Por qué lo llaman voto útil si puede perjudicarles
Por Victoriano Ramírez González catedrático de Matemática Aplicada en la Universidad de Granada, Universidad de Granada
Desde hace varias décadas, los grandes partidos han aconsejado emitir un “voto útil” para las elecciones al Congreso de los Diputados. De tal forma, que ha calado la idea en algunos electores de que su voto vale mucho más si optan por un partido que tiene opciones de conseguir escaños, que si votan a otro para el que las encuestas predicen que no sacará ningún escaño. En tal caso, esos electores suelen emitir un voto estratégico, es decir, no votan por su partido preferido sino por otro menos deseado pero con opción a escaño.
Puede que el voto más útil para cada elector sea el voto sincero, es decir, al partido que mejor representa a sus ideales. Si ningún partido es aceptable, el “voto útil” es el voto en blanco.
¿Acaso no han sido útiles los 287.000 votos que recibió PACMA en 2016 porque PACMA no consiguiera ningún escaño? Es cierto que casi idéntico número de votos dieron 5 escaños a un partido nacionalista y eso le ha propiciado bastante poder en esta legislatura a dicho partido. Pero los resultados de PACMA, tal vez algo minorados por el efecto del “voto útil”, han transmitido a la clase política, y a la sociedad en general, el mensaje de que hay mucha gente que está contra el maltrato a los animales.
El voto de un elector en las elecciones al Congreso no suele ser basculante, es decir, casi nunca cambia el resultado del reparto de escaños por cambiar su voto de un partido a otro. Pero cuando muchos electores, por ejemplo un 1% o un 2%, emiten un mismo voto estratégico sí puede beneficiar en algún escaño al partido que los recibe.
Por ejemplo, es bien conocido que, en el pasado, parte de los simpatizantes de IU votaban al PSOE en las circunscripciones medianas o pequeñas, porque en ellas IU no tenía ninguna opción de conseguir un escaño, y esa estrategia pudo cambiar un escaño del PP al PSOE en alguna ocasión. Lo mismo pudo ocurrir con el trasvase de votos al PP procedentes de partidos medianos o pequeños de centro derecha, con lo cual algún un escaño del PSOE pudo pasar al PP.
Ahora bien, ¿qué ocurre si se aplica esa misma estrategia de “voto útil” cuando se intenta atraer el voto de un partido próximo, ideológicamente, que tiene peores perspectivas pero con posibilidades de conseguir algún escaño? En este caso, el beneficio que se producía en las elecciones previas a 2015 no tiene garantías de que se produzca en la actualidad. Peor aún, esa estrategia puede perjudicar al partido que hace la llamada al “voto útil”.
Veamos una simulación usando los datos de encuestas recientes. El domingo pasado Agenda Pública recogía las siguientes tendencias de voto: PSOE 28.1%, PP 20.2%, C’s 15.4%, Podemos 13.5%, VOX 12.7%. Supongamos que estos porcentajes se produjesen el próximo domingo en una de las muchas circunscripciones en tienen tres escaños, entonces el reparto sería 1-1-1-0-0.
Lo primero que observamos es que el partido más beneficiado sería C´s, al obtener los mismos escaños que PSOE y PP, a pesar de tener un porcentaje de votos mucho menor. Esto no ocurría antes de 2015, pues entonces el beneficiado era el vencedor que se llevaba dos escaños y el segundo partido se llevaba un escaño.
Ahora veamos otro escenario ocasionado en esa misma circunscripción, en el que suponemos que la llamada al “voto útil” del PP desplaza 2 puntos de simpatizantes de C’s al PP, quedando el PP con el 22.2% y C´s con el 13.4%. Con lo cual el escaño de C’S pasa a Podemos y el efecto habría sido, indirectamente, justo el contrario del deseado por el PP con su llamada al “voto útil”.
De nuevo supongamos que las mismas tendencias de voto se materializan en una circunscripción con 5 escaños. El reparto sería 2-1-1-1-0, siendo Podemos el más beneficiado, mientras que PP y VOX serían los más perjudicados; pero si el PSOE hubiese hecho una llamada al “voto útil” y un número de electores de Podemos equivalente a 2 puntos hubiesen cambiado su voto al PSOE, con lo cual POSE tendría el 30.1% y Podemos 11.5%, el resultado del nuevo reparto es que Podemos perdería el escaño en favor de VOX, sin que el PSOE se hubiese beneficiado de ese trasvase de votos.
De nuevo la llamada al “voto útil” tendría el efecto contrario al deseado. Ambos ejemplos muestran que el efecto del llamado “voto útil” resulta incontrolable en las elecciones al Congreso de los Diputados. El resultado es una lotería. Recibir votos de un partido próximo a base de insistir en el “voto útil” puede ser beneficioso, o puede ser perjudicial.
Este escenario en el que cinco partidos de ámbito estatal tienen opción a escaños en muchas circunscripciones, y en el que los partidos beneficiados en una circunscripción electoral no tienen por qué ser los dos más votados, como ocurría en el pasado, hace que a nivel global no se pueda garantizar que los partidos más grandes reciban mayor prima que otros más pequeños.
Ya pasó en las últimas elecciones al Parlamento de Andalucía, donde el PSOE, que fue el más votado, no fue el que tuvo menor coste en votos por escaño, y VOX, que fue el menos votado (de los que obtuvieron representación), no tuvo el mayor coste de votos por escaño.
Nuestros sistemas electorales producen esa incertidumbre porque no se han modificado por otro más justo, en el que cada partido reciba un porcentaje de escaños muy similar a su porcentaje de votos y el partido vencedor sea el más primado.
Así pues, el domingo tendremos de nuevo discordancias y desequilibrios en la representación de los partidos en el Congreso de los Diputados y, quizás, vuelvan a surgir nuevas peticiones de reforma electoral. Mientras tanto, es mejor que cada partido intente atraer el voto de los electores ofreciendo mejores soluciones a los grandes problemas de la sociedad, que demandando el mal llamado “voto útil”, puesto que puede perjudicarle.