¡Pobre Madrid!

¡Pobre Madrid!

La talla política ni se hereda ni se otorga. La elección de Almeida y Ayuso como candidatos reabre el debate sobre la mediocridad y la ausencia de liderazgos.

Pablo Casado y los candidatos del PP para Madrid, Isabel Díaz Ayuso y José Luis Martínez-Almeida.EFE

De Tarradellas a Torra; de Suárez a Sánchez; de Escuredo a Moreno Bonilla; De Tierno a Botella; De Maragall a Colau... ¿Dónde se fueron los líderes? ¿Hay lideratos hoy a la altura de las circunstancias? ¿Quedan políticos con coraje y sentido de la responsabilidad? ¿En el gobierno? ¿En la oposición? ¿En cada partido? Esto no va de estatus, sino de autoridad moral.

Que la presidencia, la secretaría general o la candidatura de un partido se pueden ganar por los votos, parece obvio, pero no la competencia. La talla y el volumen para ser o estar ni se otorgan ni se heredan. Se tienen o no se tienen. ¿Recuerdan? No son los títulos lo que honran a los hombres, sino los hombres los que honran sus títulos. Está en El Príncipe.

Pongan que esta vez hablamos de Madrid, pero podríamos hacerlo de Cataluña, de Andalucía, de cualquier sitio de España. De los que fueron y los que son. Y en esto sí parece que cualquier tiempo fue mejor. Corren tiempos convulsos, la peor de las crisis políticas que se recuerda y ellos, los que nos representan, eligen a los candidatos por fidelidad, por conveniencia, por descarte o por agotamiento. Nunca por competencia. Lo del mérito y la capacidad forma parte de la retórica, nunca de los principios para la selección del personal político. Al menos en los últimos tiempos y en lo que se refiere a la vida pública.

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Pablo Casado acaba de designar a los candidatos del PP para el Ayuntamiento y la Comunidad. Dos grandes desconocidos salvo para los populares madrileños. La elección ha dejado ojipláticos a propios y extraños. Tanto que entre algunos cuadros del partido dan por perdida de antemano la batalla madrileña, lo que anticiparía un descalabro seguro en el resto de España.

Deténganse si no lo han hecho ya en el ¿discurso? de la ya proclamada candidata a la Comunidad. Hay entrevistas, hay vídeos y hay material suficiente para que se queden perplejos, y no precisamente por su capacidad de oratoria, ni por su olfato, ni por su fondo intelectual, sino por su cercanía a las posiciones de VOX.

Se llama Isabel Díaz Ayuso y en su curriculum oficial dice que es licenciada en Ciencias de la Comunicación por la Complutense de Madrid y que ha ejercido de periodista en varias agencias de marketing y medios de comunicación, aunque no menciona cuáles. En el PP dicen que es probable que no haya cotizado jamás a la Seguridad Social, más allá de los cargos orgánicos públicos ostentados en el área online del partido, como directora de la campaña digital de Cristina Cifuentes o como viceconsejera de Justicia de la Comunidad de Madrid.

Cuentan que Díaz Ayuso ha sido elegida por descarte, después de que Casado ofreciera sin éxito, entre otras, a María San Gil y Cayetana Álvarez de Toledo

¿Quién es en realidad Díaz-Ayuso? En el PP de Madrid recuerdan que acabó la carrera, se afilió al partido, donde empezó "poniendo sillas en los mítines" y "haciendo pasillos" hasta que acabó de asesora de Alfredo Prada, el que fuera vicepresidente segundo de la Comunidad en el primer gobierno de Aguirre. Tiempo después ascendió al gabinete de la presidenta hasta que decidieron prescindir de ella y se la buscó un puesto para que "cobrara un sueldo" en PromoMadrid, una empresa pública ya extinguida. Ya tiene algo más en común con Santiago Abascal. Fue ahí donde se aficionó a las redes sociales y se vendió como experta influencer a la dirección regional de Aguirre hasta que llegó Cifuentes y se amoldó rápidamente a la nueva presidenta de la Comunidad.

Cuentan que ha sido elegida por descarte, después de que Casado ofreciera sin éxito, entre otras, a María San Gil y Cayetana Álvarez de Toledo el cartel para la Comunidad de Madrid. Y que como la osadía nunca tuvo límites, la susodicha aceptó sin reparar en que su talla era bastante inferior a la que exige gestionar el tercer presupuesto autonómico de España, este es de 20.000 millones de euros. El "aplastante" argumento de que cuenta con muchos seguidores en las redes sociales y una inmensa capacidad para viralizar sus declaraciones se utiliza ya incluso en las tertulias por algunos periodistas como si el dominio de Twitter fuera una fortaleza de la política. Entre sus frases más sonadas se recuerdan la de su deseo de "acabar con la dictadura del feminismo radical" o que el 65% de las agresiones en la violencia machista era entre hombres.

Díaz Ayuso, que ha asumido sin complejos el discurso de VOX, hará ticket con José Luis Martínez Almeida, un abogado del Estado con más cualificación técnica que su compañera, pero con idéntico instinto político o dotes para un liderazgo ilusionante. Su único mérito es la obediencia ciega a quien mande en el partido y haber hecho de azote de Manuela Carmena desde que Aguirre salió del Ayuntamiento. Antes fue director general de Patrimonio en la Comunidad y secretario del Consejo de Gobierno de Aguirre, de la que se desmarcó en cuanto Cifuentes tuvo el control regional del partido.

En los mentideros del PP cuentan que cuando Rajoy salió de La Moncloa, Soraya Sáenz de Santamaría le telefoneó para que buscara hueco en el Grupo Municipal a una de sus asesoras, y que se comprometió inmediatamente a ello hasta que unos días más tarde recibió una llamada de Cospedal para indicarle que en ningún caso atendiera la exigencia de la que fue su principal adversaria interna. "Yo sólo cumplo órdenes", fue la respuesta que dio a la afectada cuando le pidió explicaciones. Fin de la cita. Almeida es lo que en los partidos se conoce por un "buen mandado", alguien que no desobedece una sola instrucción de los superiores ni tiene criterio propio.

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Esto es lo que Casado ofrece para Madrid. Recuperar el Ayuntamiento dependería de un pacto con Ciudadanos -si es que las encuestas confirman la supuesta fortaleza de Villacís en el bloque de la derecha- y probablemente con VOX. Y mantener la Comunidad tampoco parece que esté el alcance de Díaz Ayuso, ni siquiera con la suma del candidato naranja, Ignacio Aguado.

El nivel de exigencia de los partidos para elegir candidatos ha convertido la política en un mercado de saldos. Uno piensa en Martínez Almeida y Ayuso, echa la vista atrás, y no hay comparación. Tierno Galván, Sahagún, Leguina, Aguirre, Gallardón... Se podría estar de acuerdo o no con sus posicionamientos ideológicos, pero los de entonces tenían discurso -incluso propio- y estaban bregados en la gestión. Los de ahora, si acaso una acreditada habilidad para hacer pasillos y amigos en el partido.

No crean que el PP es la excepción. Ocurre en todos los partidos. Repasen la oferta electoral porque salvo el independiente Ángel Gabilondo, la selección no parece que se hiciera de acuerdo al mérito, la capacidad, la respetabilidad o la trayectoria vital de los candidatos. Esperen a conocer el "elegido" por Pedro Sánchez para el Ayuntamiento. Seguro que tampoco deslumbrará...

¡Pobre Madrid!, que decía la canción:

"Con desdén porque sí

todos hablan mal de ti

los que aquí medrarán

los que nunca se van

y los que quieren venir..."