Paco Roca: «He aprendido mucho de las ganas continuas de reinventarse que tiene José Manuel Casañ»
l
Paco Roca (Valencia, 1969) lleva muchos años cumpliendo su sueño infantil de trabajar como dibujante de cómic y demostrando que es una de las estrellas de nuestro país con obras como Arrugas (Premio Nacional del Cómic y Goya al mejor guión de la versión cinematográfica), El invierno del dibujante o Los surcos del azar. José Manuel Casañ (Valencia, 1963) lleva al frente del grupo de rock grupo Seguridad Social desde 1982 con el que ha compuesto grandes éxitos como Chiquilla o Quiero tener tu presencia. Ambos han publicado La Encrucijada, un cómic-disco que recoge todas las conversaciones entre ambos durante cuatro años y medio acerca del proceso creativo, la historia del rock y de las dificultades de abrirse camino en la industria de la cultura.
El título de vuestra obra (La Encrucijada) puede referirse a un cruce de caminos o a una situación difícil en la que existen varias posibilidades y no se sabe cuál escoger en un estado de duda. ¿Con cuál de los dos conceptos os quedáis?
José Manuel Casañ (JMC): Con ambas. En cualquier momento de tu vida te encuentras en una encrucijada, ya sean las decisiones más nimias hasta las decisiones más importantes. Y tienes que elegir. La otra acepción se debe a ese cruce de culturas o mestizaje, como en el caso del blues, que hace que las cosas continúen.
Paco Roca (PR): En cierta manera es un homenaje a toda esa gente que se sale del camino recto, que llega a una encrucijada y tiene que decidir si continuar haciendo lo de siempre por una zona de confort o desviarse por un nuevo camino. Es un dilema del que hablamos también en la conversación, el hecho de no seguir haciendo lo mismo de siempre y de reinventarse. Es algo que incluso puede llegar de forma involuntaria como en nuestro caso, en el que José Manuel hace que me desvíe del camino y haga algo que nunca hubiese hecho yo solo.
En el cómic contáis la historia de cómo os conocisteis en un programa de radio y de un proceso creativo de cuatro años y medio en el que ha habido periodos de bloqueo, pero también un proceso de entendimiento entre dos maneras de trabajar.
JMC: Más que bloqueos ha habido timonazos, cambios de rumbo necesarios. El proceso creativo supone una absoluta soledad y somos muy egoístas a la hora de crear, por lo que tenía que haber desencuentros lógicos por mucho que seamos amigos. Aunque básicamente hemos llegado a la conclusión de que el proceso creativo es exactamente el mismo, a pesar de que se traten de disciplinas diferentes. Había que chocar de alguna manera para que cada uno cogiese su sitio.
¿Qué es lo que más habéis aprendido el uno del otro durante este proceso creativo?
PR: En mi caso, como todo lo hago para aprender, ver a alguien como José Manuel que lleva tanto tiempo en un mundo tan complicado como el de la música, que ha sabido llegar a tener éxito con canciones que todo el mundo conoce y reinventarse, me parecía que era digno de aprender. Y he aprendido mucho de esas ganas continuas de reinventarse continuamente y de la fuerza vital que tiene José Manuel, ya que después de treinta años es muy fácil caer en el automatismo o en la desidia. Además, me ha servido para comprender un poco más lo que hago, ya que los libros parece que tengan detrás una melodía y se asemeja bastante a la composición de una canción.
JMC: A mí Paco me ha ayudado mucho a ver cómo trabaja una persona con disciplina, aunque no me la he aplicado (risas). Y sobre todo, lo que más he aprendido de él es la duda filosófica tan positiva que tiene para extraer el máximo, para no conformarte con el tercer o cuarto camino sino ir mucho más allá. Yo soy mucho más vehemente y caliente. Paco me ha enseñado a detenerme, a pensar y a dudar sobre un camino que puede ser superior al que estoy.
PR: Otra cosa importante que he aprendido de José Manuel es que cada hora del día tiene una bebida (risas). A las nueve de la mañana toca el bloody mary para desayunar y luego viene el vermut. He aprendido que hay un maridaje entre bebida y hora del día.
A lo largo de vuestras conversaciones habláis de vuestros inicios, influencias y de cómo el estado emocional afecta al proceso creativo. ¿Una vida tranquila puede limitar realmente la creatividad? ¿Hay que tratar de «mirar al abismo sin caernos» como dice José Manuel?
JMC: Creativamente puedes ser un destroyer y tener muchas experiencias vitales, lo que pasa es que yo quiero vivir muchos años. Pero lo que sí que es necesario es arriesgar y verle las orejas al lobo, porque cuando creas lo haces desde la falta de algo que generalmente suele ser puro dolor. Si haces un análisis de la música y de qué tratan los temas de las canciones, el 99% son de dolor. Siempre compones por dolor, porque te falta algo. Si no, ¿para qué vas a escribir? De todos modos, en un momento dado puedes llevar una vida placentera, utilizar la imaginación para revivir las experiencias que has tenido o ponerte en cabeza ajena contando historias de otras personas. Pero las canciones tienes que hacerlas por pura necesidad. Desde mi punto de vista y según mi forma de trabajar, yo necesito es que me llame la canción. No puedo levantarme a las nueve de la mañana, ¿para qué?
PR: Tú te levantas a las nueve pero cuando vas a grabar el disco. Si no tienes la idea, no tienes la necesidad de levantarte a las nueve. El problema es que, en mi caso, el proceso creativo es tan largo que necesito estar dos años levantándome a las nueve para poder hacerlo. De todas formas, sí que es importante tener un bagaje sentimental y el haber acumulado experiencias vitales. Cuanta más vida tienes más facilidad tendrás para contar determinadas cosas.
