Patadas al cielo, hostia segura
Y no será porque no se ha venido advirtiendo, incluso desde la propia derecha, que con las ‘batas blancas’ no se juega.
El 24 de octubre de 1985 se celebró una ceremonia de enorme sentido histórico, de pasado y de futuro, en el salón de actos del Edificio de Usos Múltiples I (ahora he perdido la cuenta de cuántos hay, en edificios pajareras o regados por ahí) de Las Palmas de Gran Canaria.
Se firmaba el protocolo del fin de la primera tanda de transferencias desde el Estado a la Comunidad Autónoma de Canarias. Era un acontecimiento de un calado enorme: cuando en 1978 se daban los pasos para elaborar la Constitución, que acababa con el franquismo, en la OUA se planteaba, salida de los matraces argelinos, fiel aliada de la URSS bajo el disfraz de los No Alineados, el proceso de descolonización de Canarias.
Frente a semejante desatino, que fracasó democráticamente en el seno político africano, aparte de medidas de prevención militar, activismo diplomático sin fisuras políticas, mediación de Fidel Castro, con ‘sangre guanche’ en sus venas, el gobierno de UCD y la oposición, PSOE pero también el PCE, que no estaba mandado por una pandilla de chiquilicuatres, consideraron fundamental de cara al exterior destacar que el Archipiélago iniciaba en el pelotón de cabeza el proceso preautonómico español.
Y, en efecto, fue de los primeros territorios en inaugurar la ‘preautonomía’ con su Junta de Canarias. Al Secretario General de la OUA, que fue invitado al Archipiélago para que comprobara que lo único africano era el viento siroco y la proximidad geográfica, no le quedaron dudas. Cubillo, su Mpaiac, los delirios de Argel, en busca de una salida al Atlántico, todo aquello se ha ido olvidando. Una desmemoria irresponsable, por cierto.
Superada esta fase, donde, como siempre, se mezclaba lo interno con lo internacional, la vecindad con la geopolítica mundial, los dos firmantes del Protocolo de Transferencias hicieron énfasis en sus discursos en la necesidad de, a) dejar atrás el victimismo y el ombliguismo y, b) ser eficaces. La autonomía como terapia y antibiótico pero también como palanca de progreso y desarrollo, que parece que es un matrimonio que solo la muerte separará, pero que con frecuencia acaba en divorcio.
Dijo Jerónimo Saavedra, presidente de Canarias, mirando fijamente a algún punto de la primera fila: “A partir de ahora solo de nosotros será el éxito o el fracaso de esta empresa…”, “lucharemos porque el orgullo y la satisfacción que nos produce ser un pueblo capaz de dirigirse a sí mismo sea una actitud asumida personalmente por todos los canarios”. Resumiendo: el futuro está en nuestras manos. Basta de cuentos y de cuentas trucadas. Fin del permanente victimismo y de los homenajes de opereta al agravio.
Y dijo Alfonso Guerra, poderoso vicepresidente: que “Las leyes, para que sirvan, han de apoyarse en la eficacia”. “El auténtico desafío con el que nos encontramos es el de la gestión eficaz de las tareas que nos corresponden”. “Es a través de las prestaciones de los servicios públicos, a través de su calidad, como se consigue de verdad el arraigo popular que debe inspirar toda acción de gobierno”. A la vista está que no ha habido suerte.
Ocurre también con otras cosas que pasan desapercibidas. Como que las medidas de prevención para evitar una crisis en el suministro de gas a Europa, y a España en particular, estaban minuciosamente explicitadas en lo que fue la ‘Estrategia Española de Seguridad Nacional’ coordinada por Javier Solana, en el segundo mandato de José Luis Rodríguez Zapatero.
Además de destacar la extrema importancia de promover las energías solar y eólica para limitar la dependencia exterior de los combustibles fósiles, iniciativa boicoteada por el temerario y valleinclanesco esperpento del impuesto al sol de los negacionistas climáticos del PP, hay una referencia premonitoria, de las que demuestran que a pesar de todo, y de las hojas que no dejan ver los árboles, hay vida inteligente y visión de futuro en la política.
