La historia tras el plan del 'cerebro' del 11-S: así se forjaron los atentados
Bin Laden no lo creyó factible en un primer momento, pero acabó dándole el visto bueno.
19 años se cumplen este viernes de los atentados del 11-S. 2.753 personas personas murieron en los ataques con sendos aviones a las Torres Gemelas del World Trade Center de Nueva York; otras 184 perdieron la vida en el Pentágono, en Washington, y otras 40 cerca de Shanksville, en Pensilvania.
El cerebro del operativo que en 2001 se convirtió en el mayor atentado terrorista de la historia fue el paquistaní Jalid Sheij Mohamed ―al que se suele designar por sus siglas KSM en inglés―, que lo bautizó como la Operación Aviones.
Mohamed, originario de Paquistán, se crió en Kuwait pero tras la secundaria se marchó a estudiar Ingeniería Mecánica a Carolina del Norte (EEUU), donde se licenció en 1986. Fue entonces cuando entró en la yihad, después de un viaje a Peshawar y luchó contra los soviéticos en Afganistán. También combatió brevemente junto a los muyahidines en Bosnia en 1992.
KSM se trasladó a continuación a Qatar, donde trabajó hasta 1996 como ingeniero de proyectos para el Ministerio de Electricidad y Aguas, antes de regresar a Pakistán para escapar de Estados Unidos, que ya le tenía en el punto de mira por su relación con el cerebro del primer atentado contra el World Trade Center en 1993, su sobrino Ramzi Yousef.
Fue por esta época cuando comenzó a idear atentados, con Estados Unidos como objetivo. Mientras estuvo en Qatar, y antes de instalarse posteriormente en Afganistán, viajó a varios países, incluida Filipinas, donde organizó junto a Yousef algunos ataques fallidos.
Según el informe de la Comisión del 11-S del Congreso estadounidense, el propio KSM ha explicado que su animadversión hacia Estados Unidos no tiene su origen en su estancia como estudiante en el país, sino que emana de su rechazo a la política exterior estadounidense y el hecho de que busque favorecer a Israel.
KSM luchó con Bin Laden en Afganistán en 1987 y tras verse por última vez en 1989, ambos volverían a reunirse en el otoño de 1996 en Tora Bora. Fue en ese encuentro cuando el paquistaní presentó al líder de Al Qaeda y a su jefe de operaciones, Abú Mohamed al Masri, varias propuestas de atentados, incluida la opción de entrenar a pilotos para hacer estrellar aviones contra edificios en suelo estadounidense.
El paquistaní ha contado que él y su sobrino Yousef habían hablado de atentar con aviones ya durante su etapa en Filipinas y en 1995 habían incluso especulado con atentar de esta forma contra el World Trade Center de Nueva York y la sede de la CIA.
Aquella propuesta se convertiría en la Operación Aviones dentro del grupo terrorista. La primera reacción de Bin Laden fue de escepticismo. “No es factible”, le habría dicho a KSM, según cuenta en Alí Soufan, antiguo agente del FBI y experto en Al Qaeda, en su libro Anatomía del terrorismo. No obstante, el saudí le invitó a integrarse en Al Qaeda, pero KSM declinó la oferta de forma educada.
A pesar de ello en los años siguientes KSM mantuvo el contacto con el grupo de Bin Laden, colaborando también con otros grupos terroristas en la región, como Yemáa Islamiya en Indonesia. El doble atentado contra las embajadas estadounidenses en Kenia y Tanzania en 1998 fue lo que terminó de convencer a KSM de que Bin Laden estaría dispuesto a atentar en Estados Unidos, pero no sería hasta finales de ese año o principios de 1999 cuando el saudí daría luz verde a la Operación Aviones.
Según contaría años más tarde Nasir al Wuhayshi, el líder de Al Qaeda en la Península Arábiga (AQPA), a Bin Laden le ayudó a decidirse a ejecutar la operación cuando el 31 de octubre de 1999 el copiloto del vuelo 990 de EgyptAir estrelló el aparato contra el Atlántico matando a las más de 200 personas que iban a bordo. El líder de Al Qaeda se preguntó por qué no había estrellado el aparato contra algún edificio, según Al Wuhayshi.
