Por qué España tiene mucho perdido en la carrera por la vacuna
La falta de inversiones y la estructura institucional hacen que el talento no despunte y hacen casi imposible que haya una vacuna 100% española a comienzos de 2021.
“Somos un país interesante para la investigación médica, tenemos infraestructura, experiencia y talento... solo falta una cosa: dinero”. El diagnóstico de Óscar Mesa, CEO de la farmacéutica QualitecFarma, parece simple pero esconde muchos matices. En ellos, explica, está la clave de que España aún no cuente con un proyecto de vacuna avanzado que permita competir en una ‘carrera’ en la que Moderna y Pfizer siguen muy por delante.
El pasado miércoles llegaba una buena noticia. La Agencia Española del Medicamento autorizaba el primer ensayo clínico en Fase 3 de la vacuna de Janssen, que se desarrolla en parte en nuestra geografía. “Otra muestra de que España interesa”, que se suma al hecho de que el laboratorio Rovi, en Madrid, producirá las dosis de Moderna para Europa. Pero no son “vacunas españolas”.
“Siempre es bueno que haya investigación en España, por qué no usarlo como autopromoción, pero recordemos que solo somos uno de los países implicados en la fase 3”. También participan Bélgica, Colombia, Francia, Alemania, Filipinas, Sudáfrica, Reino Unido y Estados Unidos, para cerca de 30.000 voluntarios, cifras algo inferiores a las de Pfizer (44.000 personas) o Moderna (38.000), detalla Mesa.
Aún queda para probar el ‘remedio’ de Janssen, pero más para ver una vacuna 100% española. Fernando Simón, situó su llegada a principios del segundo semestre de 2021. “Es previsible que no lleguemos a esas fechas. Propias hay tres en desarrollo, una de ellas del CSIC, de gestión pública, así que debemos arrojar realismo a la situación de la pandemia, tanto al número de casos como a la situación real de los proyectos de vacuna”, apunta el responsable de QualitecFarma, una empresa especializada en el registro de medicamentos en el mercado.
El factor es económico, pero Mesa se fija en un detalle que nos diferencia de “las grandes potencias”. “En ellas hay tanto dinero en la industria privada como en la pública y sobre todo, en países como EEUU, la privada sí arriesga su dinero para financiar trabajos públicos, estatales. En España, por decirlo rápido, esas compañías te dicen “cuando estés en fase 2 llámame y lo vemos”.
Esa es una etapa a la que muchas investigaciones no pueden llegar. “Lo sufren empresas públicas, pero también startups privadas. Los primeros pasos de una investigación no son excesivamente caros, pero luego sí. Ahí viene el problema al que se enfrentan universidades, hospitales, clínicas...” “La industria farmacéutica tiene un riesgo aproximado del 70%, de cada 10 trabajos siete no van a ningún lado; allí esta norma se asume. Aquí no se arriesga”.
El farmacéutico cifra en más de 1.700 millones de euros la inversión española en investigación médica, una cantidad sustentada principalmente por fondos privados. No basta con eso. “Conozco propuestas públicas brillantes, pero no tienen recursos”. La aportación de la UE tampoco es suficiente, añade.
Deja claro que no es un problema de burocracia, pese a lo que pudiera creerse en un país tan aficionado al papeleo. “Los plazos son muy similares en España y en todo el mundo. Además, es absolutamente necesario que existan para confirmar que se cumplen todos los pasos; lleva mucho tiempo. En temas médicos llegar al ‘2+2=4’ es muy complejo”.
Tijera a la estructura institucional
Que falta dinero es una queja que comparten todos los estamentos nacionales. La dificultad llega al valorar de dónde sacarlo. Óscar Mesa opta por meter la tijera al aparato institucional: “Faltan fondos y multiplicamos asesores, cargos... ¿Por qué no unificar ministerios?, ¿para qué tanta estructura? Las cosas se están haciendo muy mal en ese sentido, parece que lo que interesa no es la investigación sino colocar funcionarios”, se queja de forma evidente.
“La Sanidad en España cuesta 70.000 millones al año. El propio Ministerio se las ve y se las desea para autorizar nuevos proyectos. Hay tantas grandes ideas que se han quedado en un cajón...”. Inmediatamente, el investigador tira de orgullo: “Hemos sido pioneros en el pasado, podríamos volver a serlo. Pero no se aprovecha ese talento”.
Poniendo el foco fuera de España, el experto lamenta que estemos pecando de optimismo en la carrera por la vacuna. “Entiendo la intención de las grandes multinacionales; arrojar esperanza y dar valor al accionista. Pero hay tres factores por los que podemos ver desvirtuada la realidad: político, económico y sanitario”. Aquí parecen mezclarse.
La información sobre las vacunas puede llevar a confusión, plantea Óscar Mesa: “La de Pfizer está desarrollando su ensayo a la vez en las fases 1, 2 y 3 para ganar tiempo”. “Su ensayo, como el de Moderna, que tanto se oyen ahora, comenzaron en abril de 2020 y hasta que se incorpore a un elevado número de pacientes para acabar la fase 3 (que supone su aplicación masiva) quedan años. Los datos que están arrojando son buenas noticias, por supuesto, pero son datos muy preliminares aún. No significan que la vacuna como tal vaya a estar en enero”, finaliza.