¿Por qué la leche ecológica marca la diferencia?
En su aplicación a la leche, el concepto ecológico supone que todo el proceso, desde la selección de las razas de vacas hasta la alimentación o los tratamientos veterinario se rigen por estrictas normas.
Los animales que producen leche ecológica pastan en libertad 365 días al año en suelos sin abonos químicos y cuando enferman reciben tratamientos alternativos a los antibióticos. El resultado es la alternativa más completa y sostenible del mercado.
Hay marcas de coches que representan la excelencia y, entre los productos de primera necesidad, también los hay que marcan la diferencia. Es el caso de la leche ecológica. ¿Te suena? ¿Sabrías decir en qué se diferencia de otras denominaciones que han irrumpido en las estanterías de los supermercados? Buena parte de los consumidores están muy preocupados por el bienestar animal y las prácticas sostenibles. Son nociones que han asumido como valores propios, pero con respecto a la leche les ha invadido cierta confusión. Interpretan que conceptos como leche de pastoreo, de bienestar animal y leche ecológica son equivalentes. No es así, la leche ecológica sería el equivalente a un coche de alta gama o al libro de un Nobel de Literatura.
Sí, a todos nos suena más o menos lo ecológico a lo mismo: respeto por el medio ambiente, cuidado de los animales, calidad del producto superior… Y, en su aplicación a la leche, el concepto ecológico supone que todo el proceso, desde la selección de las razas de vacas hasta la alimentación o los tratamientos veterinarios que reciben, se rige por unas estrictas normas, de carácter superior al resto, que diferencian a la leche ecológica de la de pastoreo y de la de bienestar animal, en las que se aplica las misma normativa que en el ganado común. Hay una diferencia clave: la leche ecológica es la única identificada con el sello de agricultura ecológica de la UE.
La leche ecológica es la opción más completa y sostenible del mercado. Para empezar se distingue del resto en que es más natural que la convencional. Cuando la adquirimos en el supermercado tenemos la garantía de que la salud del ganado ha tenido un control exhaustivo y su cuidado se ha guiado por criterios ecológicos. En los tratamientos que se aplican a los animales se da prioridad a las terapias alternativas y no a los antibióticos. Cuando en casos extraordinarios hay que emplearlos, la leche ecológica se desecha durante el doble de tiempo que en la leche convencional; medida adoptada por ambas tipologías para evitar que pasen a la cadena alimentaria trazas de antibióticos que pueden resultar lesivas para la salud humana. Aunque en las industrias se analiza la leche para evitar que no contenga hormonas, sí es cierto que su uso está permitido en la leche de pastoreo y en la de bienestar animal; en cambio, en la leche ecológica está taxativamente prohibido.
Los requisitos que ha de cumplir una leche ecológica persiguen tres objetivos: asegurar el cuidado integral del animal, garantizar las prácticas ganaderas y medioambientales sostenibles, y ofrecer al consumidor un producto de la mayor calidad, 100% natural. Las vacas reciben un cuidado extremo. Salvo que el tiempo lo impida, comen durante todo el año pastos, forrajes y piensos de producción ecológica en libertad (en la leche de pastoreo son 5 horas al día y 150 días al año). Cada animal dispone de dos hectáreas de terreno de media, el equivalente a dos campos de fútbol. La normativa de la UE establece, además, que la alimentación tiene que estar libre de organismos genéticamente modificados (OGM), es decir, ser 100% ecológica. El mismo calificativo puede dedicarse a los pastos ya que en ellos se respeta la vida y la fertilidad natural del suelo, que no se ve acelerada por el uso de abonos de síntesis química ni en ningún caso reciben tratamiento con plaguicidas, herbicidas e insecticidas.
Los establos de los animales que producen la leche ecológica también marcan la diferencia con respecto al resto. Cada animal dispone de un mínimo de 6 metros cuadrados y una zona adicional de ejercicio de 4,5 metros cuadrados. La idea es trasladar al establo la sensación de libertad y comodidad que el animal ha tenido en el campo. Por eso se asegura el confort térmico y se instruye a los ganaderos para que empleen técnicas de manejo que eviten el estrés de los animales. Esta es una de las medidas que se incorporan al plan de reconversión de dos años por el que pasan las explotaciones antes de recibir la certificación para la producción ecológica. El proyecto supone un revulsivo para el ganadero y una apuesta por el ámbito rural. Hay que tener en cuenta que la leche ecológica mejora sustancialmente la rentabilidad de las explotaciones y, en ese sentido, ofrece oportunidades de desarrollo en estas áreas rurales hasta hace poco impensables. Fija la población, motivada por proyectos sostenibles, y cuida el medio ambiente de la zona. También apuesta por la recuperación de las razas autóctonas de cada región.
En las encuestas de consumo cada vez es mayor el número de personas que dice tener en cuenta el cuidado animal y las prácticas sostenibles en sus hábitos de compra. Millones de personas han abrazado estos valores. Con respecto a un producto de primera necesidad como la leche reclaman la calidad más natural, y eso tiene un nombre: leche ecológica. Es un producto que, sin lugar a dudas, hace las delicias de un gourmet pero, afortunadamente, por su precio y accesibilidad, está al alcance de la mano de cualquier persona.