El julio caliente de Sánchez
Turbo social, nervios en el PSOE, agenda internacional y crisis de Gobierno en el aire.
Nombres, quinielas, elucubraciones. Pero… “sólo lo tiene en su cabeza el presidente”, como dice una persona de su confianza. Pedro Sánchez está perfilando lo que será el segundo tramo de esta legislatura, una vez que la vacunación va viento en popa y la pandemia va remitiendo. Y este mes de julio será clave: ha puesto el turbo en leyes de marcado carácter progresista y se vuelca en la agenda internacional, sin dar pistas sobre la futura crisis de Gobierno entre los nervios de muchos cargos socialistas.
Antes de irse de vacaciones y pasado el trago de los indultos, el presidente tiene claro que el orden del día de las reuniones del Consejo de Ministros tiene que estar marcado por leyes prometidas y con especial peso simbólico para los progresistas. El pasado martes fue la ley trans, y este le toca el visto bueno a la ley del ‘sí es sí’, reclamada por los colectivos feministas. A ellas se unirá en las próximas semanas otra de las grandes reivindicaciones de la izquierda: la nueva ley de memoria democrática, que irá mucho más allá de la pionera de memoria histórica aprobada por José Luis Rodríguez Zapatero.
Con la pandemia remitiendo, La Moncloa quiere tomar el impulso en muchos ámbitos a los que apenas se ha podido atender durante este año y medio. Lo hace, además, en un momento en el que la gente empieza a reclamar optimismo y normalidad, pero en el que el electorado de izquierdas está poco movilizado, según las encuestas. Ahora mismo, el Partido Popular sale como la fuerza más votada en los sondeos. Pero desde el Gobierno y Ferraz se insiste, comentan fuentes socialistas, en que “hay tiempo” para darle la vuelta, con una recuperación económica más rápida de la que se esperaba y con la incipiente llegada de los fondos europeos.
Y es que es un sudoku complicado, con muchas combinaciones y factores. Sánchez está perfilando esta época con la idea de darle un impulso a la acción del Gobierno, pensando ya en las municipales y autonómicas de 2023 -una vez ha resuelto Andalucía con Juan Espadas- y con el congreso del PSOE a la vista en octubre en Valencia (donde renovará la dirección sin tener las ataduras de los apoyos de las primarias de hace cuatro años).
Sánchez quiere ese impulso de legislatura con un cambio en el Gobierno, que dan por hecho tanto en el partido como en el Ejecutivo. Todo parecía inminente, pero el propio jefe del Ejecutivo se ha encargado de enfriar esa urgencia: “no está en mis planes”, “no es una prioridad”, ha dicho últimamente en entrevistas en la SER y en La Sexta. Además, hay un complicado calendario este mes para hacerla: viajes programados a los países bálticos (este mismo martes) y a Estados Unidos, el homenaje a la víctimas del Covid… Aunque siempre se sabe que se puede hacer en un minuto sin que nadie lo huela.
Y esta es otra de las sensaciones, realmente muy pocas personas saben algo. Sánchez sólo trata estos temas con su círculo más íntimo, y no le gustan las filtraciones sobre ello. Los rumores apuntan a una posible salida de Carmen Calvo, su ‘número dos’ en el Gobierno, pero ella es una persona de su máxima confianza y un eslabón clave (relación con la casa real, coordinación del Consejo de Ministros…). Como dice un ministro: “Es que es muy difícil encontrar a una persona como Carmen, que esté las 24 horas, que esté siempre dispuesta a partirse la cara…” Estos días, además, aparece como la perdedora por la aprobación de la ley Trans, pero en breve le tocará su turno con la de memoria democrática, que ha pilotado durante estos meses. En el ‘quemadero’ de ministros de la villa y corte también se señala a Arancha González Laya, Fernando Grande-Marlaska y Reyes Maroto. En círculos políticos se habla también de José Luis Escrivà, pero ni los ministros lo saben. Lo que hay en los departamentos y entre cargos socialistas, como comenta algunos, es: “nervios, nervios”. Como advierte un socialista: “Si se dice que tiene que hacer una cosa, Pedro hace la contraria”.
Sánchez decidirá quién, cómo y cuándo. Con la duda que tienen algunos en el PSOE de si es mejor hacerla ya para que los nuevos ministros puedan preparar todo en agosto, o si es mejor en septiembre para no quemar tan pronto al equipo que tiene que aguantar teóricamente hasta el final de la legislatura. Todo ello con la lucha de poderes interna, con las acusaciones por lo bajo de algunos de que Iván Redondo quiere ganar más terreno en el Gobierno y en el partido y de otros que señalan que Ferraz debería formar mejor orquesta para acompasar lo que pasa en La Moncloa.
Todo esto sabiendo que hay otra parte de la coalición que está formada por UP. Sánchez ha dicho que primero lo hablaría con Yolanda Díaz, y una de las derivadas que puede tener es la reducción del número de ministerios. En la parte de UP aparecen como los más ‘débiles’ Alberto Garzón y Manuel Castells, ya que las otras tres dirigentes ocupan puestos claves internamente también: Yolanda Díaz está llamada a ser la candidata en las generales, Ione Belarra es la nueva líder de Podemos e Irene Montero es su ‘número dos’ en el partido. La coalición tendrá que librar también varias batallas internas en estas semanas como la ley del alquiler y la posible subida del salario mínimo.
Otra de las grandes citas que se prepararán durante el verano será la Mesa de Diálogo con Cataluña en la tercera semana de septiembre, lo que lleva a que ‘futurólogos’ dentro del partido hablen de que ahí ya iría el nuevo Gobierno. A la vez, Sánchez ha dado ya instrucciones a la portavoz y ministra de Hacienda, María Jesús Montero, para que se empiecen a montar los presupuestos generales del Estado. Tienen que estar “en tiempo y forma”, ha reclamado Sánchez, por lo que la idea sería que culminara su tramitación en las Cortes a finales de año.
¡Vaya julio caliente!