El coñazo de estar al día a todas horas, o qué significa hoy ser periodista pop
"¿Quién te lo pide?, os preguntareis. Nadie en realidad, pero es una solicitud que está en el aire, como el amor".
Soy generación X, mujer, periodista y autónoma. De todo eso, lo único que he elegido son las dos últimas cosas. Estoy relativamente contenta con ambas, eso sí. Podría haber escogido ser periodista de investigación o de guerra, o de ciencia y tecnología, pero hay otra cosa que soy y que no he dicho, que lo impide: soy vaga. Y más cosas: Poco ambiciosa, poco esforzada, poco o nada perfeccionista.
Así que acabé trabajando en la tele y luego ya, cuando me salí (porque de ahí, como de las drogas, también se puede salir) me dediqué al periodismo cultural, a la farándula… Y, por qué no decirlo, a componer un personaje. Aquí estoy pues. Con todo eso a cuestas.
Y vosotros diréis, ¿y a nosotros qué coño nos importa? Nada, pero como yo tengo este altavoz, he decidido aprovecharlo. Hoy he venido a quejarme. ¿De qué? De lo coñazo que es esta parte de la profesión que ejerzo, que se llama #estaraldiadetodoatodashoras. Me explico, que me vais a entender muchos.
Listado de una periodista pop:
Trabajo en la radio
Colaboro en televisión
Escribo cosas varias
Presento actos,
Organizo encuentros culturales
Soy activa en las redes
Soy curiosa
Soy presumida y por tanto voy de compras y pienso mucho la indumentaria que voy a ponerme
Faranduleo
Voy y vengo
Asisto a festivales de cine y televisión
Me hago fotos en saraos varios
Modero mesas redondas
Me hago más fotos en photocalls
Presento libros de gente que me gustan como escritores
¿Qué quiere decir eso? Que tengo que estar al día de todo lo que sucede, de lo que se estrena, de los TT, de quién es la última petarda que lo está petando en Instagram, de la última moda de lo que sea, de la tendencia tecnológica, aunque no sepa usarla, de cómo se llaman los personajes trashs de la televisión, de las tropelías de las redes. Debo saber también que a Pablo Urdangarin no se le veían las piernas en la foto que el rey Emérito se hizo por Pascua con sus dos hijas y con sus nietos. Y que su nieta Victoria, que ya es la primera borbona influencer de la historia llevaba una zapatilla de cada color. ¿Esta información me sirve para algo? Bueno, anoche en la cena de clausura de un festival de televisión de Granada me sirvió para amenizar la velada. Porque esa es otra. Yo, además de trabajar tengo que ser simpática, empática y su puta madre.
¿Quién te lo pide?, os preguntareis. Nadie en realidad, pero es una solicitud que está en el aire, como el amor. En los encuentros, en los momentos previos a las entrevistas, en las charlas a las que me invitan, hay que tener una frase amable o jacarandosa, nadie me puede pillar en un renuncio cuando se comenta la última boutade de Ayuso. Yo tengo que saber del empujón intolerable que Miguel Ángel Rodríguez, a quien considero un ser deleznable, le dio a la compañera periodista Andrea Ropero.
-Andrea Ropero, la de La Sexta Noche, que presenta su marido, Iñaki López, dijo en una comida el otro día un tipo, muy seguro de sí mismo, al explicar largamente (en realidad hizo mainsplaning) el suceso.
-No, dejó el programa en 2019 para irse a El Intermedio- puntualicé yo- Y su marido tampoco presenta ya. Ahora está en Más vale tarde, con Cristina Pardo.
Me miró contrariado, confundido, y yo me sentí importante por haberle bajado los humos y por darle al resto de comensales esa información de alcance.
También sé lo que son los incels, (preparo tema, por cierto). Me vino bien saberlo para contextualizar el tema, cuando el inefable del Xocas salió e hizo en su canal ese gran comentario de mierda. Porque claro, horas después siempre hay alguien de algún medio que te llama para conocer tu opinión, como la referente feminista y ácida que eres. O simplemente crees que tu opinión le importa a alguien y te apresuras a hacer un tuit ingenioso. Que esa es otra, tu vida en las redes. Hay que alimentarlas, para que tu perfil tenga más predicamento (¿de verdad es necesario?), y porque luego no te puedes quejar de los que nunca interactúan y sólo son mirones y pedigüeños: he publicado o he hecho esto y lo otro, se agradece retuit.
También tengo que saber que Netflix va mal, que hay una investigación policial, Operación Deluxe, en Mediaset, y que Sálvame agoniza, que Cuéntame se ha acabado, que Aitana y el hijo de Ana Duato son pareja y van a hacer una serie para Disney+, que se llama La última y que hay gente enfadada porque dicen que Aitana no es actriz y que qué hace ahí (OMG). Anoche me enteré en una conversación fortuita de que Discovery va a comprar HBO. Incorporado ya a mi disco duro. No se sabe en qué cena podré aprovechar esa información para que parezca que tengo fuentes… POSTUREO se llama.
Sé el nombre de buena parte de los ejecutivos de las plataformas (como si esa información contribuyera a algo) y el de los polémicos ganadores con pseudónimo del Planeta. También estoy al tanto de qué información me tengo que callar siempre bajo pena de muerte. Los famosos off the record de los que los periodistas nos sentimos tan orgullosos, como si fuéramos agentes del CNI. Y luego están los miles de datos, detalles, nombres que son MORALLA, y que ocupan una parte de mi cerebro que podría usar, caso de estar libre para, por ejemplo, manejarme mejor en la página web de Renfe.
Leo un libro y pienso en sus derivadas. Uy, qué idea genial para un reportaje.
