Paloma Sánchez-Garnica: "Mayo del 68 dio prioridad a la lucha de clases sobre la lucha de sexos pero removió a una parte de la sociedad feminista"
Su última novela discurre entre Madrid, Berlín y París, puntos de ebullición en la Europa de los años 60.
En unos meses se cumplirán treinta años de la caída del Muro de Berlín, uno de los episodios más importantes de la historia contemporánea. Un hecho que puso fin a una ciudad —y a un país— dividida, a la separación forzosa de cientos de familias y a la angustiosa sensación de falta de libertad.
Solo un mes antes de que miles de berlineses derrumbarán ese muro, la escritora Paloma Sánchez-Garnica había estado allí. "Berlín tiene un recuerdo especial para mí. El 18 de septiembre de 1989, cuarenta días antes de caer el muro, entré con el coche en la RDA a través de la RFA, entré en el Berlín occidental. Y viví la sensación de agobio del control fronterizo y me impactó mucho el contraste entre un Berlín vital, luminoso y colorido, y un Berlín gris, lento... Recuerdo el polvo... Los grandes escaparates con cuatro cosas pero mucho polvo. Al mes siguiente, el 9 de noviembre, cayó el muro y yo lo viví con una intensidad brutal", recuerda.
Casi treinta años después, la escritora ha decidido situar parte de la trama de su última novela en esa ciudad dividida durante los años más oscuros; era el tiempo de los espías, de la contundente represión de la Stasi —el órgano de inteligencia de la República Democrática Alemana—, de las traiciones y de las detenciones en la prisión de Hohenschönhausen de todo aquel sospechoso de actuar contra el régimen.
En Berlín, pero también en Madrid y París, Paloma va desgranandoLa sospecha de Sofía —Editorial Planeta— en la que la trama histórico-política se mezcla con la intriga y con el relato más personal de sus protagonistas. Y en ella tienen un papel destacado las mujeres protagonistas, a las que además une una cosa: la falta de libertad.
¿Por qué es Berlín el principal escenario de la trama?
Cuando empiezo esta historia, mi intención consciente es sacar a los personajes de Madrid. Me los quise llevar a París porque encuentro el escenario perfecto en Mayo del 68, en el mayo revolucionario. Y también, conscientemente los trasladé hasta Berlín para meter la Stasi, tramas de espionaje y para intentar entender cómo esas gentes asumieron los 28 años que les marcaron el muro.
Sofía da nombre a la novela pero ella no es la auténtica protagonista...
Ella es el eje alrededor del que giran los dos personajes masculinos —Daniel, su marido, y Klaus, el gemelo de Daniel— y otros que aparecen como secundarios pero que no lo son, son necesarios para montar y estructurar la historia de Sofía. Ella es el arquetipo de la mujer desperdiciada por la sociedad, aplastada por su rol de madre-esposa, anulada como persona, que renuncia a su identidad, que está con un hombre que la ama pero que se ve atrapado en la mezquindad de reconocer que su mujer es inteligente y brillante, y en su rol de dominante no la deja respirar, no la deja crecer. Es una mujer insatisfecha que ha renunciado, aunque ella siempre habla de aplazar... Pero sabe que sin el apoyo de él no va a poder hacer una tesis doctoral ni ejercer su profesión, no va a poder investigar. Es cobarde porque no es capaz de tomar las riendas de su vida y se mantiene atrincherada en su posición, sobre todo de madre. Pero la novela le da la oportunidad de renacer, de recuperar la identidad a la que ha renunciado.
Sofía es una víctima más de los últimos coletazos de la dictadura franquista, es una esposa y madre reprimida, y tú decides llevarla a París, a participar de las manifestaciones de mayo del 68, de las reuniones en La Sorbona, de las asambleas pública...
Sí. Pero recordemos que en Francia las mujeres tenían casi la misma situación que en España. No había feminismo. Las mujeres estaban dominadas por los hombres y necesitaban hombres para cualquier cosa. En las protestas de mayo del 68 ellas apenas tienen protagonismo, la mayoría de los manifestantes son hombres. Ellas no intervinieron en ninguna de las asambleas públicas que se hicieron en la calle. El espacio público no les pertenecía. Mayo del 68 da prioridad a la lucha de clases antes que a la lucha de sexos pero fue la espita y removió a una parte de la sociedad feminista que estaba latente.
¿En el lado opuesto a la protagonista están Bettina, la hermana de Klaus, y Carmen, su mejor amiga, que parecen dos mujeres más valientes?
Respecto a Bettina, hablamos de dos sistema políticos que tratan a la mujer de diferente forma. Bettina —vive en el Berlín Oriental— tiene una profesión, ha estudiado lo que ha querido, trabaja donde la dejan y tiene una obsesión vital que es pasar la frontera y alcanzar la libertad. Con la misma edad tienen circunstancias parecidas. Puede que sí que Bettina sea más valiente que Sofía. Bettina estudia y consigue ser lo que quiere ser, pero no la deja expandirse y le condiciona los trabajos. Eso sí, la obsesión de Bettina por la libertad no la tiene Sofía porque no tiene la capacidad de romper con el muro que es el matrimonio y sus hijas.
Su amiga Carmen está igual que ella: reprimida. La diferencia es que es al revés, ésta renuncia al amor por el trabajo, no está dispuesta a casarse y quedarse en casa con los niños.
La sospecha de Sofía discurre entre un plano social, uno histórico y otro sentimental... ¿Cuál es el que manda?
Mi sello personal lo dejo en la gestión de los sentimientos de los personajes y lo tenía que amparar en un marco histórico. Me parecía fascinante lo que estaba pasando en las dos dictaduras, Madrid, que estaba dando los últimos coletazos, que hacía aguas, y Berlín que tenía la potencia de una dictadura cada vez más perfecta en la vigilancia de los ciudadanos y que se empieza a desmembrar en el 1989 con la llegada de Gorvachov y la Perestroika.
Yo nací en el 62 e hice este recorrido del final de la dictadura en España y el principio de la transición. Lo viví desde un punto de vista distinto de lo que es escribir... Y mezclado con la RDA me apetecía ir descubriendo a través de los personajes cómo evoluciona el país este momento de la historia.
De lo que no cabe ninguna duda es de que es una historia muy intensa...
Esta historia ha sido muy especial porque me costó mucho encontrarla y cuando la encontré fue muy agradecida. Además, cuando solo llevaba 63 páginas me dieron una mala noticia de salud. Así que tuve que asimilarlo, remontarlo, superarlo... y las semanas siguientes la historia me salvó de estar constantemente pensando en lo que me había pasado. Pero los personajes me atraparon y no me dejaban pensar, no me dejaban preocuparme, estaba tan obsesionada por escucharlos que esta historia me ha salvado.