel Existe. PRC y Nueva Canarias.
Empieza una nueva época en la coalición una vez superados los nervios por los presupuestos. Tienen ya una base de estabilidad, pero los dos socios también podrán readaptarse y marcar su perfil. Muchos socialistas dicen en privado que en UP están muy centrados en la comunicación política y las filtraciones y que ellos han callado y relajado la polémica en algunas cosas en pos del acuerdo. Pero ahora Pedro Sánchez podría también imprimir más ritmo socialista ante la imagen que dibujan desde la derecha de que ha cedido ante los miembros de UP.
Estos presupuestos también políticamente son un espaldarazo para la ministra de Hacienda y portavoz del Gobierno, María Jesús Montero, que en el anterior intento no lo logró -las cuentas tras la moción de censura-. Fuentes parlamentarias reconocen que la responsable de presupuestos ha estado encima todo el rato, negociando en todo momento y que las conversaciones en Zoom se alargaban hasta la medianoche para lograr los respaldos.
Hablando en plata: las cuentas les salen a los socios por la cuenta que les trae.