Textual: “Es clave garantizar la seguridad del abastecimiento energético. Con ese fin España ha situado plantas de regasificación en diferentes puertos, diversificando los puntos de origen de aprovisionamiento de combustibles y limitando la cuota máxima de gas natural procedente de un mismo país abastecedor”. Ese es ahora el secreto a voces en la UE y en la OTAN sobre las altas capacidades españolas en materia gasística para ayudar a los aliados del norte y centro de Europa en la crisis energética provocada por la guerra de Putin, y ofrecer ‘gasoductos’ alternativos. Porque tampoco los yacimientos o autopistas de tubos de la ribera sur del Mediterráneo son confiables. Las potencias del Magreb ya han acreditado el oportunista ‘caminar de la perrita’..
Hoy día, con fuerza creciente, estamos viendo como hay gobiernos regionales y partidos cuyo vociferio vacuo constituye un enorme fraude, cada vez menos invisible, tanto a la Constitución como al sentido de Estado… y al sentido del ridículo. No hay que olvidar que el ridículo es un veneno mortal, aunque tarde un tiempo para el proceso incinerador.
En fin, que ni Isabel Díaz Ayuso ni su tutor provisional Alberto Núñez Feijóo, ni sus antípodas ‘territoriales’ los separatistas catalanes, vascos o gallegos, ni sus demonios comunistas, bolivarianos y podemitas, practican esta filosofía de asunción de responsabilidades y eficacia. La calidad les suena a caridad. El problema es que tienen las competencias pero o no son competentes o se meten a trileros de feria sin licencia municipal, o cualquiera sabe.
Muchos chorros de tinta de calamar o calamara de aguas profundas es lo que hay. La huelga contra el desmantelamiento de la sanidad pública en Madrid, claramente, no es sino una reacción social, y todos sabemos las complejidades sociales, ante un deterioro evidente de la medicina de proximidad. De familia.
Cierto que los hospitales madrileños están entre los más acreditados del mundo, a pesar de muchos pesares. Pero a sus equipos punteros, respaldados por formidables y resistentes investigadores, les pasa como a los surfistas de Australia y Nueva Zelanda: son los mejores porque han sobrevivido al tiburón blanco.
Igual, por cierto, que algunos grupos de investigación de las universidades públicas, que han resistido las agresiones de la endogamia, la mediocridad y el secuestro de la gobernanza, con algunas relevantes excepciones, por intereses corporativos, naturalmente reñidos con la calidad, la eficiencia, el esfuerzo y la excelencia
El conflicto no se ha originado por los hospitales, sino por los ajustes, reajustes y caprichitos neoliberales con la medicina preventiva y la atención primaria y de urgencias. Gente malpensada sugiere que a los poderosos ‘lobis’ de la medicina privada le interesan en grado sumo las urgencias: es tener la sartén por el mango, puerta de entrada a la discrecionalidad y a tratamientos altamente rentables para las cuentas de resultados. Vivimos tiempos ‘resultistas’ nada propicios para la lírica del altruismo solidario.
Con la medicina preventiva pasa algo parecido: a pesar de que no hay científico médico que no insista en que vale más prevenir que curar, curar es más rentable para el negocio. Las campañas contra la hipertensión, el colesterol, la obesidad, la diabetes, el diagnóstico temprano de tumores, cardiopatías…que lleva a cabo la fiel infantería de los Centros de Salud, donde la atención personal, cercana, el ojo clínico del médico de familia es mucho más importante que el ojo en la cartera, son como de una liga de tercera división para políticos instrumentales.
Por supuesto, la tecnología y la asistencia a distancia tienen un papel destacado en la medicina moderna. Pero según para qué y con los medios adecuados. Y sin sustituir con carácter papanata y general la presencia ‘humana’. El apoyo personal.
El sentimiento. Una cosa fue la emergencia pandémica, y otra tiene que ser la normalidad sanitaria y, de forma especial, la prevención.
Así que, la autonomía de las regiones no consiste en echarle la culpa de los propios desvaríos y frivolidades ideológico-presupuestarias a ‘papá Estado’ o como malicioso traspiés, “y que se jodan”, al Gobierno creando un conflicto artificial de diseño. Y no será porque no se ha venido advirtiendo, incluso desde la propia derecha, que con las ‘batas blancas’ no se juega. Ni con la educación. Porque dando patadas al cielo, la hostia es segura. Lo dice la Biblia sin mucha parábola.