Los dos habláis sobre la dificultad de abrirse hueco en los mundos del cómic y de la música y también de los problemas con los derechos de autor que se quedan las editoriales y discográficas, respectivamente. ¿Qué consejo le darías ahora al joven Paco o al joven José Manuel que está iniciando su carrera artística?
JMC: Lo primero que se busque un buen abogado que sepa sobre el tema de derechos de autor. Cuando empezamos nuestra carrera cedimos todo lo que había que ceder y más, aunque creo que eso le ha pasado a todo el mundo.
PR: Sí, mis derechos sobre Arrugas, por ejemplo, jamás los recuperaré porque los tiene la editorial hasta mi muerte.
JMC: Tienes suerte, porque el otro 50% de los derechos de Chiquilla no los recuperaré hasta 70 años después de mi muerte (risas). Ahora en serio, la recomendación que le daría es: amor al arte. Hacer las cosas por una necesidad vital, porque pagaríamos por hacer lo que estamos haciendo y porque es como una terapia que nos cura. Que luche por sus sueños.
PR: Darle ánimos, porque es difícil vivir de estas cosas pero hay que intentarlo.
Es muy interesante el contraste que hay cuando se compara vuestras rutinas diarias.
PR: Son ritmos de trabajo muy distintos. José Manuel puede estar dos años dándole vueltas a las canciones, pero una vez decide hacer un disco como mucho puede tardar un mes en el estudio.
JMC: Tú necesitas más.
¿Os gustaría intercambiaros las vidas durante un día por el tipo de trabajo?
JMC: ¡Yo no! (risas)
PR: A mí a veces me da mucha envidia, pero no sé si lo soportaría. Por ejemplo, un día llamé a José Manuel un martes a las 12 de la mañana y estaba en la cama leyendo un rato. De todas formas, de las cosas que he aprendido de él es que soy mi propio jefe y podría hacer el horario que quisiese. Sin embargo, me marco un horario de oficinista.
JMC: Lo explica todo muy bien en la última frase del diario: «Me acuesto pensando si el día ha sido productivo».
La industria de la música ha sido una de las más perjudicadas con la llegada de Internet mientras que los libros todavía aguantan. ¿Creéis que en el futuro toda la cultura estará digitalizada?
JMC: La industria musical necesita vender aparatos o líneas de ADSL. La canción es la excusa para comprar un móvil o cualquier aparato. El problema es que la tecnología va tan avanzada que la industria musical no le puede seguir.
PR: De todas formas, hay muchos grupos actuales que envidian el hecho de que por lo menos vosotros tuvisteis la oportunidad de vivir aquella burbuja musical.
JMC: Sí, hay una edad de oro musical que va desde mediados de los ochenta hasta finales de los noventa. Sobre todo porque ahora vivimos en una sociedad muy cortoplacista y si no sacas un disco que pegue el pelotazo de tu vida, te vas. Por aquel entonces había compañías independientes que apostaban por un grupo a medio plazo a pesar de que el primer disco no funcionase. Si nos fijamos en los pocos grupos que hemos aguantado todo este tirón, nunca habríamos triunfado con el primer disco.
PR: Por otro lado, creo que va a pasar mucho tiempo hasta que pueda desaparecer el libro en papel. Creo que habrá una convivencia como las salas de cine con las películas en formato digital.
La industria frente al objetivo del artista o la innovación frente a hacer algo que funciona. ¿Cómo encontrar el equilibrio entre la necesidad creativa frente a la necesidad de vivir?
PR: Yo creo que hay que poner en la balanza lo que te gustaría hacer y lo que querrías tener. Hay gente que prefiere tener lo justo para vivir y que su obra tenga toda la libertad mientras que hay gente que no tiene esa ansia de autor y que prefiere vender bien. Ese equilibrio lo marca cada uno como en cualquier otra faceta de la vida.
JMC: Yo creo que hay que arriesgar y mantener el amor al arte. Sí que es cierto que algunos artistas terminan luchando contra lo que habían proclamado.
¿Todo el mundo debería de practicar alguna expresión artística como terapia?
JMC: Absolutamente. Te lo pide el cuerpo y tu mente. Es necesario y ha sido muy terapéutico para mí. Si no hubiese podido canalizar toda mi rabia y mi frustración, no sé qué hubiera sido de mí.
PR: A pesar de que la enseñanza menosprecia cada vez más los temas artísticos, creo que cualquier disciplina artística es vital. Por un lado, nos hace poder expresarnos y desahogarnos a lo largo de ese camino. Y no creo que haga falta dedicarse a ello, no hace falta ser profesional.
JMC: Yo tengo claro que tú seguirías dibujando en otro trabajo y yo, siendo panadero como era antes, seguiría haciendo canciones y cantando.
Ya que a los os gustan las encrucijadas creativas, ¿habéis pensado en mezclar vuestros respectivos campos artísticos con algún tema científico?
PR: En cierto modo está todo unido, la música y el dibujo están relacionados con la física y las matemáticas.
JMC: Yo no los puedo separar. Aquí podemos estar hablando de Newton y también de Arquímedes.
PR: A mí me encantaba de pequeño la serie Cosmos de Carl Sagan. He aplicado muchas veces la técnica de comenzar tratando algo pequeño para después pasar a algo grande, como cuando pasaba de un átomo al sistema solar. Esto lo puedes interpretar de muchas maneras y llevártelo a tu terreno.
JMC: Por ejemplo, cuando compuse la canción Que no se extinga la llama estaba pensando en un choque de planetas de dos civilizaciones.
PR: Además, cuando te enfrentas a la página en blanco es el mismo principio de la ciencia. Es la curiosidad y el conocimiento.