Aunque se instaló en Kandahar y comenzó a trabajar directamente con Al Qaeda, KSM asegura que nunca prestó formalmente juramento de lealtad a Bin Laden, de acuerdo con el informe del Congreso, pese a que se volcó de lleno en la preparación de los atentados.
Durante sus interrogatorios, KSM contó que su “grandioso plan original” era secuestrar diez aviones, nueve de los cuales se estrellarían contra objetivos en ambas costas de Estados Unidos, algunos de los cuales figuran entre los atacados el 11-S.
Por su parte, ”él mismo iba a hacer aterrizar el décimo en un aeropuerto estadounidense y, tras matar a todos los pasajeros varones adultos a bordo y alertar a los medios, ofrecería un discurso criticando el apoyo de Estados Unidos a Israel, Filipinas y los gobiernos represivos en el mundo árabe”, según la comisión de investigación.
Los primeros preparativos de la operación comenzaron en la primavera de 1999 y Bin Laden, Al Masri y KSM hicieron un primer listado de objetivos que incluiría la Casa Blanca, el Capitolio, el Pentágono y el World Trade Center. Según el relato del paquistaní, a Bin Laden le interesaba sobre todo destruir la Casa Blanca y el Pentágono.
La selección y formación de los hombres llamados a ejecutar la Operación Aviones se fue desarrollando en los meses siguientes, con algunos tropiezos y problemas, entre ellos la obtención de visados para poder entrar en Estados Unidos. Finalmente, quedó conformada una célula de 19 efectivos, quince de ellos originiarios de Arabia Saudí, en cuya selección tomó parte directamente Bin Laden.
Según el ‘cerebro’ del 11-S, el elevado número de saudíes se explica porque estos eran también los milicianos más numerosos en los campos de entrenamiento de Al Qaeda ―en torno al 70%, frente al 20% de yemeníes y el 10 por ciento restante de otros países―. Además, los saudíes tenían menos problemas que los yemeníes para obtener visado en Estados Unidos.
Por lo que se refiere al coste, según el informe final de la comisión del 11-S, se estima que toda la operación costó a Al Qaeda entre 400.000 y 500.000 dólares. Los miembros del operativo recibieron los fondos necesarios para sus acciones mediante transferencias o dinero en efectivo entregado por KSM, que llevaron a Estados Unidos o depositaron en cuentas en otros países pero accesibles desde suelo estadounidense.
Las consecuencias del atentado, según subraya Bruce Hoffman en su libro Dentro del terrorismo, “excedieron incluso las mayores expectativas de Al Qaeda”. En un vídeo encontrado en Afganistán por las tropas estadounidenses, Bin Laden asegura que él era “el más optimista” de todos en cuanto al resultado de los ataques.
“Pensaba que el fuego por el combustible en el avión derretiría la estructura de hierro del edificio y derrumbaría la zona en la que el avión golpeó y todos los pisos por encima”, explica en la grabación, según Hoffman, en referencia a las Torres Gemelas del World Trade Center, que se derrumbaron por completo.
El resultado final fueron casi 3.000 víctimas mortales, una masacre no superada hasta el momento ni por Al Qaeda ni por su más directo rival en la actualidad, Estado Islámico, y que marcó un antes y un después en la historia del terrorismo y abrió una guerra contra esta lacra que aún permanece inconclusa.
KSM fue capturado en Rawalpindi (Pakistán) en marzo de 2003 en una operación conjunta de la CIA y los servicios de Inteligencia paquistaníes. Tras varios años en las prisiones secretas de la CIA, fue trasladado en 2006 a Guantánamo, donde terminaría confesando ser el cerebro del 11-S y otros atentados e imputado por crímenes de guerra en 2008. A la espera de juicio, este debería comenzar el próximo 11 de enero.