Veo una serie y escribo a la cadena responsable para pedir una entrevista. O uno de los temas que salen me sugieren una crónica. O lo que cuenta la serie tiene efectos colaterales y me da para elaborar un argumentario para el siguiente encuentro cultural que he de moderar.
Paras la serie y te levantas a por la libreta o a por el ordenador para apuntar las observaciones, porque, y ahora viene lo bueno, como buena Generación X, YA NO TIENES LA MEMORIA QUE TENÍAS, (sí, millennialls, generación z, generación lo que sea, a eso también llegareis). Ahora, si piensas algo que te ha resultado curioso, y que te va a servir para tus cosas, mientras ves la serie, es más que probable que al acabar de verla no tengas ni puta idea de qué se trataba.
En ese momento te cruzas con tu hija de 16 años. Entra contigo al salón dispuesta a la cháchara.
- ¿Qué estás viendo?
-Un estreno
-Pero ¿la estás viendo por obligación o porque te gusta?
-Por obligación. He de escribir una cosa y además tengo que entrevistar al creador en la radio.
- ¿Y de qué va?
-…. (se lo resumes pensando, la tengo que acabar de ver ya, así que no puedo alargar demasiado esta conversación, pero es tu hija adolescente y jamás de los jamases debes renunciar a una charla con ella, y mucho menos cuando ha sido la niña quien la ha propiciado, porque es importante que ejerzas de madre enrollada y que la escuches, y que le eduques la retina para que sepa ver buenos contenidos audiovisuales, y que compartas las aficiones culturales y que la animes a… y BLA BL BLA)
- ¿Y qué tal está?, dice la niña ignorando tus reflexiones interiores y tus prisas
-Bueno, no mata
- ¿Y se lo vas a decir?
-… NO, claro, además es colega
-Pues qué mal, ¿no? Estás mintiendo…
-A ver, Carlota, tampoco voy a decir que es maravillosa
-… ya
Al poco llega tu marido, que si veis una peli los tres… Y tú piensas no puedo perder el tiempo ahora que tengo mucho trabajo pendiente, pero en cambio dices con alegría, espera que acabe esto, me quedan 23 minutos y nos ponemos, ¿vale?, porque tienes claro que no puedes negarte, que hace tres noches que no estás en casa, que mañana te vas a Granada y que ya está bien de que cada uno esté en un espacio distinto de la casa viendo o haciendo sus cosas como si esto fuera un hotel. Pensabas acabar de verlo y ponerte a escribir, pero lo dejas para luego, va, ahora vamos a momento conciliación. Momento buena madre, buena compañera. Momento familia feliz frente al televisor.
Al día siguiente te llama tu gestora y te dice, zas, el IVA del trimestre, que es una cosa que pagamos los autónomos. No me jodas, va, ¿tanta pasta he ganado para pagar eso? ¿Y dónde está esa pasta, por el amor de dios? Te da la noticia el mismo día en el que te enteras de esa historia de Piqué y Rubiales y sus supuestas comisiones millonarias. Y con tu intachable moral, te dispones a preparar el dinerito para pagar el IVA.
Sigues con tu vida preparándote la maleta. Otro gran momento. También estás al día de lo que se lleva porque me gusta la moda. Y como tengo tanto puto acto público no puedo/quiero ir de cualquier manera ni repetir vestuario demasiadas veces, porque ni que fueras Letizia, guapa. Porque una también está al día de que la reina repite lookazos sin problemas. Y te parece bien, también tienes una opinión sobre eso, que alguien te la acabará pidiendo algún día. El caso, tienes que pensar con antelación qué te vas a poner para ese encuentro con actores y directores, que no sea vestido porque entonces la petaca del micro de diadema te lo ha de poner el técnico por detrás del vestido y se te sube y es un coñazo. Por no hablar de que casi de te has de despelotar allí, en el hombro del escenario (que no se llaman bambalinas, eso son lo de arriba, eso también lo sabes)
Como las fotos luego se quedan en Instagram (si no las pones tú alguien las va a poner), tienes ahí el fondo de armario para saber lo que no puedes o no debes llevar otra vez. ¿Pero a quién le importa eso?, debe pensar mi marido, que tardaría tres milésimas de segundo en decidir lo que va a ponerse para recoger el premio Nobel. Bueno, tú ya sabes lo que dices. Instagram, por cierto, llevas varios días sin poner nada suculento. Ni publicaciones de alegría y felicidad, ni storys guays, con musiquita y eso. Mal también.
Te metes pues en esa red y de pronto te sale un story de El comidista con el menú sano de toda la semana, que es una cosa que se han inventado en esa web sólo para joderme la vida y crearme sentimientos de culpa cuando:
- La nevera está derrotada
- Mi hija quiere cenar y yo permito que coma cualquier cosa (incluye alimentos ultraprocesados) en lugar de currarme una crema de alcachofas y espinacas de primero y un Sableé Breton con ricota y cerezas de segundo, que es un ejemplo al azar de las dos recetas que ha puesto en su perfil Mikel López Iturriaga, el boss de la web, vanagloriándose como siempre de su saber comer.
También has de saber lo que es twitch, que ya me han invitado GRATIS a varios, qué es Motomami, que Luis Medina, con su pelazo, ha pegado un supuesto pelotazo con las mascarillas. Te invitan a una charla y has de estar ingeniosa, rápida, divertida. No soportas caer en tópicos en estos casos. Por eso no te relajas nunca, porque para no ser típica, si no tienes en el ADN el ingenio y la vis cómica de, pongamos el guionista Diego San José, has de leer, investigar, escuchar, estar alerta a lo que dicen los genios, etc.
Es decir, que os pido que cuando diga, escriba, cometa alguna estupidez en este marco de #estaraldiadetodoatodashoras tengáis compasión de mí y de todos los colegas que habitan en ese ecosistema.