Perder talento en la administración, perder fondos europeos
La llegada de nuevos fondos europeos pone al Gobierno regional frente a una encrucijada: externalizar competencias o reforzar la administración.
Desde la entrada de nuestro país en la Unión Europea en 1986 hasta la actualidad, España ha sido el estado miembro que más se ha beneficiado de los fondos europeos. Los diferentes programas existentes hasta la fecha, los fondos de cohesión o estructurales han supuesto un saldo positivo de más de 100.000 millones de euros y permitido un desarrollo espectacular en ámbitos diversos ámbitos como infraestructuras, I+D o inversiones Medioambientales.
Los fondos europeos se diseñaron con la aspiración de construir un continente unido, que potenciase a las regiones menos desarrolladas, diversificase el valor añadido y permitiese aprovechando las condiciones endémicas de cada región, buscando un equilibrio que permita un desarrollo conjunto sin dejar a nadie en el camino. En definitiva, se diseñaron con el objetivo de construir economías resilientes, prosperas y sostenibles.
A nadie se le escapa que para que los fondos europeos alcancen sus objetivos, es necesario que los gestores responsables de su gestión sean eficaces y eficientes. Por desgracia, la eficacia y la eficiencia han sido términos poco conocidos en nuestra región, particularmente en lo referido a los fondos europeos.
El programa Feder asignaba a la Comunidad de Madrid más de 500 millones de euros en el último periodo y su ejecución —con datos de la Comisión Europea— es del 15%. O lo que es lo mismo, hemos dejado de invertir el 85% de un dinero del que no parece muy sensato prescindir.
Gracias a la falta de profesionalidad de nuestra comunidad, hoy somos menos innovadores de lo que podríamos ser, nuestro modelo energético ha variado poco o nada y si nuestras empresas son más competitivas, desde luego no lo son gracias al fomento de políticas transversales impulsadas desde Europa.
Sería esperable que en una región en la que no se ha bajado del 10% de paro ni en los mejores momentos del último ciclo económico, se utilizasen todas las herramientas para no desperdiciar ni un solo euro. En nuestra comunidad de todos los proyectos previstos apenas hemos apenas hemos abordado unos pocos.
En lo concreto, de las 700 empresas a las que se pretendía ayudar solo 132 han recibido soporte, no hemos asesorado a ninguna de las 300 empresas a las que se comprometieron, nuestros edificios públicos han dejado de producir 1 de cada 7 MWh previstos y en la partida destinada a la competitividad de nuestras pymes solo hemos alcanzado un 4% de lo previsto.
En definitiva, nuestro Gobierno, el de todos, ha dejado escapar una oportunidad más para mejorar la vida de nuestra gente. Esto significa, a su vez, que se han dejado de crear muchos empleos en nuestra región.
Según nuestros cálculos, hemos dejado de crear más de 9.000 empleos directos [1]. Este no es solo un dato frio, sino que esconde miles de historias de cada una de las familias y trayectorias vitales que serían diferentes si nuestro Gobierno hubiera trabajado para ello.
La llegada de nuevos fondos europeos en los próximos años pone a nuestro Gobierno frente a una encrucijada: externalizar competencias y entregar a empresas privadas la gestión de estos con los penosos resultados que hemos tenido hasta ahora, o cambiar el rumbo, reforzar la administración y atraer talento que nos permita alinear el interés general con los intereses particulares.
Esperemos que en esta ocasión, el nuevo Gobierno salido de las urnas de la Comunidad de Madrid se ponga a trabajar y crea de verdad en una administración pública fuerte y por una vez, al servicio de todas las madrileñas.