Pese a los riesgos, la economía española echa a andar
El FMI y otros indicadores muestran un mayor optimismo para la economía española. Los ERTE y las ayudas europeas permiten ver la luz al final del túnel.
Con los datos en la mano, la economía española comienza a mostrar signos de una recuperación que parece que ya comienza a materializarse en las gráficas consultadas por los expertos. Los indicadores que hemos ojeado hasta la fecha ofrecen más optimismo que en meses previos. Un optimismo al que hace referencia el Fondo Monetario Internacional (FMI) en sus previsiones de crecimiento para España, mejorando en medio punto la previsión pasada y colocando al país a la cabeza de todas las economías avanzadas en la recuperación de la crisis del covid-19 junto a EEUU.
En este sentido, el FMI prevé que la economía peninsular crezca a ritmos del 6,4% en el presente ejercicio. Y es que, al complementar estas previsiones con otros indicadores que monitorizan la actividad económica presente en el país, podemos observar que esta recuperación económica, debido a la reapertura de una gran parte de la actividad económica, comienza a encauzarse.
Así pues, los indicadores que miden la actividad económica en el sector industrial, que venían mostrando una reanudación de la actividad industrial en el país, ya registran máximos de 2006. Por su parte, el sector servicios, el más dañado y el más pesimista, también muestra un mayor dinamismo, al mejorar notablemente este indicador respecto a periodos pasados.
Como sabemos, el FMI, en sus publicaciones anteriores, establecía diversos condicionantes que marcarán el ritmo de la recuperación de las distintas economías en el planeta. En concreto, destacaban tres condicionantes fundamentales: la respuesta de los países a la contracción experimentada, el acceso de la ciudadanía a las vacunas y los ritmos de vacunación, así como las debilidades estructurales previas con las que contaba cada economía antes de la pandemia.
Por esta razón, la llegada de las vacunas, que ha permitido la reapertura de muchos sectores que se encontraban paralizados por la presencia del virus; la aprobación de los fondos europeos y la relajación de las exigencias en materia de disciplina presupuestaria, que han apoyado la escasa respuesta fiscal que permitía el casi inexistente fondo de maniobra con el que contaba España; hacen de nuestro horizonte, un horizonte más esperanzador.
Todo ello inmerso en un escenario en el que las vulnerabilidades se han visto compensadas por el buen funcionamiento de herramientas que han permitido hibernar correctamente la economía. Y es que conviene resaltar que la existencia de herramientas como los ERTE, que se han aplicado con éxito en nuestra economía, ha facilitado esta reanudación y, por ende, este optimismo.
Así pues, si atendemos a la pasada crisis, con el PIB cayendo a ritmos del 3,6% en 2009, la tasa de paro en España pasó de estar en el 14% en 2008, a estar en el 18%; incrementándose hasta situarse en el 20% un año más tarde. En la presente crisis, a diferencia de la anterior y con una contracción que se sitúa en el -11% del PIB, la tasa de paro ha pasado de estar en el 14% en el año 2019, a estar en el 16,2% en el año 2020.
Pero no solo hablamos de unos ERTE que han contenido muy bien la destrucción de empleo, sino que además han contribuido ampliamente con esta reanudación de la actividad económica. En este sentido, de los despedidos durante el segundo trimestre del pasado ejercicio, solo el 40% encontró empleo en el tercer trimestre del año. De los empleados que se encontraban en ERTE en el segundo trimestre, el 70% volvió a trabajar durante el tercer trimestre.
Los ERTE han permitido que, con la reanudación de la actividad económica, los empleados mantengan su puesto de trabajo, pudiendo reincorporarse con la reapertura de los sectores y la eliminación de las medidas de distanciamiento social.
Hay otros datos que resaltan el buen funcionamiento de herramientas como los ERTE en nuestra economía. Si atendemos a la recaudación del Estado en un año catastrófico para las empresas, los ERTE vuelven a marcar la diferencia entre la presente y la pasada crisis.
Si echamos la vista atrás y volvemos a la crisis de 2009, con el PIB cayendo un 3,6%, la recaudación del Estado sufrió un desplome del 17%. Mientras que, en la presente crisis, aun habiendo caído los ingresos, el desplome ha sido del 8,8%, con una economía que se hundía un 11%.
En definitiva, la economía española parece que comienza a despertar de una de las mayores crisis de la historia reciente. Los riesgos siguen muy presentes, y cualquier desvío en los objetivos podría llevarnos a una situación bastante más perjudicial que la que recogen las previsiones. No obstante, el buen impacto de herramientas como los ERTE, sumado al apoyo europeo y el esfuerzo de los sistemas sanitarios para hacer frente a la vacunación, nos llevan a vislumbrar un pequeño rallo de luz al final del túnel.