"Estamos agotados": estas parejas de jóvenes se sinceran sobre su falta de sexo
“Simplemente das por hecho que eres la única y que todo el mundo está haciéndolo como conejos”.
Alex* recuerda claramente la última vez que tuvo sexo con su novio. Él acababa de lograr un ascenso y por primera vez en meses se las había arreglado para relajar la ansiedad y el estrés que normalmente les impedía concentrarse en el sexo.
Era agosto de 2018.
La pareja, que no llega a los 30 y se conoció en Tinder hace tres años, asegura que su relación es sana y feliz. Alex dice que tiene mucho apetito sexual y deseo por su pareja, pero el trabajo del chico les preocupa, y la incertidumbre que viven respecto al dinero y la casa (actualmente viven de alquiler en Manchester, Reino Unido) significa que cuando se van a la cama, el sexo es lo último que tienen en mente.
“No somos los únicos en nuestro grupo de amigos. Muchas de mis amigas no lo admitirán, pero después de un par de copas todas me dicen que les preocupa su falta de sexo”, cuenta Alex a la edición británica del HuffPost. “Todos sentimos que tenemos una lista interminable de cosas que hacer en el trabajo y en nuestras vidas, y estamos agotados”.
No es ningún secreto que los millennials (los nacidos entre 1981 y 1996) practican menos sexo que la generación de sus padres cuando tenían su edad. Es más, hay países como Japón donde este hecho ya se refleja en la disminución de población.
Esto ocurre a parejas, pero también a personas que están solteras y que han decidido vivir solas. En Reino Unido, las investigaciones demuestran que un cuarto de las parejas treintañeras tiene relaciones sin sexo; dicho de otra manera, practican sexo menos de 10 veces al año.
Y este porcentaje aumenta a medida que la gente se hace mayor (el 28% de las parejas de 40 afirma no tener sexo).
Emily Fieldhouse, asesora en Counselling Directory, ha observado una pronunciada caída en la media de edad de clientes que piden ayuda por estar en una relación sin sexo. “Ha bajado de los 55 a los 29 años”, explica.
A pesar de que resulta cada vez más habitual entre los jóvenes, a muchos les sigue dando vergüenza el hecho de no practicar sexo con regularidad. “Simplemente das por hecho que eres la única y que todo el mundo está haciéndolo como conejos”.
El argumento habitual de que los hombres siempre quieren sexo y que suelen ser las mujeres quienes se giran hacia la pared o quienes tienen dolor de cabeza también resulta problemático, apunta Alex. “Lo odio. Me encanta el sexo y me daba vergüenza decir ‘sí, es mi pareja la que nunca quiere sexo’. Se supone que los hombres sí quieren”.
Esto le suena a Sarah, de 31 años, que se divorció de su marido en 2018 después de una relación de ocho años. La pareja se casó cuando ella tenía 22, y en los primeros años mantenían relaciones sexuales de forma regular, pese a tener problemas de compatibilidad.
Sarah quería que su marido fuera dominante, pero él quería ser sumiso. También tenían preferencias distintas en los preliminares, así que al final la química era más forzada de lo que debería. “Pero seguimos adelante y nos casamos; queríamos complacer el uno al otro”, cuenta.
La pareja probó juguetes sexuales, lencería sexy y disfraces, y también fue a ver a un consejero, pero los problemas fueron en aumento y Sarah reconoce que, cuando había sexo, faltaba pasión: “Era un trámite”. En los cumpleaños y en su aniversario de boda, se sentían obligados a marcar la fecha. “No teníamos ganas”, admite Sarah. “Poníamos excusas: demasiado cansados, demasiado bebidos...”.
Cuando su marido volvió de un viaje de negocios fue la gota que colmó el vaso. Llevaba un par de semanas fuera y Sarah pensó “que haría el esfuerzo al volver”. “Pero al final creo que ni ocurrió. Qué mal. Ni siquiera me acuerdo de si lo hicimos o no”, reflexiona.
A diferencia de Sarah, Laura*, de 45 años, se acuerda exactamente de cuándo fue la última vez que mantuvo relaciones sexuales con su ahora exmarido. “Me levanté en mi 33 cumpleaños en una habitación separada sabiendo que tendría sexo ese día por primera vez en un año”, recuerda.
La pareja se casó en 2004 después de un par de años juntos, cuando Laura tenía 30. Al principio tenían mucho apetito sexual, Laura dice que en los tres primeros años practicaban sexo al menos una vez al día. A diferencia de otras parejas que participan en este reportaje, Laura afirma que en su relación dejó de haber sexo por un motivo claro y unilateral: su pareja decidió que ya no quería.
“Tengo mucha libido y como nuestra relación no iba tan bien, él lo usaba como herramienta para controlarme. Me dijo explícitamente que esa era su intención. Él sabía que era mi prioridad número uno. Estuvimos meses sin sexo”.
La mala comunicación es la piedra angular de muchos de los problemas de sexo que Fieldhouse atiende en su consulta. “Las relaciones sin sexo pueden desarrollarse, independientemente de la edad, cuando la comunicación empieza a romperse entre la pareja”, advierte.
Y añade: “Normalmente, cuando la comunicación no es buena, surge la oportunidad del resentimiento, la falta de entendimiento y la insatisfacción en el sexo”.
La asesora señala que los jóvenes también pueden sentir presión de las redes sociales, del trabajo, de sus compañeros, ansiedad relacionada con el rendimiento (que puede incrementarse por la exposición al porno) y agotamiento en general.
Además, hay un buen número de personas cuya vida sexual se ve afectada por razones físicas y no emocionales o mentales. Laurence, de 24 años, no ha podido tener sexo con su novia desde diciembre porque ella sufre vaginismo, la contracción involuntaria de los músculos en la abertura vaginal, por lo cual la penetración o la actividad sexual resulta dolorosa, o incluso imposible. Y Corii, de 27, asegura que su relación de ocho años carece de sexo porque la medicación que se toma le provoca un bajón de libido.
En cualquier caso, sería un error dar por hecho que las barreras físicas son el único motivo por el que las parejas jóvenes no juguetean bajo las sábanas. “Existe la percepción general de que los jóvenes tienen más sexo que las generaciones pasadas, cuando en realidad esto no es cierto”, explica Fieldhouse.
Sarah sólo espera que los jóvenes se sinceren más sobre lo que les ocurre. “Mis amigas siempre hablan de sexo y de tener hijos y lo único que pienso es: ’Menos mal que de momento no quiero hijos, porque sería imposible”.
Ahora que está soltera y ha salido de esa relación, las conversaciones que mantiene con sus compañeras son más sinceras y se ha encontrado con más gente que pasa por lo mismo que ella. “No tienen tanto sexo como yo pensaba”.
*Algunos nombres se han modificado para proteger su anonimato.
Este artículo fue publicado originalmente en el ‘HuffPost’ Reino Unido y ha sido traducido del inglés por Marina Velasco Serrano