Por qué el premio Sájarov 2018 debe ser para Oleg Sentsov
El premio Sájarov que concede el Parlamento Europeo a la libertad de conciencia cumple 30 años. Cuando se estableció, el muro de Berlín seguía en pie y Europa estaba dividida por el telón de acero. Por eso se le dio el nombre del más célebre y comprometido disidente soviético. Sólo un año después, el muro había caído y Sájarov había fallecido. Con todo, fue un gran acierto dar su nombre a este reconocimiento: nos recuerda el poder de las ideas y de la resistencia democrática, que va más allá de las personas que las encarnan.
Por eso creo que sería perfecto que este año el Sájarov recayera sobre Oleg Sentsov, cineasta ucraniano encarcelado en Rusia en 2014 en base a una acusación fabricada. ¿Qué hizo Sentsov para merecer este destino? Oponerse a la ilegal anexión de Crimea por parte de la Rusia de Vladímir Putin. Sentsov lleva más de cien días en huelga de hambre y las noticias que llegan sobre su salud son más que preocupantes. Su situación es tan delicada y su caso tan simbólico que fue objeto de una conversación telefónica entre el presidente ruso y el francés, Emmanuel Macron, este verano. Pero las gestiones realizadas hasta ahora no han sido suficientes para lograr que sea liberado.
Europa y el mundo se han transformado enormemente desde aquel lejano 1988 en que se concedió por primera vez el Sájarov. Pero, en algunos aspectos, parece que hemos dado una vuelta completa para acabar casi en el mismo lugar. Tras el fallido intento de convertir Rusia en una democracia al estilo occidental y normalizar relaciones con sus antiguos enemigos, Putin retomó el viejo estilo imperialista y autoritario. Las amenazas ya no son abiertamente militares, sino híbridas: el uso de la fuerza en lugares concretos se combina con técnicas de desinformación para desestabilizar a Europa y Estados Unidos. La represión sigue existiendo y quien osa contradecirle o plantar cara termina en una prisión helada.
Pido el premio Sájarov para Oleg Sentsov porque representa la lucha por liberar a unos países y a unas sociedades de la influencia rusa y acercarla a Europa, porque encarna los valores de libertad y derechos humanos sobre los que se fundó la Unión, y porque me parece que su candidatura está dotada de un simbolismo muy potente en relación con lo que ha sido, es y seguirá siendo el premio Sájarov: el alma de Europa.