Dos años de la investidura de Sánchez: ¿y ahora qué?
El presidente encara la segunda parte de la legislatura confiando en la recuperación, el empleo y la salida de la pandemia para revalidar la victoria en 2023.
Meritxell Batet mira al Hemiciclo: “Señorías, el resultado de la votación ha sido el siguiente. Votos emitidos, 350. Votos a favor del candidato, 167. Votos en contra del candidato, 165. Abstenciones, 18. Señorías, al haberse alcanzado el voto favorable de la mayoría simple de los miembros de la Cámara, queda otorgada la confianza al candidato don Pedro Sánchez Pérez-Castejón. Lo cual comunicaré a su majestad el rey para que sea nombrado presidente del Gobierno”.
La bancada de la izquierda se levanta, aplaude, se emociona, ovaciona a Sánchez. Los socialistas gritan “presidente, presidente”, mientras los diputados de Unidas Podemos exclaman “sí, se puede”. Pablo Casado se acerca y le da un rápido apretón de manos. Se marcha cabizbajo. Luego llega Pablo Iglesias y se funden en un abrazo ante los ansiosos fotógrafos. Nacía el primer Gobierno de coalición en España desde la II República. Era una histórica sesión de investidura, un 7 de enero de hace justo dos años.
Nadie imaginaba lo que estaba por llegar apenas unas semanas después: la mayor pandemia mundial en el último siglo. En aquellos momentos se hablaba de un complicado Ejecutivo con posible fecha de caducidad y con un muy fragmentado Parlamento en el que parecía imposible durar. Pues han pasado dos años, el Gobierno sigue en pie, sacando adelante casi todas sus iniciativas, superando los roces internos, sobreviviendo ante la pandemia y con la vista puesta en 2023.
¿Y ahora? Sánchez lo tiene claro: hay presupuestos generales y puede armar mayorías suficientes. Por lo tanto, pretende agotar la legislatura hasta las próximas elecciones generales, que deberían ser a finales de 2023. Las encuestas no son buenas, pero el PP ha frenado su ascenso y los socialistas empiezan a recuperarse. Queda la mitad de la legislatura, por lo que en La Moncloa confían en superar los barómetros y apuntarse una nueva victoria socialista.
Sobre la hoja de ruta, fuentes de La Moncloa explican: “En líneas generales, el Gobierno va a seguir con la agenda legislativa de progreso, desde luego confirmando la recuperación justa”. En estos días, señalan las fuentes, se han producido unos datos “históricos” de empleo (el mayor número de empleados y el mayor descenso del paro desde 2005, el año de la regularización de inmigrantes).
“Estamos a mitad de la legislatura y queda mucho por hacer”, señalan desde el palacio presidencial, a pesar de las críticas de la oposición de un Gobierno en declive. El Ejecutivo tiene un apretado calendario legislativo y muchas leyes por aprobar. Una de las más simbólicas es la reforma laboral, acordada con sindicatos y patronal. El Ejecutivo espera no tocarla en las Cortes y trabaja intensamente ya para lograr el apoyo de sus socios parlamentarios.
En la coalición confían en los fondos de recuperación y en la salida de la pandemia para esta segunda parte de la legislatura. Y, especialmente, quieren que se note en la microeconomía, algo que se ve ya con el empleo o con la subida del salario mínimo interprofesional. La máxima, apuntan las fuentes, ante la sociedad es: “Hechos y cambios”.
Una de las cosas que preocupa en el equipo presidencial es el clima crispado y faltón que se ha instalado últimamente, especialmente en el Congreso de los Diputados. Por eso, hacen este analizar: “Intentamos que el respeto sea lo que marque la política del país. La gente no quiere bronca, ni agoreros”.
El Gobierno quiso con su cambio en el Ejecutivo en julio que La Moncloa y Ferraz tocaran al son para este nuevo tiempo de cara a las elecciones generales. Por eso, coincidiendo con estos dos años, este viernes marcará ante los barones y los principales dirigentes las líneas a seguir, en un Comité Federal que será semipresencial.
Lo hace en una España sumida en una sexta ola, con datos de incidencia no vistos hasta ahora y con la variante ómicron expandiéndose sin freno por España. Pero la receta del Gobierno no va a cambiar: vacunación, vacunación y vacunación. Se mantienen las medidas adoptadas en diciembre de mascarilla en la calle, pero se rechazan iniciativas duras como confinamientos, toques de queda y cierres perimetrales. Eso recae en las autonomías.
Sánchez es consciente de que arranca la maquinaria electoral ya en febrero con las elecciones en Castilla y León. Las posibilidades son pocas para el PSOE, a tenor de las encuestas, pero los socialistas no creen que eso pueda suponer un repunte del PP a nivel nacional. Y varios dirigentes socialistas dicen en privado que esto también tendrá otra variante: el PP se va a encontrar con que sólo puede pactar con Vox a partir de ahora, lo que le aleja de las líneas europeas conservadoras y avivará al electorado progresista para otras citas. Sánchez dará todo su apoyo a su candidato, Luis Tudanca, al que ya acompañará en un acto en su tierra este domingo.
Luego llegarán las andaluzas, donde el PSOE se enfrenta también a encuestas nada favorables. Falta que Juanma Moreno decida la fecha, pero el escenario para el PP también le aboca a la extrema derecha. Juan Espadas acaba de dejar la Alcaldía de Sevilla y se prepara ya para la carrera electoral. Los socialistas tienen una difícil misión por delante: recuperar a los 500.000 votantes que se quedaron en casa en 2018 en el sur.
En el entorno de Sánchez ven que las autonómicas y municipales de 2023 serán favorables al PSOE, una vez haya remitido la pandemia, el PP haya tenido que pactar con Vox en las anteriores elecciones de Castilla y León y Andalucía y se consolide la recuperación, gracias al empleo y los fondos europeos. Será su gran baza ese día de mayo con las urnas, donde esperan retener sus autonomías como Asturias, Extremadura, Comunidad Valenciana o Baleares.
¿Y aguantarán los dos socios? La convivencia, explican fuentes de los dos partidos, es mejor de lo que a veces se expone ante los medios, y se ha rebajado desde la marcha de Pablo Iglesias. No obstante, Yolanda Díaz no es un océano de tranquilidad, también es muy peleona pero con los decibelios más bajos. Las dos partes no piensan separarse antes de las elecciones, se necesitan y saben que el electorado de izquierdas penalizaría una ruptura abrupta. Además, a Sánchez le interesa que Díaz tire también electoralmente, ya que Unidas Podemos sigue cuarto en las encuestas y el escenario ya es de bibloquismo. Pero a la vez tiene que controlar que no le robe electorado socialista ante una figura que se vende como transversal y que busca una plataforma en la que se diluyan las siglas de UP.
Dos años de la investidura… Nadie sabía lo que venía. Y dos por delante. Puede pasar de todo. Es la política española.